martes, 26 de abril de 2016

Otra de hechiceras y suripantas (aviso: post superguarro)

Estaba yo oyendo esta mañana el programa de Carlos Herrera, que es un tío bastante aficionadillo al guarrerismo en todas sus variantes, y hoy la cosa iba de sucesos relacionados con tampones y compresas.

Bueno, quiero advertir desde ya que este post es superguarro y que no está recomendado para estómagos delicados ni almas sensibles. Luego que nadie se queje, que la que avisa no es traidora.

En fin, el caso es que llama una oyente y cuenta que una amiga suya tenía sospechas de que su marido le estaba poniendo los cuernos y que fue a una hechicera quiromanta de ésas que muy acertadamente llamaba mi amigo Kowalski suripantas, y ésta le dijo que lo que tenía que hacer para que el marido dejara a la otra y volviera a sus brazos era prepararle una infusión con sangre de su menstruación.

Y dicho y hecho, la guarra desquiciada en cuestión le preparó el hechizo al marido tal que así: hizo un zumo de naranja concentrado en el que metió sin reparo ni remordimiento alguno un tampón que previamente había usado ella.

Sí, amigos, hay tías capaces de esto y de más. Por lo visto el hechizo tuvo poco éxito y el marido finalmente terminó dejándola para irse con la amante. Sabia decisión, sin duda, porque quién sabe qué más porquerías descabelladas hubiera estado dispuesta a hacer su señora de haber continuado con ella un poco más de tiempo.

Yo al oír esto pues, os podéis imaginar, sentí lo que cualquiera en mi lugar, una mezcla de asco, estupor, incredulidad, pavor… en fin, qué os voy a contar que no estéis sintiendo vosotros mismos en este momento?

Pero además pensé: tengo que advertir a mis lectores inmediatamente. Y aquí estoy.

Si alguno de vosotros está poniéndole los cuernos a su señora; si aunque no se los esté poniendo lo ha pensado; si aunque no lo haya pensado piensa que su señora sí puede estar sospechándolo; o sencillamente si ha notado alguna vez una mirada extraña en su cónyuge… que tenga mucho cuidado con los zumos de naranja.

Y con los de zanahoria.

Y con los de tomate. Muy especialmente con éstos.

Y ya puestos yo no me fiaría mucho tampoco de las infusiones de colores poco definidos.

Ni de potajes, estofados, salsas y mejunjes igualmente turbios.

Y el salmorejo ni tocarlo. Ni el gazpacho.

Mira, lo mejor es que os limitéis a comer sólo lo que seáis capaces de preparar con vuestras propias manos.

Yo sólo aviso poniéndoos en conocimiento de lo que hay por ahí.

Y mira, a unas malas… lo que no mata alimenta.

domingo, 24 de abril de 2016

Soy introvertida o extrovertida?

Tengo un problema. Resulta que estaba leyendo el Pronto, como sabéis mi revista favorita. Y en la sección "Claves para ser feliz",  de Psicología, había un test para saber si se es introvertido o no.

Y nada,  lo he hecho, más que nada por gilipollear un rato, pero pensando que seguro seguro me iba a salir un no rotundo. Y resulta que no, que me sale que...  SÍ QUE LO SOYYYYYYY!!!!!!

INTROVERTIDA YOOOOOOO!!!!! Jamás lo hubiera imaginado!!

A ver, os cuento. Son 10 preguntas, y si sacas más de cinco positivas significa que sí, que es que eres introvertido. Ahí van las que yo he contestado que sí:

1. Las conversaciones de ascensor les incomodan. Hablar de temas intrascendentes les supone un gran esfuerzo. (Hosssstia, total, no lo soporto. La gente que habla todo el tiempo de pegos me pone muuuuuu de los nervios. Es más, no entiendo cómo la gente es capaz de hablar horas y horas sobre lo que sea, con tal de pegar la hebra. Da igual el tema, la cuestión es parlotear sin fin. Yo desde luego prefiero mil veces no hablar de nada. Vamos, que SIIIIIIIIIII.)

2. Parecen despistados pero no lo son.  Lo que ocurre es que lo que suele haber a su alrededor no les motiva lo suficiente para captar su atención. (Bueno, yo creo que algo despistadilla sí que soy, pero creo que lo soy precisamente por eso,  por lo poco que me atrae la conversación de la mayoría de la gente. Menos mal que existe Internet, ese refugio en el que siempre encuentras a gente a la que le interesan las mismas cosas que a ti. En definitiva, que sí, que soy despistá pero por obligación, porque el mundo me ha hecho así. Vamos, que otro SIIIIIIII)

3. Hablan consigo mismos continuamente.  El monólogo interior es una constante en sus vidas. (Totalmente. Yo es que no puedo hablar más conmigo. Parezco Woody Allen, me paso el día diciéndome cosas y contestándome yo sola. No hay nadie en el mundo que pueda hablar tanto por dentro y tan poco por fuera. Otro SIIIIIIIIIIII)

4. No les atrae demasiado hablar por teléfono. Prefieren comunicarse por escrito, o mejor aún, no hablar con nadie. (SIIIIIIIIIIIIIIIIIIII; odio el teléfono, odio cogerlo; es más, no lo cojo nunca salvo que sospeche que puede ser algo urgente. Le tengo pánico. Cuando suena lo miro con horror; me parece el invento más diabólico de la humanidad. Te interrumpen constantemente siempre cuando estás haciendo algo importante, como dormir, ver una peli, pensar, trabajar, leer, bailar, hacer gimnasia, pasear, follar, mear, cagar, ducharte, gilipollear, mirar el techo... Nunca te llama nadie cuando no estás haciendo nada!!!!!! Es un medio de comunicación totalmente invasivo. No entiendo cómo hay gente que le tiene tanta afición y se tira horas y horas colgada al teléfono. Para mí es una pesadilla, y todo el mundo que me conoce más o menos lo sabe y evita llamarme en lo posible. En cambio el guasap me parece un superinvento, perfecto para mi idiosincrasia: hablo cuando quiero, me responden cuando les da la gana, nadie viola mi intimidad ni mi tiempo, ni yo el de nadie; y así charlo tranquilamente cuando tengo un ratillo, sabiendo que al otro lado me pueden contestar o no, que ya lo harán más tarde o más temprano cuando buenamente quieran o puedan. Definitivamente esto es un SIIIIIIIII como una casa).

5. Les gusta vivir intensamente. Aunque los estímulos no los buscan fuera (fiestas, excursiones...) sino dentro (sensaciones nuevas, retos intelectuales...) (Esa soy yo. Lo que más me gusta del mundo es filosofar, entablar duelos dialécticos, peleíllas internáuticas, los rifirrafes, la polémica... eso me estimula y me pone cantidad; definitivamente otro SIIIIIIII. Y con éste SÍ ya he llegado al límite de la introversión)

6. Sacan un gran partido de su tiempo de ocio. Siempre tienen algo interesante que hacer. (Exactamente. Bueno, esto ya lo he comentado varias veces, yo soy la persona que mejor se lo pasa del mundo consigo misma. Nunca me he aburrido, no sé lo que es eso. Bueno, sí, me aburro muchísimo pero nunca conmigo; me suelo aburrir más cuando estoy rodeada de gente. Pero tú dame un libro, dame un ordenador, dame un lápiz y un papel; o no me des nada, déjame sola con mi imaginación y te aseguro que me lo puedo pasar como los indios. SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII. Y éste ya es el sexto sí)

Luego… sí, ha salido que soy indiscutiblemente introvertida. Lo que yo siempre he catalogado como "asocial" por lo visto es introversión. Y al parecer somos muchísimos, uno de cada cuatro concretamente.

Que no es lo mismo que ser tímido, eh? Que una cosa es la timidez y otra la introversión. Por lo menos eso dice el Pronto. Porque luego te vas al diccionario y te dice que introvertido es el que no exterioriza sus sentimientos.

En fin, la cuestión es que con este resultado tan ajustado me he quedado con una gran duda: Soy o no soy introvertida?

A ver, paso a los 4 noes, que son bastante significativos. Los introvertidos…

1.  Suelen ser expertos en un tema en particular. Pueden tener conocimientos de poesía clásica, física cuántica o cine japonés. (Definitivamente no. Yo sé un poquillo de todo y un muchillo de nada.. Experta experta, lo que se dice experta, no soy de nada. Yo hablo de todo un poco, me interesan muchas cosas. Tengo mi blog de cine, hago críticas literarias, sé bastante de moda, trucos de belleza, psicología, gimnasia, música, bibliotecas, educación, hijos, medicina casera, dietética, usos y costumbres, política, etc..., pero así, experta experta sobre un tema en particular... va a ser que NO).

2. Les resulta difícil hablar de sí mismos. La autopromoción no va con ellos. (Obviamente NOOOOOOOO.  Este blog lo uso fundamentalmente para hablar de mí o de cosas relacionadas conmigo, y no me cuesta ningún trabajo hacerlo. Y me autopromociono de la hostia. Este NO de hecho me parece que debería de valer por dos o más, teniendo en cuenta que tengo escritos algo así como mil posts hablando sobre mí).

3. Les resulta más fácil dirigirse a un gran auditorio que hablar con una sola persona desconocida. (Definitivamente NO; a mí no me gusta ni me ha gustado nunca hablar en público, como es normal en las personas a las que nos incomodan las multitudes. Para mí más de cuatro es multitud; ya empieza a sobrarme gente. Sí, tengo un punto autista importante, lo reconozco. Bueno, y ya si hay más de diez personas en una reunión... automáticamente entro en modo out. Parece que estoy pero no estoy)

4. Su energía vital decae a lo largo del día. El mundo les agota y necesitan recargar pilas en la intimidad. (Pos NOOOOOOOOOO. Es justo al revés. Yo me levanto hecha un ecce homo, madrugar para mí es una pesadilla. Ya he contado alguna vez que hasta mi tránsito intestinal se rebela. Y sin embargo conforme va avanzando el día voy cargando pilas y a eso de las dos de la tarde yo soy ya persona, incluso una persona de pro. Hasta entonces me limito a trabajar como una autómata. No consigo entender por qué la gente habla y se interrelaciona antes de esa hora. Sin embargo a las dos es una hora estupenda para charlar y confraternizar. Y bueno, ya la noche es la hostia. Yo sin duda soy pájara nocturna; en la noche gano muchos enteros, todo el mundo me cae mejor y hasta yo misma me caigo de puta madre. El problema es que cuando más a gustito estoy es cuando me tengo que acostar porque tengo que madrugar.  Definitivamente NOOOOOOOO. Y creo que este NO debería de valer también por dos síes.)

Con lo cual echemos cuentas sobre el resultado del test del Pronto. Seis síes contra cuatro noes. Pero es que la potencia y la intensidad de los noes, al menos de dos de ellos, hacen que el resultado final no sea muy de fiar. Puede que cuantitativamente yo sea una persona introvertida, vale. Pero cualitativamente no. O que esté entre Pinto y Valdemoro, que es lo peor que se puede estar. Ni lo uno ni lo otro, ni fu ni fa, ni chicha ni limoná. Una sinsustancia, vamos, un huevo sin sal.

Así que a estas alturas este test no solo no me ha ayudado a entender si soy o no introvertida sino que me ha creado un problema que antes no tenía. Porque yo sabía que asocial sí que era, pero... soy también introvertida?

Y ahí estoy, dándole vueltas al asunto, deshojando la margarita, que si sí, que si no. Ufffff, pero yo pa qué me pongo a hacer tests de mierda?

Oye, y a vosotros qué os sale? Lo habéis hecho?



viernes, 22 de abril de 2016

Adivinos, pitonisos, quirománticos y suripantos

Juro que esto es real, palabrita del niño Jesús. Lo acabo de ver en la tele. Ni invento ni exagero, simplemente retransmito.

Momentazos de Sandro Rey, el gran pitoniso televisivo, y su clientela:

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- Hola Sandro, quiero saber cómo me va a ir en el trabajo.

- Aquí se ve que estás interesada en el mundo de la peluquería.

- Pueeeessss... no.

- Pero te cambias mucho de peinado.

- Bueno, de vez en cuando me lo corto.

- Lo veeeeeeees?

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- Tu hija no ha terminado los estudios.

- Pues no, la verdad.

- Esa es su frustración. El mundo ha perdido una gran economista.

- Pero si estudiaba peluquería.

- Pero su verdadera vocación era la de economista. A que no lo sabías?

- Ah, pues no.

- Bueno, pues ya lo sabes.

- Oh, vaya!

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- Quiero saber cómo le va a ir en el trabajo a mi hija.

- Veo que tu hija va a empezar a trabajar de limpiadora en alguna parte.

- Pero si ella tiene estudios.

- Bueno, pues trabajará en algún cargo importante, pero seguro que relacionado con la limpieza.

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- Veo un hombre en tu vida que va a llegar de un momento a otro.

- Pero yo estoy casada.

- Bueno, pero va a llegar cuando te quedes viuda, que falta poco.

- Ah!

- Y no lo niegues, que tú estás deseando quedarte viuda.

- Bueeeeeno...

- Venga, dilo claramente.

- Poooooooo... sí.

- Lo ves?

- Ya.

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- Tienes los ojos grises, no?

- No.

- Pues llevas algo gris puesto.

- Los pantalones.

- Pero estás tumbada en el sofá, a que sí?

- Bueno, un poco.

- Lo ves? Pues eso es lo que yo había visto, el reflejo del pantalón en tus ojos.

- Ah!

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- Aquí sale que duermes poco.

- Qué va, si duermo muchísimo, me paso el día durmiendo.

- Pero a que de vez en cuando algún día te cuesta dormirte?

- Bueno, sí, alguna vez.

- Lo ves?  Pues eso es lo que yo veía.

- Glups.

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Bien Sandro!!!!!!

Por momentos como éstos vale la pena vivir.

Fuera de miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, ya no quiero tu quereeeeeeeeeeeeeeeeee

Fuera de miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Ya no quiero tu quereeeeeeeeeeeeeeeeeeee
De mi mente te he borradoooooooooooooooo
Ya no quiero besar tus labiooooooooooooos


- Mamaaaaaaaaaaaá, pordioooossss, cállate!

- Qué pasa? No te gusta cómo canto?

- Pero si eres un grillo, qué pesadilla!

- Ah, sí? Pos toma grillo!

Ya no quiero tus labios porque otros lo han besadooooooooooo
El amor que te tenía con tristeza lo he olvidadooooooooooo


Fuera de miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Ya no quiero tu quereeeeeeeeeeeeeeeeeeee
De mi mente te he borradoooooooooooooooo
Ya no quiero besar tus labiooooooooooooooooos

- Mamaaaaaaaaaaaaaaaá, por favoooooooooooooooor!

- Por favor qué? Que el que canta sus males espanta.

- Pos tú estás espantando tus males y de paso nos estás espantando a nosotros. Si quieres echarnos y quedarte la casa pa ti sola dilo claro y nos vamos.

- No veo por qué os molesta tanto que cante, eso es signo de que estoy contenta.

- Y no puedes estar contenta calladita?

- No.

Vienes arrepentía vienes pidiendo perdooooooooooooooooooooooón
Diciendo que me quieres, he sido tu primer amooooooooooooooooooor

- Cielossssssss, otra vez! Es lo más horrible que he oído en mi vida. Y encima a grito pelao, si por lo menos cantara bajito.

- Vaya niños! Igual preferiríais vivir en un cementerio.

- Hay términos medios, mamá. Hay casas donde la gente no canta. O por lo menos no canta tan mal.

- Hablando de cementerios…

Y los muertos aquí lo pasamos muy bien entre floreeeeeees de coloreeeeeeees
y los viernes y tal si en la fosa no hay plan nos vestimoooooooos y salimoooooooos
para dar una vueeeeeeeeeeeeeeeeeeeelta sin pasar de la puerta eso síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
que los muertos aquí es donde tienen que estar y el cielo por mí se puede esperaaaaaaaar

- Mamáaaaaaaa, pordiooooooooos! Es insoportable!

- Insoportable??? Insoportable como...

Insoportablemente bella bellaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Inaguantablemente bella bellaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

- No puedo más, me voy a la calle!

- Hablando de calle…

Y qué me cuentas del tiempo que he pasao en tu pestañeo
que me trae por esta calle de amargura  y de lamentoooooooooooooo

- Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá

Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaami
cómprame unas booooooooooooootas
que las tengo roooooooooooooooootas
de tanto bailaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar

Vale, siiiiiií, reconozco que canto fatal.

Es verdad, soy un grillo.

Pero es que me gusta, qué coño.

Y además…

Yo canto a la mañaaaaaaaana que ve mi juventuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuud
Y al sol que día a diiiiiiiiiía nos trae nueva inquietuuuuuuuuuuuuuuuuuuuud
Todo en la viiiiiiiiiiiiida es una canciooooooooooooooooooooooóon
Te cantan cuando naaaaaaaaaaaaaces y también en el adiooooooooooos
Lalalalalalalalalaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Lalalalalalalalalaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

sábado, 16 de abril de 2016

Cosas de progres

- Hoy me he acordado un montón de ti.

- Y eso?

- Pues porque estaba dándole clases a un niño y ha empezado a hablarme de su comunión y me he acordado de tu post sobre las comuniones. El del consultorio.

- A ver, cuenta.

- Pues nada, el niño bastante pijo. Que ya sabía los regalos que le iban a hacer y estaba to flipao. Por lo visto el oro y el moro. La verdad es que ya me había pasado antes con niños a punto de hacer la comunión, que están todos alucinaos pensando en los regalos y no hablan de otra cosa.

- Es que yo cuando escribo de la realidad no me invento las cosas.

- Es alucinante cómo la gente obvia el tema religioso para cumplir con los eventos sociales.

- Me lo dices o me lo cuentas? Tía, que yo conozco peña que vota a Podemos o a IU y se declaran anticapitalistas y partidarios de una sociedad libre y laica, y luego se casan por la iglesia con toda la parafernalia, bautizan a sus niños y los llevan a colegios católicos con excusas tales como: no disgustar a los abuelos, no provocar un conflicto con la familia, la escuela privada es mejor...  Es un flipe.

- No, si ya. Si en teoría todo mola pero a la hora de la verdad llevar las teorías a la práctica es otra cosa.

- A mí me cuesta mucho entenderlo. Porque yo, que me he peleado con mi madre, con mi padre, con mi suegra y con to cristo por defender en la práctica mi filosofía vital, que he guerreado lo más grande por demostrar que hay vida más allá de la conferencia episcopal, luego me encuentro con estas cosas y me digo "así nunca, es imposible". Y se te queda una cara de pasmarote... Yo qué he estado, haciendo el gilipollas toda la vida al pelearme con to quisqui para intentar cambiar el mundo? Si las cosas en las que crees no eres capaz de llevarlas a la práctica por no molestar a A o B o C o D luego qué coño quieres?

- Esa es una lucha perdida. La gente de boquilla lo que quieras pero no le toques la familia o las buenas costumbres de toda la vida de dios.

- Jugamos a excusas peregrinas de progres ateos para casarse por la iglesia o bautizar a los niños o que hagan la comunión?

- Venga, empiezo yo: "a mis padres no les puedo dar ese sofocón". Un clásico. Como si darles sofocones a los padres no fuera ley de vida. Votarán también lo mismo que sus padres para no contrariarlos?

- Me toca: "todos mis amigos lo han hecho, ufffffff, qué hago?"

- "Es que a mi novia le hace ilusión lo de la Iglesia".

- "El colegio privado es mejor, luego se nota para la selectividad".

- "Es igual, si los metes en un privado religioso es garantía de que luego odien la religión".

- Tolón tolón!!!!! Eso no vale, eso no te lo ha podido decir nadie.

- Te lo juro.

- Que llevaba a los niños a un privado católico para que odiaran después la religión?

- Te lo juro.

- Hosssstia, la gente tiene la coartada perfecta pa to.

- Pa to. Pos no te creas, el tío que me lo dijo es majo y me cae muy bien.

- Jo, pero la coartada es chusca a más no poder.

- Posí.

- Pos yo eso no lo puedo superar.

- Lo sabía!!!! He ganado entonces??

- Joooo, siempre ganas!!!!

- Lo llevo en el ADN. Ganadora.

- Hijaputa.

Orgasmos

- Vosotras habéis tenido algún orgasmo vaginal alguna vez?

- Yo no, nunca. Bueno, miento, lo tuve una vez pero es que estaba ya tan a puntito que yo creo que me hubiera ido igual a pelo, sin nada.

- Pos yo no conozco a ninguna tía que los haya tenido.

- Yo sí, una amiga mía los tenía pero decía que estaba un poco contrahecha porque tenía el clítoris muy pegado a la vagina y no estaba demasiado segura de que sus orgasmos fueran totalmente vaginales.

- Pues los tíos están convencidos de que las tías nos corremos solo follando.

- Claro, coño, si nos pasamos la vida fingiendo orgasmos. O es que tú no has fingido un montón de veces?

- Ya te digo.

- Es normal, si es que se ponen muy pesados. Parece que no están pensando en otra cosa, están todo el rato preguntando si te vas a correr, si te has corrido, si te lo estás pensando... es un agobio. Muchas veces no hay más remedio que fingirlo para que se queden tranquilos.

- Pues yo ya a estas alturas no finjo. Me niego, que es una pesadez. Y fingir espasmos vaginales es un puto coñazo. Aunque dicen que es un ejercicio muy bueno para lo del suelo pélvico.

- Te digo yo que terminarás fingiendo cualquier día solo para que te dejen en paz. Muchas veces es que no hay más remedio.

- Pues por eso se creen que todas las tías nos corremos superfácil, ahí con unos cuantos empujoncillos de nada.  Y la realidad es que por cada una que haya de orgasmo exprés resulta que estamos 400 de orgasmo dificilillo, difícil o dificilísimo.

- Pos yo tuve un novio que estaba superconvencido de que a él no se la podía pegar ninguna tía. Decía que se daría cuenta enseguida, porque el orgasmo verdadero se nota en muchas cosas.

- Menudo imbécil.

- Ya ves, yo que estaba harta de fingir orgasmos con él me quedaba flipada cada vez que lo soltaba.

- Y nunca se lo dijiste?

- Sí, cuando cortamos. Entonces le dije que había fingido cientos de veces y que no se había dado ni queo.

- Qué hijaputa! Eso es una marranada. Se tuvo que quedar hecho polvo.

- Pos que no hubiera sido tan gallito. Es que lo estaba pidiendo a gritos.

- No sé por qué les obsesiona tanto el tema, la verdad. A mí siempre me ha gustado un montón el sexo pero con el tiempo viendo la neura que tienen ha terminado por parecerme un fastidio.

- Claro, ellos como si no se corren no son nadie.

- Pues eso es lo que pasa, que se creen que nosotras funcionamos igual. Y ni se les pasa por la cabeza que nosotras nos lo podemos estar pasando de puta madre y que no tiene nada que ver con que te corras o no.

- Y es que aunque te digan que les da igual y que no importa a los pobres se les pone una cara de pena que cómo los vas a dejar así?

- Y cuando se empeñan sí o sí? Madre mía, qué estrés, qué presión!!

- Es que se quitan hasta las ganas de follar, tú.

- Las lesbianas lo tienen mucho más fácil, no tienen ese tipo de presiones. Se pueden tirar horas dale que te pego tonteando y gilipolleando y les da igual si se corren o no. Por lo menos las lesbianas que yo conozco dicen eso.

- Pues sí, las tías nos entendemos mucho mejor entre nosotras, no tenemos esos conflictos orgásmicos. Con lo que nos gusta tontear y pegotear y el besuqueo y todas esas cosas. Pero na, ellos no se enteran.

- La verdad es que la heterosexualidad debería estar prohibida.

- Salvo con tíos lesbianos.

- Total.  Es que no se sabe qué es peor, los que están todo el rato pendientes de si te corres o no o los que.pasan y van a su bola.

- Pues yo prefiero que vayan a su bola porque así yo puedo ir también a la mía. Lo otro es una presión que pa qué.

- Yo creo que los pobres se piensan que la prueba del algodón de que te lo has pasado bien es que te corras. Si no se emparanoian y se creen que la han cagado. En el fondo dan un poco de penilla.

- Pos yo no me lo explico. Porque soy supertransparente, se me nota un montón cuando me lo estoy pasando bien.

- Ah, sí? En qué se nota?

- Pues en que no bostezo y en que me brillan los ojillos.

- Ya, pero si no le echas un poco de cuento y pegas un par de grititos no se quedan convencidos.

- Yo ya lo de los grititos paso. En su día era como la Caballé, le echaba un cuento que pa qué pero ya ni pensarlo. Estoy harta de correrme yo sola conmigo misma sin que salga un ruido de mi boca y me voy a poner a cantar la Traviata solo porque a ellos eso les ponga. Venga ya!

- Deberías de escribir sobre esto en tu blog. Ya que escribes de tantos pegos, esto sería un tema interesante. Y por lo menos los tíos que te lean, aunque sean muy pocos, igual se enteran de algo.

- Pues sí, podría hacerlo en plan humanitario, como la obra social de la Caixa. Mi buena obra del día.

- Date cuenta de que puedes hacer felices a unas cuantas tías, a poco que tus lectores pillen onda.

- Uffffff, pero igual se me mosquea alguien. A los tíos seguro que no les va a gustar. Y algunas tías que no quieren que sospechen sus novios que fingen de vez en cuando van a montar en cólera. Tía, que estos temas son muy delicados y ya sabes que el club de perjudicados de mi blog está empetao.

- Pero si ya no te habla casi nadie, qué más te da.

- Joer, pues porque los pocos que me hablan todavía no quiero que dejen de hacerlo. Me estás empujando al ostracismo. Al final me voy a quedar muda de practicar tan poco el lenguaje oral.

- No exageres. Siempre puedes practicar chillándoles a tus hijos.

- Es verdad, solo con eso ejercito un montón los músculos de la garganta.

- Pos yastá, pos entonces escribe sobre nuestros orgasmos.

- Pos vale.

jueves, 14 de abril de 2016

Llorando en el curro

A menudo lloro en el trabajo. Pero vamos, unas lloreras importantes, no penséis que son cuatro lagrimillas.

No, no es por mi situación laboral, que para lo que se estila hoy en día, es bastante aceptable. La verdad es que lloro porque en el fondo soy una sentimental.

Veréis, en la zona de la biblioteca donde yo presto mis servicios una de las cosas a las que nos dedicamos son las tesis doctorales, los proyectos fin de carrera y los trabajos fin de grado.  Nosotras los registramos y los catalogamos  para posteriormente custodiarlos y ponerlos a disposición de los usuarios que los pidan.

Bueno, pues mis lloreras tienen que ver con los agradecimientos de los autores de esos trabajos. Como para catalogarlos no tengo más remedio que echarles un vistazo para ver de qué tratan y darles una materia adecuada, al final siempre me termino tragando enterita la parte de acción de gracias, que es la que más me gusta. Vamos, que estoy superenganchada.  Normalmente me salto la parte primera dedicada a directores de tesis y compañeros de Departamento y me voy al final, a la parte de amigos y familiares, que es donde te enteras de todos los chismes, si están casados, solteros, separados, viudos, si tienen hijos, si sus padres viven, si no... en fin, la parte puramente humana. Y ahí es donde se me caen lagrimones como puños día sí día también.

Hay varias categorías de investigadores:

Los hay que son supersecos y que despachan a sus familiares y amigos con un simple "Mi más sincero agradecimiento a mis padres, mi esposa y mis hijos porque este trabajo sin ellos nunca hubiera podido hacerse realidad". Estos son unos sosos y me dan hasta coraje. Normalmente despotrico un poco y me digo yo para mis adentros: "Serás mu listo y tu tesis será la polla, pero qué sosito y qué singracia eres, hijo".

Pero luego están los que, después de todos los agradecimientos de rigor, terminan dedicando su trabajo a la memoria de su difunta abuela o de su padre muerto poco tiempo antes; y hablan de lo orgullosos que se hubieran sentido, de lo importantes que fueron para él o ella, de cómo siempre le animaron a no rendirse y a trabajar duramente para conseguir sus objetivos, y blablablabla blablablabla, así dos páginas enteras … Con éstos son con los que más lloro.

Pero tampoco me quedo corta con los que le dedican especialmente su trabajo a su esposa/oso e hijos, a los que han tenido abandonados durante años para escribir la puta tesis. Y hablan con todo lujo de detalles de días de campo a los que no asistieron, de niños que nunca fueron al cine con su papá o con su mamá, de cumpleaños de sus hijos a los que no pudieron ir, de mujeres y hombres que han tenido que sacar su casa solos adelante porque el doctorando estaba encerrado en la biblioteca escribiendo la dichosa tesis. A esos pobres me los imagino sufriendo durante años y lo paso fatal. Veo a esos niños semiabandonados diciendo “papá, papá”, con sus caritas ansiosas. O peor aún: “mamá, mamá”. Y la madre mesándose la cabellera sin poder hacerles ni caso porque está en medio de un párrafo superimportante y no puede perder el hilo de sus pensamientos para curar a ese hijo que se acaba de abrir la cabeza… en fin, terrible. Con éstos también lloro muchísimo.

Luego están los supercumplidos. Esos dan las gracias a toda su parentela, al vecindario completo, al del quiosco de prensa, a la frutera, al cajero del supermercado, a la asistenta, a los suegros, incluso a los cuñados… Se ve que están agradecidos con el mundo entero. O bien han tenido que dar mucho por culo a todos para escribir su tesis o su proyecto o es que son de natural agradecidos y no quieren dejarse a nadie detrás. Con estos lloro menos porque la gente muy cumplida me pone un tanto nerviosa, pero me los imagino por la calle echando flores a todos sus vecinos y cantando hosana en el cielo y casi siempre se me cae alguna lagrimilla suelta.

Caso aparte es el de los sudamericanos, al menos la mayoría de ellos. Se les reconoce rápido por dos cosas: los nombres y las dedicatorias. Normalmente se llaman cosas como Yésica del Rosario, Alberto Augusto, Horacio Alfredo, Ligia Esmeralda… y todos así. Pero más unánime aún es su afición por agradecer su trabajo a Dios, a alguna virgen o al santo patrón de su pueblo. Son muy místicos y raro es el que no termina con alguna oración o salmo. Con estos lloro también pero de la risa. Gracias a ellos he sabido de santos y de vírgenes y de santísimos cristos del perpetuo loquesea que no tenía ni repajolera idea de que pudieran existir.

Los brasileños también son muy graciosos. Dicen cosas como "a minha mae y minho pae porque passamos sufoco juntos...".   Lo del sufoco es que me encanta. Es que a mí el portugués me llega al alma.

Y bueno, finalmente está la inefable autora de una tesis que catalogué ayer, y que dedica el trabajo naturalmente a sus padres, hermanos, tíos, primos, a sus difuntos abuelos, a su director, a sus amigas del colegio, a las del instituto, a las de la Universidad, a los colegas Erasmus, y por último… a su true and friendly love, Chuchi. Y claro, lloré.

El consultorio

Como ya sabéis muchos, soy asidua lectora y acérrima defensora del Pronto, para mí sin duda la revista con la mejor relación precio-calidad que hay en el mercado. En el Pronto hay de todo: cotilleos, sección de belleza, salud, testimonios, educación, psicología, moda, cocina, pasatiempos, curiosidades, reportajes de actualidad… en fin, que por un euro te puedes tirar dos días enteros empapándote de toda clase de cosas, muchas de ellas la mar de interesantes e instructivas.

Bueno, pues en el Pronto hay una sección sobre educación con consultorio incluido que llevan a dúo un psicólogo infantil y el tío aquel que presentaba el programa de adolescentes horripilantes “Hermano mayor”. Ya sabéis, esos que moñeaban a sus madres y a sus abuelas y las ponían de putas parriba y luego el hermano mayor llegaba y en un par de semanas los convertía en muchachos y muchachas de pro, amantes de los animales, limpios, ordenados, educadísimos y bellísimas personas.

Pues resulta que en el último consultorio pregunta una señora que dice tener a su hija en un colegio religioso, a pesar de que ellos no son católicos practicantes; la tienen en ese centro por la calidad de la enseñanza. En fin, dejemos aparte la incoherencia personal que refleja esta actitud, para mí tan incomprensible como si metes a tu hijo en una escuela musulmana si no eres musulmán, solo porque de ella han salido unas cuantas lumbreras de fama mundial. Nunca he entendido a la gente que hace este tipo de cosas, saltándose a la torera sus valores y sus ideas, en lugar de luchar e implicarse personalmente por que la escuela pública, laica y sin más ideario que el del respeto a los valores de todos, sea la de mejor calidad.

Pues el caso es que a la niña de la señora esta de incoherencia manifiesta le ha dado por querer hacer la comunión, como no podía ser de otra manera si la metes en un colegio religioso en el que se pasan media vida adoctrinando a los niños para ese tipo de cosas. Y la señora decía que su marido y ella no querían, y por eso ella había propuesto organizarle una fiesta a la chiquilla para sustituir la celebración de la comunión, cosa a la que el marido se negaba. Y pedía su opinión a los dos expertos.

Normalmente suelo estar bastante de acuerdo con los consejos que dan el hermano mayor y el socio, aunque a veces son un poco flower power y me pregunto en qué mundo vivirán de lo estupendos que se ponen. Pero en este caso no estoy de acuerdo para nada. Vienen a decirle a la señora que de fiesta para la niña nada de nada; que la niña tiene que entender que ella no practica la religión católica y que por tanto hacer una celebración relacionada con la práctica de ese culto es una gilipollez. Que si le hacen la fiesta sustitutiva la niña no captará la esencia de la fiesta y además desarrollará intolerancia a la frustración y no sé cuántos pegos más.

Pos no, amigos, protesto enérgicamente. La fiesta de la comunión hace mil años que dejó de tener ningún significado religioso para los niños, justo desde el momento en el que se convirtió en una especie de boda de adultos en miniatura que reciben unos regalazos que en nada tienen que envidiar a los de unos novios medianamente situados. No creo que haya un solo niño en el mundo al que le interese un pimiento lo de la hostia y el cuerpo de Cristo y todas esas chorradas; simplemente es una excusa para hacer una supercelebración en la que ellos serán los absolutos protagonistas, por la que sus padres intentarán competir en lujerío y gastos con las celebraciones de otros familiares y amigos, y por la que recibirán un montón de presentes que también entrarán en competición con los de otras comuniones de conocidos. Es decir, es un evento social como otro cualquiera que usa la religión como coartada pero que en realidad no tiene nada que ver con ella.

Si tú le dijeras a uno de esos niños que tomará la hostia y luego se irán a casa a hacer los deberes como cualquier otro día, sin más regalos ni más nada, el niño tendría la misma ilusión que si le dijeras de tirarse por un barranco y abrirse la cabeza. Puede incluso que esto último le hiciera más chiste. Y si le dices a una niña que en lugar del trajecito de princesa va a hacer la comunión con su ropa de colegio te dice que tururú y que va a tomarse la hostia tu tía.

Por tanto, una vez asumido que la comunión no es un evento religioso, salvo en su apariencia más superficial, y que lo que es realmente es un acto social en el que se muestra el poderío económico y relacional, aunque los padres tengan que empeñarse estúpidamente hasta las cejas para sacar músculo social… esa madre hace de puta madre montándole su propia fiestuqui a su pequeña inventándose para ello la excusa que mejor le parezca.

Yo misma lo hice así con mi hija cuando cumplió la edad señalada y se empeñó en vestirse de princesa. Lo primero que le expliqué es que la primera comunión se trataba de un acto religioso y que si ella quería lo haríamos, pero sin celebraciones familiares de ningún tipo y sin vestimentas especiales, de trapillo, porque para recibir a Dios no hacía falta vestirse de gala ni montar tanta parafernalia. Naturalmente se horrorizó y dijo que nanay de la China, que a ella del asunto lo único que le interesaba era la fiesta, el vestido y los regalos. Una vez clarificado qué era lo que quería, con las cartas sobre la mesa, acepté hacerle una fiesta y comprarle un bonito vestido e invitar a nuestra familia más cercana a una comida siempre y cuando el acto no lo relacionásemos de ninguna manera con lo religioso, puesto que no tenía nada que ver.

Y así fue como celebramos la no-comunión de Julia, con unos cuantos amigos y familiares, en un bonito día de primavera, y lo pasamos genial, eso sí, sin gastarnos el absurdo dineral que para estos menesteres se suele gastar la gente en sus afanes competitivos. Como nosotros no competíamos con nadie porque nuestra celebración era única, personal e intransferible, hicimos una modesta celebración, no nos gastamos lo que no teníamos ni nos empeñamos durante dos años para poder costearnos la fiesta ni la cosa nos supuso el menor quebradero de cabeza.

Cuando les tocó el turno a los niños, ninguno de ellos dio muestras de tener el menor interés en el tema. Claro, a ellos vestirse de principito no les hacía ilusión, más bien al revés, se choteaban bastante de los trajecitos tan ridículos que sus amigos estaban obligados a ponerse para el acto y se alegraban de no tener que pasar ellos por el trance. Lo de los regalos les jodía un poco más pero tampoco dieron la coña con eso. Creo que el horror hacia los trajecitos de marinero los tenía curados de cualquier otra ambición.

Ni que decir tiene que siempre hemos celebrado también los nacimientos de los niños. O los no-bautizos, como los llamábamos, más que nada por espíritu de provocación anticlerical. Personalmente nunca he entendido que la gente celebre algo tan gilipollesco como echarle a un niño agua por la cabeza y que no celebre en cambio lo realmente importante, que es la venida al mundo de ese niño. Pero bueno, ya sabéis que a mí lo absurdo de la realidad me sobrepasa casi siempre y que no consigo entender en absoluto por qué leyes tan sinsentido se rige el mundo.

Así que, contrariamente al consejo que el hermano mayor y su colega le dan en el Pronto a la tía capulla que lleva a su hija a un colegio religioso no siendo ella católica, yo recomiendo a todo el mundo que haga sus propias fiestecitas cuando le apetezca sin necesidad de tener que recurrir a una coartada religiosa que en realidad no es más que eso, una excusa que a nadie le importa un pimiento. O me vais a decir también que la gente que se casa por la iglesia lo hace porque siente la necesidad de recibir la bendición divina?

El libro de la señorita Buncle, by D. E. Stevenson

Hace poco en otro post hice alusión a una novela que estoy leyendo que me está encantando, “El libro de la señorita Buncle”, de D. E. Stevenson. Aparte de que es una lectura deliciosa que te transporta mágicamente a un pueblecito inglés durante los años 30 del siglo pasado, la verdad es que me siento muy identificada con la señorita Buncle y con las cosas que le pasan. No es que tengamos nada que ver en cuanto a personalidad y carácter, pero nada nada; lo que pasa es que la señorita Buncle y yo somos y nos sentimos escritoras, y eso nos trae bastantes problemas con la gente de nuestro entorno, problemas que no podemos remediar porque para las dos escribir es una necesidad, y no sabemos escribir sobre otra cosa que no sea lo que conocemos de primera mano, es decir, nuestro propio entorno.

La pobre señorita Buncle tras la depresión económica posterior al crack del 29 empieza a tener importantes problemas financieros, y se le ocurre la gran idea de escribir un libro sobre su pueblo, por si cae la china y consigue encasquetárselo a algún editor y sacarse un dinerillo que le hace mucha falta. Antes de eso pensó en ponerse a criar gallinas pero se dio cuenta de que no tenía ni idea de gallinas, aparte de que su criada Dorcas probablemente pondría el grito en el cielo si tuviera que estar todo el rato limpiando la porquería que sueltan las gallinas. Lo del libro le pareció algo mucho menos sucio y más llevadero, y sobre todo menos molesto para Dorcas. Y ese es el motivo por el que se pone a escribir “El perturbador de la paz”, título francamente premonitorio que predice con exactitud lo que va a ocurrir en el pueblo tras la publicación de su novela. De repente todos los personajes que aparecen en ella, aunque ingenuamente camuflados por la autora, se reconocen a sí mismos y montan en cólera cuando la imagen que ven reflejada no se parece en absoluto a su propia visión de sí mismos y se horrorizan de pensar que es así como puede verlos la gente desde fuera.

La señorita Buncle no se propone hacer daño a nadie con su novela; simplemente se limita a escribir sobre lo que ve, a observar la realidad y a plasmarla desde su punto de vista. Su pseudónimo, John Smith, la protege en principio de las iras de sus paisanos pero tal es la polvareda que levanta que pronto averiguar la identidad de Smith para castigarlo por su osadía se convierte en el reto colectivo del pueblecito.

En fin, leer las aventuras y desventuras de la señorita Buncle se ha convertido en un verdadero placer para mí. Tanto es asi que le estoy dando bola a la novela porque no la quiero terminar; me gustaría estar toda la vida leyendo cosas de la señorita Buncle porque ya que he encontrado un personaje con el que me siento tan identificada en mis azares como escritora quisiera que las dos fuésemos amigas y nos contáramos la una a la otra nuestras desgracias provocadas por ese vicio irreprimible que es la escritura.

A mí me pasa algo muy parecido a lo que le sucede a la señorita Buncle. Yo estoy viviendo una situación o participando en una conversación y si lo que se hace o se dice me inspira enseguida pienso: “esto lo tengo que contar en el blog”. En serio, no se puede remediar. Es más, al igual que la protagonista de la novela, yo me he levantado mil veces por la noche porque he sentido la irreprimible necesidad de escribir sobre algo y tantas vueltas daba en la cama que al final me he levantado y me he sentado al ordenador. O al menos he agarrado una libreta que guardo en mi mesilla de noche y he esbozado algunos apuntes para que no se me olvidara al día siguiente de lo que quería escribir.

A Buncle le pasa igual. Cuando le entra el gusanillo y la inspiración no puede parar de escribir y desespera a su pobre criada Dorcas porque se olvida de comer, de dormir y de todo. Cuando se siente poseída por el genio creativo para ella solo existe el papel y la pluma, todo lo demás desaparece. Y además sabe que no puede dejarlo porque escribir se ha convertido en su pasión y se moriria si la obligaran a dejar de hacerlo.

Yo entiendo que ser vecino de Buncle o amigo o familiar mío no debe de ser plato de gusto; somos como un grano en el culo. La gente constantemente sabe que todo lo que diga o haga puede ser utilizado en su contra y aparecer al día siguiente en mi blog o al cabo de unos meses en la próxima novela de Buncle. En el pueblito de nuestra protagonista algunos de sus paisanos están encantados con el libro y les parece muy divertido, pero claro, son los menos, los que en el retrato colectivo salen más favorecidos; los que presentan una imagen menos grata naturalmente se sienten ofendidos.

En mi caso pasa exactamente lo mismo; por mucho que intente camuflar a mis personajes, se reconocen de momento. A alguna gente le gusta verse en mis posts y aunque salgan un poco caricaturizados por mi innegable tendencia a la hipérbole, se lo pasan bien viéndose tal y como los veo yo; otros, como mis hijos por ejemplo, no tienen ni idea de que escribo sobre ellos porque no son lectores, ni de mi blog ni de nada. Y luego están los que se ven de momento y se pillan un sofocón que pa qué. Y aunque no lo creáis también están los que, no siendo ellos mis inspiradores, también se reconocen y se pillan el rebote porque se identifican plenamente con el personaje del que hablo. Es verdad que hay parecidos extraordinarios entre los comportamientos de mucha gente, pero me ha ocurrido bastantes veces que no me refería en particular a alguien, o que estaba hablando en general de un tipo de personas, y alguien se ha visto retratado y se ha pillado el berrinche, dándomelo a mí de paso.

También yo, como Buncle, más de una vez he estado tentada de dejar de escribir para no buscarme más follones con la gente, pero luego tanto ella como yo nos damos cuenta de que eso es imposible porque ese gusanillo, la pasión por contar la vida como nosotras la vemos, no se puede reprimir por más que lo intentemos. Una vez que lo descubres y ves el desfogue que supone ya no puedes dejar de hacerlo. Aunque a Buncle la echen de su pueblo, aunque le tiren piedras a las ventanas o le hagan el vacío sus conciudadanos; aunque a mí me retiren la palabra, aunque me pongan a parir, aunque me odien y maldigan el día en que me conocieron… lo seguiremos haciendo porque no podemos evitarlo.

Hace unos días, cuando hablé de esto por primera vez, mi amigo Manolo me dijo que le encantaría que alguna vez hablara de él (vale, aquí estás) y yo le dije que seguramente si lo hiciera no le gustaría. Ya me ha pasado antes, que alguien me ha preguntado cuándo iba a ser protagonista de algún post, y cuando lo ha sido porque ha hecho algo lo suficientemente impactante para mí, se ha sentido fatal. Casi nadie se gusta en mis retratos, y pocos se paran a pensar que yo a mí misma muchas veces me sacudo también que no veas. Aunque tiendo al autoensalce y no niego que me gusto bastante a mí misma, también me cachondeo un montón de mis defectos, que son muchos y muy variados y que, lo creáis o no, veo perfectamente.

Por si acaso no deseéis que os saque en mis posts, no sea que vuestros deseos se hagan realidad. Ahora mismo tengo en la cabeza un montón de posts esperando ser escritos y en cada uno de ellos aparecéis alguno de los que estáis leyendo esto. Cualquier día os puede tocar, y tenéis que aprender a vivir con ello. Lo mejor es que lo llevéis con resignación cristiana y os lo toméis con humor y con deportividad. Y siempre podéis retirarme la palabra; total, ya casi media España ha dejado de hablarme. Ya sabéis que no soy mucho de lenguaje oral, que lo mío es más de aporrear teclados.

De todas formas, como ya hice la otra vez, pido perdón a los ofendidos de ayer, hoy y siempre y les invito a leer “El libro de la señorita Buncle”. Seguro que pasaréis un buen rato y a lo mejor conseguís comprender cómo funciona esto de la escritura en los que tenemos el vicio. Y lo mismo os enfadáis un poco menos con nosotros. Haced la prueba.

sábado, 9 de abril de 2016

En defensa de los tíos

Estoy en un pub con unas amigas y de repente pasa por delante nuestra un tiarrón tremendo de güeno y nos quedamos todas con la boca asquerosamente abierta y babeando ostensiblemente cual repugnantes babosas.

Al cabo del rato el tipo vuelve a pasar pero esta vez con su novia detrás agarrada de la mano. Una de mis amigas, más lanzadilla, cuando el adonis pide paso le dice tal que así, en plan de broma:

- Y si no te dejo?

A lo que el chaval responde:

- Pos igual me pongo borde.

La carita de la novia os la podéis imaginar. Lógicamente si tienes un novio como ese tiene que ser un coñazo que las tías babeen todo el tiempo a su paso y encima le digan chominadas y tonteen con él.

Cuando se van el bello y la novia mis amigas empiezan a despotricar, que si qué borde, que si tal que si cual. En ese momento me pongo a pensar que hay que ver la distinta vara de medir que tenemos dependiendo de si las cosas las hacen los tíos o las tías.

Si la situación hubiese sido al revés no creo que nadie se hubiese extrañado de la respuesta de la tía; es más, cuando los tíos nos entran a las tías cualquier bordería que les sueltes si no quieres nada con ellos nos parece poca. Podemos ser estúpidas, podemos ser incluso tiranas, porque entre nosotras se ve de puta madre que se humille a los tíos cuando intentan ligar, y ellos como casi que lo tienen los pobres asumido, las criaturas. Es más, para muestra un botón: un rato antes les habíamos dado nosotras esquinazo a una pandilla de pesados borrachuzos que nos estaban atosigando en otro local. Y de hecho nos descojonamos bastante de cómo les habíamos despistado y nos habíamos deshecho de ellos.

En fin, unos días antes hicimos una comida solo de chicas y, como suele pasar, hubo un momento en el que el monotema, como siempre bastante celebrado, fue "poner verdes a los tíos".  Sobre todo a las parejas y exparejas; esto es un clásico en todas las reuniones de tías. Cuando se llega a este punto, que es bastante habitual, yo suelo joderles un poco la fiesta a mis amigas porque en general (con honrosas excepciones) yo pienso mucho mejor de los tíos que de las tías (dentro de que es público y notorio que, como buena misántropa, pienso fatal de todo el mundo) y soy de la opinión de que la mayoría de las tías a las que les va como el culo con los tíos, no es por culpa de ellos sino de ellas mismas, y que en vez de despotricar tanto deberían de mirarse un poco al espejo, a ver qué están haciendo para que les vaya tan mal con ellos.

Y por eso les jodo la fiestuqui, porque casi siempre salgo en defensa de los tíos. Y por qué? Pues porque a mí no solo no me ha ido mal con ellos sino que por el contrario me ha ido bastante bien, y tengo un recuerdo muy bueno de los hombres que han pasado por mi vida, que siempre me han aportado más cosas buenas que malas, y de los que hablo siempre con cariño y con respeto. Porque además aguantar a una tía con mi ego tampoco es fácil.

A veces, por no parecer prepotente, les digo a mis amigas que será que yo he tenido mucha suerte, pero la verdad pura y dura es que no creo que tenga nada que ver con la suerte ni con la casualidad, sino con una actitud ante la vida y ante las relaciones. Solo hay un secreto: yo me quiero y me respeto a mí misma un huevo (como digo y repito constantemente en mis posts, incluso hasta la pesadez), y por eso todos los tíos que han pasado por mi vida me han querido y me han respetado también. Y cuando he visto algo chungo en alguno he salido por pies en cuanto he visto una puerta. Bueno, todo esto aparte de un excelente trabajo de casting por mi parte para seleccionar tíos de los que enamorarme.

Por supuesto que no todo han sido rosas; en todas las relaciones hay espinas y cosas malas, pero yo tiendo a olvidar las segundas si creo que han sido compensadas de sobras por las primeras. Y siempre lo han sido.  Por eso puedo decir que de algún modo sigo y seguiré queriendo a todos los tíos con los que he tenido relaciones más o menos serias (muy pocos, por cierto) y tengo constancias varias de que a ellos les pasa lo mismo conmigo. Aunque estén con otras tías, aunque la vida haya dado mil vueltas, siempre que me cruzo con alguno o sencillamente me manda un mensaje o contacta conmigo es para decirme algo bonito y para hacerme notar su cariño y la nostalgia que a veces tienen de mí. Y claro que me precio de ello, como que me parece un valor importante, y tan escasito en esta vida que puedo sentirme muy orgullosa de esa virtud.

De los despotriques de las tías sobre sus parejas, la inmensa mayoría me suelen parecer vanos cuando no directamente escandalosos. Conozco algunas a las que solo les falta llevar un cartelón en el pecho que ponga "haz conmigo lo que quieras, escúpeme, pisotéame, estoy dispuesta a soportarlo todo". Pos tía, si tú ni te quieres ni te respetas cómo puedes pretender que nadie lo haga? Esto, que puede parecer una perogrullada y una frase hecha, es real como la vida misma.  El respeto y el amor empiezan por uno mismo, y cuando uno se valora una mierda así es como te van a valorar los demás. Por qué van a pensar de ti mejor de lo que tú piensas?

De todas formas esta gente que hace del victimismo parejil una forma de vida consiguen algo que no sé si pretenden y si en el fondo no les gustará un poco, que es dar muchísima pena en su entorno. Yo he visto a gente que ha pasado en su vida por tragedias muy gordas sentir pena, pero muuuuucha pena, por alguien cuyo principal problema en la vida es que le va como el culo con su novio o con su marido. Flipo bastante con estas cosas, la verdad. Aparte de que a esas mujeres nunca se les suele decir nada sobre su responsabilidad en lo que les pasa porque como dan tanta lástima parece que las vas a machacar. Lo de ponerles un espejo delante se antoja como un acto de inhumanidad y de falta de compasión intolerable.

En las antípodas de este tipo de tías, tengo amigas que cortan rápido una relación en cuanto ven que no responde a sus expectativas. Hace poco una de ellas (que también se quiere a sí misma un huevo, incluso más que yo a mí, por imposible que parezca) cortó con su novio porque en un momento especialmente delicado de su vida el tío simplemente no estuvo a la altura de las circunstancias y la defraudó. Bueno, pues esta tía, que hizo lo que hay que hacer cuando algo no funciona como tú esperas que funcione, tiene todo el derecho del mundo a poner a parir al tío. Porque no asumió el rol de víctima sino que escapó en cuanto vio el percal, y desde el raciocinio y el amor propio puede decir tranquilamente que el tipo no era lo que ella creía. Sin embargo curiosamente estas mujeres no suelen rajar demasiado, tal vez porque no han padecido esa amargura crónica de aguantar estoicamente algo que no desean. El caso es que como se liberan antes de sentirse fatal no guardan tanto rencor como las que están enganchadas a sus relaciones tóxicas y se tiran años e incluso toda la vida metidas en ellas.

Habrá quien diga: "Bueno, a veces no es tan fácil romper una relación chunga. Hay situaciones difíciles". Y es cierto. Por ejemplo hay complicaciones económicas que a veces hacen imposible una separación, sobre todo cuando hay hijos. Pero bueno, si te ves obligada a vivir con alguien a quien no quieres y que tampoco te quiere, puedes tomar distancia emocional y dejar de considerarlo íntimamente tu pareja, sino una especie de compañero de piso con quien no tienes más remedio que intentar una entente cordiale pero que sentimentalmente te es indiferente. De este modo no tendrás que pasarte la vida asumiendo ese horrible papel de víctima que tiene tanto éxito en la sociedad porque inspira mucha pena, pero que es tan poco honroso. Y además así no te pueden doler las cosas porque ese tío no es ya nada para ti, solo eso, un compañero de piso con el que compartes gastos porque no te puedes permitir vivir sola. Y punto. Que no es fácil? Claro que lo es, solo es cuestión de proponérselo. En esta vida las cosas son tan fáciles o tan difíciles como nosotros queramos que sean.

Por todo esto cuando las tías se juntan y el deporte es poner a los tíos a parir yo paso total y me evado mentalmente al quinto coño. Pero antes siempre jodo un poco la marrana diciendo aquello de que yo habré tenido mucha suerte con los tíos y que por eso no me apunto a la lapidación. Porque además es que yo tengo hijos. Y un marido al que quiero. Y unos cuantos exnovios a los que también quiero. Y un novio que me trata como a una reina y que hace el pino con las orejas por mí. Y me siento en deuda con todos ellos y en la necesidad de defender su honra, ya que no están presentes nunca en estos desbarres colectivos femeninos.

Habrá quien piense que soy una sabihondilla y una enteraílla que va dando lecciones de vida por ahí siempre, pero en mi opinión si alguien tiene unos conocimientos lo suyo es compartirlos para enseñar a otras personas. Enseñar al que no sabe, que dijo el señor. Si en lugar de las cosas de la vida mis conocimientos fueran sobre Matemática discreta todo el mundo alabaría que diera clases, y encima gratis. Bueno, pues las lecciones sobre la vida son mucho más importantes, y por eso yo todo lo que he aprendido y lo que sé lo comparto gratuitamente. Y quien no quiera, pos oye, que no lo lea.

Aprovecho para agradecer desde aquí a todos los hombres que han pasado por mi vida su contribución a la buena opinión que tengo de las personas de su sexo. Gracias por haberme querido tanto y tan bien, por haberme mimado y cuidado y por haber hecho que me sienta siempre la más guapa, la más lista, la más maravillosa y la más mejor.

Chicos, hoy el brindis va por vosotros.

viernes, 8 de abril de 2016

Las piernas

- Juan, esas piernas ya están necesitando un depilaíto.

- Pos sí que es verdad.

- Cómo que van necesitando un depilaíto? De toda la vida de dios los tíos han tenido pelos en las piernas. Es normal que los tíos tengan las piernas peludas. Eso los distingue de las tías.

- Mamá, se ve muy feo. Tú no te depilas las piernas? Pues entonces por qué no se las va a depilar él?

- Porque yo soy una tía y él es un tío.

- Mamá, cada día me sorprendes más. Insinúas que las tías tenemos que hacer cosas para cuidarnos y ellos no?

- Claro que tienen que cuidarse, pero según su sexo. Ellos tienen que afeitarse la cara y nosotras no.  Cada sexo tiene sus esclavitudes.

- Mamá, en las piernas nos salen pelos a todos y es normal que nos los depilemos todos.

- Yo es que no entiendo por qué los tíos tienen que parecer tías. A mí me gusta que seamos diferentes, cuanto más diferentes mejor, vamos.

- Y tú eras la partidaria de la igualdad?

- Pero niña, qué tiene que ver la igualdad con esto? Cuando yo hablo de igualdad me refiero a igualdad de derechos y obligaciones, a igualdad de salarios, a igualdad de trato… pero no a igualdad física, hossstia.

- Pues yo veo igual de feo el pelo de las piernas en un tío que en una tía. Por lo menos tanto pelo. Entonces tú ves bien a los tíos estos que les sale el pelo por el pecho y por la espalda y por todas partes?

- Pues lo de la espalda es un poco más asquerosito pero el pelo en el pecho y en las piernas y en los brazos sí es normal en los tíos. Es como la barba, ellos tienen barba y nosotras no. O la calvicie, no es lo mismo un tío calvo que una tía calva, es mucho más problema en una tía.

- Ya, el hombre y el oso cuanto más pelo más hermoso. Mamá, eso son convencionalismos sociales que yo creía que tú tenías superados.

- No, hija, convencionalismo social es por ejemplo lo de las canas. Que se vean bien en los tíos y en las tías no, aunque yo creo que ahí hay también bastante de biológico y de preservación de la especie porque las tías buscan tíos maduros y socialmente asentados para formar una familia, y ellos prefieren tías jóvenes porque obviamente están en edad reproductiva. Pero bueno, vale que ahí sí hay buena parte de criterio estético social, pero en lo de la barba por ejemplo no. Los tíos tienen pelo en la cara y las tías, salvo que seas la Pantoja, no solemos tener.

- Pues nosotras también nos hacemos la cera en el bigote y nos depilamos las cejas.

- Mira, ya que hablamos de las cejas. Tú ves normal que los tíos se depilen las cejas como las tías?

- Pues no, pero sí veo bien que se depilen el entrecejo y no vayan hechos unos ceporros con la monoceja.

- Pero no crees que tengan que depilárselas como nosotras. Ni que tengan que alisarse el pelo como hacen las tías, salvo que seas Melendi, claro.

- No, pero lo de las piernas sí creo que lo tienen que hacer. Unas piernas depiladas se ven mucho más bonitas tanto si eres hombre como si eres mujer.

- Tú estás hecha una talibana del feminismo y lo confundes todo. Qué tendrá que ver la igualdad con que los tíos no se distingan de las tías?

- Habéis entrado en bucle las dos, os habéis dado cuenta?

- La verdad es que sí, qué conversación más tonta.

- Pues no, no es tan tonta, porque resulta que yo hace tiempo que pienso que va a llegar el momento en el que vamos a parecer todos iguales con tanto chomineo. Y yo quiero que los tíos sigan pareciendo tíos y las tías sigan pareciendo tías.

- Pero a ti qué más te da si para cuando llegue eso tú ya vas a estar criando malvas?

- Pues por la preservación de la especie. En cuanto una especie se asexualiza se va a tomar por culo.

- Cucha tú la experta en biología.

- Llegará un momento en el que sea imposible distinguirnos a unos de otras. Es la degeneración total de la especie.

- Otra vez el bucle. Qué pesás os ponéis las tías. Que cada cual haga lo que le dé la gana y quien quiera que se depile y quien no quiera que no, así de simple.

- Los tíos sí que sois simples.

- Posí.

Silencio. Tenso.

- Al final te vas a depilar las piernas?

- Sí

- Qué asco.

- Mamá ya!


domingo, 3 de abril de 2016

Inma a través del espejo

Hace unos días escribí un post sobre mis manías y rarezas e invité a mis lectores a añadir si les apetecía sus propias manías, para compartir cochinadas y sentirnos menos solos y más como miembros de una tribu de raritos.

Pues bien, a esta convocatoria respondió uno de mis fieles más entusiastas, mi amigo Román, que confesó que aparte de pajearse a destiempo y en lugares poco recomendables, una de sus aficiones favoritas era bailar pegando botes ante el espejo. Y yo, toda enardecida por esta confesión, le contesté que casualmente padezco la misma manía, pero aumentada: no solo bailo y pego botes ante el espejo sino que además hago gimnasia. Y encima (y esto no lo dije en su momento) hasta me hago fotos. Palabrita.

Mi relación con el espejo es... supercordial no, lo siguiente. Yo me quiero, me gusto, me deseo y me molo cantidad, como creo que he dejado entrever más de una vez en este foro bloggero. A pesar de lo mal visto que está; en esta sociedad se valora muchísimo que le gente se autoflagele, se odie, no se quiera en absoluto y tenga la autoestima a la altura de una alpargata; esas personas consiguen una popularidad increible en su entorno. Es evidente que esta sociedad está enferma total.

Pues bien, yo me gusto, no lo puedo remediar; ni tampoco quiero. Creo que estoy superbuena (pa la edad que tengo, claro; si tuviera veinte años menos estaría más buena todavía) y en gran parte esa autoestima celestial se debe a lo de mi gimnasia y mis bailes ante el espejo, cosa que le recomiendo a todo el mundo para llegar al mismo punto de autosatisfacción.

Yo tengo en mi dormitorio un armario con las puertas correderas todas de espejo. Aparte de que para el sexo eso es una pasada (mola, lo prometo) afirmo rotundamente que tiene muchas otras posibilidades, algunas de las cuales paso a comentar.

Es verdad que tengo un cuerpo muy agradecido; es bonito y milagrosamente se conserva en un estado que yo jamás en la vida me pude imaginar a esta edad. Es una de las muchísimas cosas buenas que me ha regalado la vida (como ya comenté en mi reciente post "Oda a mi cuerpo", en el que le di las gracias con muestras sobradas de cariño y hermandad).

Mi cuerpo es una pasada, se porta conmigo que te cagas; pero por eso yo también me porto con él de puta madre: le doy de comer cosas ricas ricas, y de beber igual; de vez en cuando le doy una alegría orgásmica, y él a mí me la da en forma de regalo de mi tránsito intestinal... Le echo cremitas, perfumes, lo masajeo, lo miro, lo toco, le digo cositas bonitas... Vamos, que es pa que esté conmigo to flipao. Y entre todas esas cosas con  las que lo agasajo y lo homenajeo (todas ellas baratas y asequibles para cualquiera) está mi gimnasia y mi danza, todo ello ante el espejo.

Así es, amigos. Todos los días dedico unos 40 minutos más o menos a mi entrenamiento corporal. Yo soy mi propia personal trainer, y puedo asegurar que mi cuerpo lo agradece con creces.

De esos 40 minutos, 20 los dedico a hacer ejercicios varios y los otros 20 a bailar enloquecidamente a salto pelao. Los fines de semana, festivos, días de asuntos propios y vacaciones lo hago por duplicado: 40 minutos por la mañana y otros 40 por la tarde. Y mientras ejercito mi cuerpo me regodeo toda yo ante el espejo y me digo "Hijaputa, qué buena que estás, coññññño". Y a veces  hasta me hago fotos.

Claro, alguien puede pensar "menuda ególatra estás tú hecha". Y llevaría toda la razón. Pero que conste que no solo lo hago por lo mucho que me quiero, cosa que creo que debería de hacer todo el mundo porque es muy recomendable y estupendo para la salud, sino porque soy plenamente consciente de que a mi edad (50, como ya sabéis) lo de estar buena tiene los días contados.

Tarde o temprano todo lo que ahora está en su sitio empezará a caer, a empellejarse y a ser un horror que ya no me gustará ni mirar ni tocar. Yo desde luego voy a intentar retrasar el momento al máximo y ser una especie de Preysler, que a los 60 años está la mujer de un tiposito que ya quisieran muchas veinteañeras. Así está Vargas Llosa, que no caga el tío y ni se lo cree. Pero bueno, que la temida decadencia física llegará más tarde o más temprano (si la muerte no me libra antes, claro), y para entonces quiero tener un buen repertorio documental de lo buena que ahora estoy. Para regodearme en el pasado, que es la principal actividad de los viejos.

Por eso tengo autofotos con todo tipo de vestimentas y poses; me encanta. Y eso contribuye de forma importante a sentirme encantada conmigo misma y a quererme hasta un punto que, tengo que reconocerlo, es incluso asqueroso. Pero vamos, que entre quererse y no quererse mi filosofía personal me dice que es mejor lo primero. Y como además eso no está reñido con querer a los demás, sino más bien al revés, que quieres también mucho más a la gente y mucho mejor cuando tú te quieres un huevo, pues lo considero una actividad muy recomendable.

Aparte de para subir la autoestima hasta límites estratosféricos, lo de bailar y hacer gimnasia supone un desfogue mental importante para deshacerse de malos rollos. Y otra cosa para la que funciona de puta madre, y siento repetirme tanto últimamente, es para lo del tránsito intestinal, que por cierto ayer y hoy, como no podía ser menos al tratarse de días de fiesta, me ha funcionado a la perfección. Bendito sea mi cuerpo, que cuando no tiene que madrugar es un campeón de la evacuación.

En fin, mi ratillo de gimnasia y baile (por cierto, desde aquí muchas gracias a mi novio clandestino, que se tira horas grabándome discos con un entusiasmo encomiable para que yo los use después en mis ejercicios. Smuackkkks) me produce un placer difícil de explicar. Mucha gente me dice que cómo tengo disciplina para hacer mi gimnasia a diario, y yo siempre digo lo mismo: no es cuestión de disciplina, es que cuando algo te gusta y es divertido no necesitas obligarte a hacerlo. Es como la gente a la que le gusta correr, no les cuesta trabajo porque les da satisfacciones y eso les compensa.

Y después de mi gimnasia y mi baile, una buena ducha y un buen rato echándome mis cremitas y mis aceites por el cuerpo, automasaje incluído. Por supuesto ante otro espejo, el del baño, como no podía ser de otro modo. Y luego, una vez satisfechas mis necesidades corporales, un ratito de alimento espiritual: lectura o cine, cine o lectura. Y con eso soy la mujer más feliz de la tierra. (Ver Ps.)

También me pregunta alguna gente si no echo de menos tener pareja (no clandestina, me refiero). Pos no. Es que con este planning sería imposible. Yo necesito muchísimo espacio personal para mi alimento físico y espiritual. Qué tío conoces tú que estaría dispuesto a dejarte todo ese tiempo para cuidarte, quererte, mimarte y hacerte feliz a ti misma?  Por no hablar de que encima necesito tiempo para escribir, porque si no me moriría. Pues muy pocos.

Solo una pareja de muuuuuuy larga duración puede soportar algo así porque con los años ya no hace falta que estés todo el rato pegada como una lapa y te deja bastante libertad de movimientos. Yo con mi marido no tenía problema porque él era muy respetuoso con mis cosas y con mi espacio, pero ahora échate un novio que quiera estar todo el rato sobándote e inventando cosas para hacer contigo. Pesadilla total. Tendría que dejar de quererme yo para que otro me quisiera, y muy probablemente no tan bien ni tanto como yo me quiero. Qué dices, ni de coña.

En fin, éste es mi relato de los hechos y hasta aquí puedo contar de esta relación de amor que yo mantengo con mi espejo, con mi gimnasia, con mi pasión danzarina y con mi cuerpo. Otro día, si eso, os hablo del gobierno.

Ps. Por cierto, hablando de alimentos espirituales, estoy leyendo un libro muuuuuuy chulo: "El libro de la señorita Buncle". Una delicia, ya lo recomendaré en mi post veraniego anual de recomendaciones literarias. Va de una tía que vive en un pueblecito inglés y que un buen día escribe un libro sobre sus conciudadanos, intentando todo lo posible camuflarlos para que no sean reconocibles, pero que cuando se autorreconocen en sus retratos, se monta un pollo que pa qué y la pobre mujer se arrepiente un huevo de haberlo escrito. Bueno, pues algo así me está pasando a mí con este blog. Mira que hago lo posible por camuflar a todo el mundo, pero no sé qué pasa, que se reconocen de momento, sobre todo pa lo malo. Y es curioso. La gente a la que más le gusta mi blog cuando hablo de otra gente es la que más se mosquea cuando se sienten reconocidos en algún personaje. Vamos, he llegado a perder hasta amistades de toda la vida (tampoco serían tan buenas amistades, es verdad. Y no tengo especial interés en tener entre mis amigos a gente con mucho sentido del humor hacia los demás aunque muy escasito hacia sí mismas. Bye bye love, más se perdió en Cuba). Pero bueno, que no descarto chapar un día de éstos porque qué necesidad tengo yo de disgustos y sofocones, como la señorita Buncle.

Ps2. Pero vamos, que de momento no chapo. Seguiré por aquí hasta que ya me lo pongan muy difícil muy difícil y no tenga más remedio, por una mera cuestión de supervivencia. Desde aquí un besazo a todos los que alguna vez se hayan sentido superofendidos por mis escritos; de verdad, nunca fue con acritud. Y prometo que intenté muy sinceramente que no os reconociérais de ninguna manera, pero se ve que tuve bastante poco éxito. Venga, no os lo toméis tan a pecho. Y siempre os podéis vengar escribiendo un horrible libelo sobre mí que me haga estremecer de vergüenza y de ominosidad.