domingo, 12 de diciembre de 2021

Problemas del primer mundo, te los cuento en dos segundos

Hoy he empezado fatal el día. He sacado a pasear a la Bimba y he aprovechado para tirar unos cuantos cascos de vidrio que tenía guardados. Iba perdida en hondas reflexiones y... maldición! En lugar de tirar los cascos en el contenedor de vidrio los he tirado a los de orgánica!!!! Hosssstia, me cago en el copón!!!! 

O sea, que con disciplina espartana tengo en casa toda la basura perfectamente repartida para echar cada cosa en su contenedor correspondiente, y ahora voy, me despisto y la tiro en el sitio equivocado. Con gusto me hubiera metido dentro del contenedor para sacar los cuatro cascos de los cojones y echarlos en su sitio. En lugar de eso, me he ido rumiando todo el camino sobre mi mala cabeza y las consecuencias de no estar en lo que hay que estar.

Lo cierto es que cuando cometí la ecotropelía iba pensando en un sueño que había tenido. 

Os cuento:

Iba a un concierto con mi tía Pilar (hola tita, para que veas que te tengo presente en mis sueños). Íbamos a Rabanales en el tren, y yo iba comiendo de mi táper, y cuando llegamos le dije a mi tía que se fuera adelantando a coger sitio mientras yo iba al lavabo a limpiarlo y de paso a mear.

Bueno, pues llego a los lavabos y estoy limpiando el táper cuando llega una tía y se pone a mirarme. Al final en lugar de un solo táper resulta que tengo un montón. No doy abasto y el concierto está a punto de empezar. Cuando por fin acabo me entro a mear y venga a bajarme capas de leggins (en invierno llevo siempre doble capa de medias o de leggins, pero en el sueño llevaba por lo menos 20). Y la tía que estaba mirándome empujando la puerta para entrar. 

- Está ocupaoooooo!

- Ay perdón perdón!

Pero nada, la tía sigue empujando.

Y yo con una mano aguantando la puerta, con la otra los leggins y las bragas, intentando mear sin sentarme en la taza y sin ponerme perdida. Y la tía empujando.

- Que está ocupaooooooooo!

- Ay perdón perdón!

Cuando por fin consigo subirme todo el embalaje salgo del baño, me encuentro mis táperes en el lavabo y al lado cuatro cebollas. Sí, lo sé, tengo una cabeza muy loca. Ya me diréis qué hacen cuatro cebollas en un lavabo junto a mis táperes. Vale, estoy como una puta cabra.

Y nada, en ese momento me he despertado superangustiada, mientras estaba intentando meter las cebollas en los táperes, que claro, no me cabían. (Lo siento, tita, te dejé tirada en el concierto) 

Bueno, el caso es que iba paseando a la Bimba y reflexionando sobre el sueño. Está claro que mi conciencia ecológica era la protagonista. Como sabéis yo siempre llevo mi comida en mi táper de cristal porque no me gusta usar envases desechables. Mi principal propósito en el mundo es pasar por él dejando la menor cantidad de desperdicios posibles. Pero claro, en la práctica eso no es cómodo, requiere cierto esfuerzo. Es verdad lo que me pasaba en el sueño. Muchas veces, después de comer, me pongo a lavar mi táper y entra alguien en los lavabos y se queda mirando como preguntándose qué hago lavando en un baño público. Me entran ganas de volverme y gritar:  "Pues no ves que estoy lavando mi táper porque no quiero ir por la vida creando porquería como seguramente haces tú????"

Sería mil veces más cómodo terminar de comer y tirar a la basura un envase de plástico. Sobre todo no tendría que pasar por colocar el bolso en el otro lavabo, el abrigo, los guantes, la bufanda y todo lo que en invierno llevo encima, que parezco un esquimal, y ponerme a frotar y luego a secar. Pero mi compromiso medioambiental me lo impide. 

Eso es como las copas menstruales. Es mucho más sencillo salir y si te tienes que cambiar de tampax o de compresa tirarlo a a la papelera y ponerte otro limpio. Pero claro, yo descubrí la copa menstrual y los pollos que liaba cada vez que tenía que cambiarme la copa en la calle eran para verlos. No entraré en detalles porque es bastante asqueroso. Sólo diré que el día que me quité el útero y los ovarios fui la mujer más feliz del mundo sólo de pensar en no tener que pasar nunca más por aquello.

En fin, que iba pensando en todas estas cosas y en el sentido ecológico de mi sueño, y de repente voy y echo los cuatro cascos al puto contenedor orgánico!!!! Me cago en to mi nasiooooooón! Menos mal que eran sólo botellines, que si llegan a ser botellas de litro soy capaz de meterme de verdad en el contenedor.

Pero es que luego, para terminar de rematar la faena, cuando la Bimba por fin caga (que la hijaputa está estreñida y se tira dos horas de paseo hasta que se decide), le recojo la mierda y... no os lo perdáis!!!! Estaba tan cabreada y abstraída por lo de los cascos de vidrio que... he estado a punto de echar la mierda al de envases e inertes en lugar de a la orgánica!!!! Vamos, que ya estaba con la mano dentro. Menos mal que en un momento de lucidez me he dado cuenta y he sacado la mano rápido, como si me hubiera dado un calambre. Llego a tirar los truños de la Bimba en el contenedor de envases y directamente me tiro delante de un camión.

En fin, como dice mi hija, problemas del primer mundo. Si tuviera que pensar en cómo llevarme un cacho pan a la boca cada día probablemente no tendría estos conflictos vitales.

martes, 7 de diciembre de 2021

Como te lo cuento, hermano, todo es de segunda mano

Hoy estoy muuuuuuuuy contenta.

Me ha parado una chica de mi curro a la entrada:

- Te lo tengo que decir. Me encanta tu ropa. Llevas todos los días cosas superchulas. Qué glamour!

- Ay, muchas gracias. (Me sonrojo levemente)

- Un día tenemos que hablar y me dices dónde encuentras todas esas cosas.

- Claro claro, cuando quieras.

Os podéis imaginar, yo más ancha que larga. Lo cual tampoco es difícil porque soy chiquitilla, la verdad. Lo que pasa es que lo disimulo muy bien con tacones.

En fin, no es por darme pisto, pero este tipo de anécdotas me pasan con bastante frecuencia. Estoy segura de que habrá mucha gente a la que no le guste mi forma de vestir, pero claro, nunca me lo van a decir.  Probablemente rajarán a mis espaldas, como debe hacer toda persona bien educada a la que no se le ha pedido su opinión. 

Sin embargo sí hay mucha otra gente que me dice que le encanta mi ropa. Yo creo que indiferente indiferente no le deja a nadie, que es justamente lo que yo quiero. No hay cosa que me parezca más triste que ir por la vida de absoluto incógnito, sin llamar la atención ni para bien ni para mal. Camuflada entre la muchedumbre grisácea e invisible. Antes muerta!

Por eso siempre he tenido muchos fans entre el colectivo gay, LGTBetc., como se llama ahora. Porque hay muchos a los que les encanta la ropa divertida, los complementos y todas esas cosas que también me gustan a mí. De hecho creo que estéticamente siempre he sido bastante gay. 

La cosa es que a mi manera, en mi pequeño mundo de provincias, tengo un puntito influencer. De hecho en este nuevo curro ya llevo unas cuantas fans, lo que pasa es que ha sido sobre temas puntuales: "dónde te has comprado esas botas tan chulas? Uy qué poncho más bonito, te lo has hecho tú?"  Hasta una alumna me preguntó el otro día por mis pantalones!!  Pero así, directamente decirme que le encanta mi look en general de momento sólo ha sido esta muchacha.

En fin, que me ha hecho feliz. Yo soy muy fácilmente contentable, cualquier cosilla me alegra la pajarilla. Vamos, dicho más finamente, que soy altamente receptiva al halago. Pero al halago desinteresado, que conste. Que me da mucho repelús la gente que te dice cosas bonitas para conseguir algo. Por eso de toda la vida los tíos que me han entrado a base de piropeo barato con fines erótico-festivos no han tenido mucho éxito conmigo.  A los bordes les ha ido bastante mejor. Pero bueno, el halago espontáneo y auténtico, como el de la chica esta, reconozco que hace que me esponje y me entre mucho gustirrinín. Y la muchacha me ha alegrado el día sólo con esa tontería, fíjate. 

Pero a qué viene todo esto? Bueno, pues no es sólo para darme pisto de influencer, aunque sea en petit comité. Es porque la cosa tiene mucho más mérito del que parece. Porqueeeee... 

Tachán tachán! La mayoría de mi ropa la compro de segunda mano y cuesta menos de... tachán tacháaaaaaaan... DOS EUROOOOOOOOOS!

Palabrita. 

Tengo cosas incluso... de medio euro!! Dos prendas por euro. Lo juro. Lo prometo.  Lo puedo demostrar. Bueno, no porque no dispongo de facturas, pero la fama de mi credibilidad y mi honestidad brutal me precede.

Es más, tengo incluso cosas totalmente gratis. Por ejemplo, tengo unos botines que me regaló mi hija cuando volvió de Amsterdam. Allí la gente compra cosas y al irse las deja en los descansillos de los edificios para que quien quiera las coja. Lo hacen incluso con las bicis. Por lo visto es una costumbre muy europea que no sé yo por qué no se extiende por aquí. Bueno, sí, lo sé, porque aquí la gente es supercutre y lo de la segunda mano como que les parece "cosa de pobres". En fin, en este país somos así de gilipollas y de catetos. Bueno, somos no... son. Qué coño! No me pienso incluir en el cutrerismo generalizado.

La cosa es que mi hija se infló de llevarse cosas, y a su vez cuando se fue de allí dejó otras tantas para la gente que llegara nueva al edificio. Y tengo unas cuantas cosas muy guapas de ese viaje, entre ellas mis botines negros de plataforma,  que te mueres de gonitos. Por suerte la niña ha salido a mí en este aspecto y a las dos nos encantan los mercadillos de segunda mano y los rastrillos.  De vez en cuando nos pegamos un homenaje, por menos de 10 euros salimos cargadas de bolsas y nos lo pasamos como las indias. Luego lo que no nos hemos gastado en ropa nos lo gastamos en cervezas, que hay que levantar la hostelería. Lo comío por lo servío, que se dice por mi tierra.

Yo aprendí mucho en mis tiempos de becaria de una amiga con la que iba siempre a la hora de desayunar al mercaíllo del barrio en el que trabajábamos.  La tía era una auténtica crack buscando en los líos de ropa. Era la reina de los relíos!! Siempre encontraba mogollón de cosas chulas. Y muchas que no le quedaban bien a ella me las pasaba a mí. He tenido hasta hace nada unas botas militares de aquellos tiempos, hablo de hace más de 30 años. Y me costaron 80 pesetas de la época!! Que se dice pronto.

Cuando viajo al extranjero mi plan favorito, aparte de comer como una cerda de la gastronomía local, son los mercadillos. Me compré en Londres en el de Notting Hill unas pedazo de botas que las he tenido hasta hace muy poco también. Mis botas de Six pounds. Estaba tan orgullosa de ellas que cuando las tuve que tirar porque ya la piel se caía a pedazos hasta lloré. No miento, lloré. Los tutes que le he pegado yo a esas botas y las marchas que me he tirado con ellas! Todo el mundo me preguntaba dónde las había comprado.  Eran mi tesoro!! Ay, mis botas de Six pounds! Sniffffff!!

En definitiva, amigos, lo mío es la economía circular. Me compro ropa constantemente, incluso asquerosamente. Peeeeeero... tengo mi conciencia tranquila porque no contamino el medio ambiente, reciclo todo y además hago que rule la mercancía. Porque al igual que yo compro muchísima ropa de segunda mano, también dono la mía constantemente. Si no mis armarios reventarían, al ritmo de nuevas adquisiciones que llevo. Compro y dono, dono y compro. Es verdad que no contribuyo demasiado al negocio de la moda, pero encuentro socialmente muy saludable este constante intercambio de bienes muebles. Lo que hoy es mío mañana puede ser tuyo, y lo tuyo mío, y todo de todos.

Y porque todavía no me he metido en el Wallapop y cosas de ésas. Mi hija sí, pero dice que no quiere que yo entre en ese mundillo de intercambio 6.0 porque con el vicio que tengo podría ser fatal para mí. Yo también pienso que bastante tengo con mis tiendecitas vintageras y con mis mercadillos, no quiero abarcar más terreno del que realmente necesito. Dejo esa parcela de negocio para la juventud.

Bueno, pues nada. Igual ya he hablado de esto alguna vez, son ya tantos años que me olvido. En plan modesto blog, me pasa como a Javier Marías, que después de siglos escribiendo artículos en El País sobre todo lo divino y lo humano, nunca recuerda si ha hablado ya de los temas. Seguro que sí habré hablado de esto antes, pero bueno, da igual, si no me acuerdo yo dudo mucho que se acuerde nadie más.

Para terminar, repito, soy altamente sensible al halago. Y creo que con esto pongo el perfecto punto final a este post. 

Por si alguien quiere comentar algo sobre mis faldas, mis botas, mis bolsos, mis pantalones... siempre estoy abierta a todo tipo de opiniones positivas.

Las negativas, como ya he dicho, creo que es de muy mala educación hacerlas públicas.

sábado, 4 de diciembre de 2021

De calles y plazoletas, de catetos y catetas

He sabido que ha habido lío en el Ayuntamiento de Madrid. Qué raro, no? 

Por lo visto el follón ha sido por poner una calle con el nombre de Almudena Grandes, recientemente fallecida. En principio creo que es una petición más que razonable, dado que Grandes ha sido una gran escritora, emblemática y representativa de toda una generación, y con millones de lectores, yo entre ellos.  Aunque personalmente creo que en los últimos años se había vuelto bastante sectaria, sobre todo en su faceta como articulista, no se le puede negar su valía literaria. Seguro que pasará a la historia de la literatura española con todos los honores.

También entiendo que haya gente que no le tenga mucha simpatía, no ya porque se significara políticamente y dejara muy claras sus preferencias en ese sentido, sino sobre todo porque fue tremendamente dura con "el bando contrario", al que tachaba con frecuencia de fascista, franquista y todos esos epítetos muy y mucho de izquierdas que ya forman parte del imaginario popular. Obviamente si eres votante del PP o de Vox mucha gracia no te debe de hacer que le pongan el nombre de esta señora a una plaza de tu pueblo, cuando has sido insultado por ella con bastante contundencia. Y recordemos que en Madrid hay un montón de peña votante de derechas, que probablemente no se siente demasiado identificada con las opiniones un tanto beligerantes de Almudena. 

En fin, esto de las calles, plazas, parques y avenidas no es nada nuevo. De hecho, aunque ahora se queje mucho la facción zurda de la política madrileña, ellos tampoco se han quedado cortos en esto de los vetos. Así, de entrada, recuerdo cuando se negaron a ponerle el nombre del actor Quique San Francisco a un teatro madrileño de titularidad pública, sólo porque Quique, aparte de ser un reconocido yonki, había mostrado bastante poca simpatía hacia la izquierda gobernante e incluso se había declarado en alguna ocasión admirador de Vox (Oh, cielosssss, pecata maxima!!). Esto me dolió a mí muy especialmente porque siempre he sido muy fan suya y yo gustosamente le pondría su nombre a todos los teatros de España. Desde aquí mi más rendido homenaje como cómico. Besazo, Quique.

También recuerdo el caso del escritor Andrés Trapiello, al que se quiso homenajear poniendo su nombre a una calle y se negaron rotundamente porque consideraban que su visión de la historia de España era "revisionista".  He leído algunas entrevistas con Trapiello y siempre me ha parecido un tipo muy inteligente.  Lo que pasa es que osó discutir el pasado supuestamente "fascista" de algunos personajes que ostentaban nombres en el callejero madrileño. Nunca he entendido la animadversión que despierta en cierta parte de la izquierda, pero bueno, así funciona esto. Los míos, los tuyos, los malos, los buenos.... Ufffff, qué pereza! 

Bueno, queridos amigos, desde aquí propongo un armisticio en Madrid: calle para Almudena Grandes y otra calle para Trapiello.  Con dos cojones!

Hostia, y ahora que caigo, me encantaría también una placita para Antonio Escohotado, recientemente fallecido. Qué coño una placita!! Por lo menos una pedazo de avenida!!

Escohotado es otro gran hombre, autor de una memorable "Historia general de las drogas" que debería pasar por todos los institutos de España, a mi modo de ver. Escohotado fue un tipo muy sabio, que decidió probar todas las drogas de las que escribía para experimentar personalmente y saber de lo que hablaba. Hay que echarle muchos huevos a la cosa para hacer algo así. Sólo por eso yo ya le pondría como mínimo nombre de calle y glorieta. Pero es que además fue un importantísimo filósofo y sociólogo.  Era ferviente partidario de la legalización de las drogas, porque pensaba que era cada persona quien tenía que decidir sobre su vida. Siempre me pareció un tipo sumamente inteligente e interesante, un auténtico apasionado de la libertad del individuo. Daría algo por haberle conocido y haber podido charlar con él largo y distendido. Creo que, al igual que Almudena Grandes, merecería un gran homenaje en la ciudad en la que nació. 

Pero Escohotado, ay señor señor, en los últimos tiempos también había tomado posiciones muy críticas con la izquierda, precisamente por esa tendencia al intervencionismo en la libertad de las personas.  Había criticado muy duramente las dictaduras de todo pelaje, incluidas las comunistas. Y en esta tónica de pensamiento llegó a mostrar ciertas simpatías hacia partidos como PP y Vox, principalmente por su adhesión al liberalismo. Obviamente desde la izquierda no es un personaje cómodo. Pero oye, por qué no hacer un bonito intercambio de cromos y dedicar calles, plazas, avenidas y parques a todos estos personajes de nuestra historia cultural, haciendo un pequeño esfuerzo por obviar si están más o menos de acuerdo con nosotros, con unos y con otros?

Y mira, si tan duro es esto para alguna gente, mejor ponemos a las calles números, como hacen los neoyorkinos. "Oiga, lléveme a la esquina de la sexta con la cuarta". Números hay para vender y regalar. Se pueden numerar miles de calles, millones incluso. 

- Tú dónde vives? 

- Yo en la 2.478. 

- Pos entonces muy cerquita de mí, yo vivo en la 4.524. 

- Hostia, casi al lado!

O ya puestos, yo que soy de letras y de buen comer, por qué no nombres de alimentos? Calle del tomate, calle del pepino, calle del pollo frito, calle de los espaguetis a la boloñesa. Incluso se podrían denominar los barrios por tipos de alimentos: barrio de la verdura, barrio de la pasta, barrio de la comida basura (este nombre podría ser ideal para suburbios abyectos), barrio japo (éste ideal para pijos).

O mira, para no complicarnos, nombres de temas de actualidad: calle del pasaporte Covid, calle de la distancia de seguridad, calle del volcán Cumbrevieja, calle del ADN de Pepe Navarro... Por qué no? Sería otra forma de hacer historia.

En serio, amigos, tan difícil es ponernos de acuerdo para homenajear a las personas relevantes que forman parte de la cultura y de la historia de nuestro país, de nuestras ciudades? Así somos de catetos y de gilipollas?

Vale, no hace falta que respondáis. Era una pregunta retórica.