miércoles, 25 de noviembre de 2020

Mi madre

Pienso mucho en mi madre últimamente. No en vano estoy a un año de cumplir la edad en la que ella murió.

Cuesta pensar en superar la edad a la que murió tu madre. Ella permanece ahí intacta en el tiempo, sin envejecer, mientras que yo, si consigo sobrevivir, me iré haciendo mayor, mucho mayor que ella, al punto de que la madre muerta será siempre más joven que la hija. Son esas cosas extrañas que tiene la vida. 

Pienso en qué pensaría de mí, de mi vida, de cómo he hecho las cosas, de la persona en la que me he convertido. Creo que le gustaría. Creo que se sentiría orgullosa. De mí, de mi hermana, de sus nietos, de nuestros logros, de las familias que hemos creado.

Creo que le gustaría mi casa. Le encantaría el sitio, fijo. Otra cosa ya sería la cuestión decorativa. Ahí... ufffffff! Estoy segura de que me daría la vara todo el tiempo para que pusiera las cosas a su gusto. Que mi estilo un tanto naif, despreocupado, poco elegante, no le gustaría nada. Se horrorizaría de la falta de cortinas, de que no haya pintado la casa desde que me mudé hace 15 años, de los pañuelos que tengo colgados por todas partes para tapar desconchones y desaguisados varios, de mi escaso interés por rodearme de objetos bonitos, de mi clara preferencia por la utilidad y la comodidad... No me cabe la menor duda de que ahí chocaríamos seguro. 

Pero también creo que envidiaría mi vida. Mi libertad, los tiempos en los que he tenido la suerte de nacer.  En los suyos si te equivocabas era muy difícil rectificar. Si te casabas y no te iba bien estabas jodida. Si te quedabas embarazada y no querías estabas igualmente jodida. Si alguno de tus hijos no era "normal" estabas destinada a sufrir y a llorar lágrimas de sangre por él. Estoy segura de que le hubieran encantado estos tiempos en los que vivir de forma diferente es posible y la diversidad en todos los aspectos es hasta celebrada, aplaudida y fomentada. Saber que su hijo hoy hubiera sido considerado alguien normal, que hubiera podido casarse, formar una familia, vivir sin tener que ocultarse... sé que le habría reconfortado.

No le hubiera gustado en cambio que mi medio de transporte sea la bici, seguro que eso la tendría en un sinvivir. Tampoco le gustaría mi perra. A mi madre no le gustaban los animales, jamás quiso que tuviéramos mascotas en casa. Y le daba muchísimo asco que la gente tocara a sus perros y luego comiera tranquilamente sin lavarse las manos frenéticamente. Ya ni hablemos de dormir con ellos, de dejar que se suban al sofá, de darles besitos. Se moriría si me viera abrazar a mi perra y dormir la siesta con ella pegada. Le daría un síncope. Estaría todo el tiempo advirtiéndome de la cantidad de enfermedades que transmiten los animales. Me apuesto la cabeza.

Si hay algo de lo que sí me alegro enormemente es de que no haya podido ver enfermar y morir a una de sus nietas. Eso habría sido letal para ella. Bastante le costó superar la muerte de su propio hijo, pero ya lo de Helena la habría matado.

De todas formas cuando mi madre llegó a mi edad ya estaba bastante tocada. Apenas veía, estaba prácticamente ciega por su degeneración macular. Las sucesivas quimios la habían dejado muy deteriorada, no le quedaba un órgano sano. Estaba jubilada por enfermedad, y creo que su único disfrute era ver a sus nietas crecer. 

En fin, son reflexiones que me hago. No puedo evitar pensar en ese momento cercano del que hablaba al principio, en el que llegaré a su edad. Yo tampoco pensé nunca que llegaría. Teniendo en cuenta que desde que tuve cáncer a los 35 años siempre he creído que vivo de prestado, como que todo este tiempo es una prórroga del partido. Soy la primera sorprendida de haber llegado hasta aquí. Ya si consigo superar la edad de mi madre me parecerá una auténtica hazaña.

Bueno, no os doy más la chapa. En definitiva es eso, que me acuerdo de mi madre.

LOMLOE nainonainonainona

Menudo follón con la LOMLOE, eh? Que no tenéis ni idea de lo que hablo? Bueno, es que igual la conocéis mejor por Ley Celaà. Ahora sí, no?

Para empezar el nombrecito de marras.

Ley Orgánica de Modificación de la LOE. Me parto y me troncho. Os imagináis cuando éstos se vayan y vengan los siguientes y modifiquen ésta también y la llamen LOMLOMLOE? Y luego cuando vuelvan éstos hagan la subsiguiente LOMLOMLOMLOE? O mejor, la LOM3LOE. O mejor aún, la Lole Tercera.

En fin, qué puedo decir sobre las leyes educativas que no se haya dicho ya? Que esto es un cachondeo, que duren una media de 5 años, que así nos va, que con razón nuestros niños están a la cola-que-está-sola en todos los parámetros internacionales, que menuda panda de inútiles, incapaces de consensuar una ley que dure por lo menos 3 legislaturas seguidas... Podría empezar a rajar y no parar.

Podría empezar por decir que esto es un puto bucle. Este país es tan cutre que en lugar de discutir de programas de estudios, de métodos de enseñanza, de formación de docentes y de todas las cosas que realmente determinan la calidad del sistema educativo siempre estamos a vueltas con la religión de los cojones.  Bueno, y con el castellano, el otro conflicto endémico. Los grandes problemas de la educación en España, manda huevos. Qué pereza!

Hasta cuándo vamos a tener que estar bregando con estos despropósitos? 

A estas alturas debería quedar claro que la escuela es un lugar al que los niños van a ser instruidos en conocimientos varios; no a ser adoctrinados en ideologías o creencias. Eso es labor de los padres. La religión no es conocimiento; la religión es creencia, es dogma, es doctrina. Señores, por qué no les enseñan a sus hijos esas cosas en casa y dejan la escuela para lo que es, para formarse en las materias del conocimiento humano?

Si lo que se estudiara fuera una Historia de las Religiones podría tener un sentido. Pero no, es pura y dura doctrina católica. Eso no debería ser nunca objeto de estudio en una escuela abierta, porque en ella es inadmisible enseñar como ciertos dogmas que para otros alumnos no creyentes o creyentes de otra religión son ajenos. 

Necesitamos colegios islámicos, budistas, o de Testigos de Jehovah? No, verdad? Entonces por qué tenemos cientos de colegios católicos? Por qué todo lo relativo a la religión los niños no lo aprenden en sus casas? O en las parroquias, o en las mezquitas, o en la sinagoga, o en los lugares habilitados para ello? Tiene que ser en la escuela, que es un sitio para todos?

Por eso no me gustan las escuelas concertadas, porque un 95% son escuelas religiosas que se dedican a adoctrinar. No me importa que salgan más baratas al Estado ni que sean las favoritas de muchos padres. Yo creo que hay que luchar por la excelencia de la escuela pública. Como ocurre en algunos países escandinavos, en los que el nivel es tan alto que apenas nadie lleva a sus hijos a escuelas privadas. La escuela pública tiene que garantizar esa asepsia ideológica, que por cierto, hoy en día tampoco está garantizada en absoluto. Aquí todo el mundo quiere meter mano en las mentes inocentes de nuestros niños. Y ahí tengo que darles la razón en parte a muchos padres de la concertada que desconfían del adoctrinamiento ideológico de los programas de estudios en la enseñanza pública.

Si no deseamos adoctrinamientos religiosos tampoco debemos admitir ninguno de tipo político. Nadie debe decir a los niños qué pensar sobre las cosas. Los únicos valores humanos que la escuela tiene que enseñar son los consensuados en la sociedad. O sea, los derechos y deberes que existen en un país democrático como el nuestro, los recogidos en la Constitución que están obligados a conocer y respetar. Todo lo demás sobra. Por eso en la elaboración de los programas de estudios tiene que haber un acuerdo social amplio, y si en algún punto no lo hay mejor omitir ese aspecto concreto que no imponerlo por la fuerza.

Por poner un suponer: los valores del feminismo que proclaman la igualdad de hombres y mujeres están recogidos en nuestra Constitución y por supuesto deben estar incluidos en los programas. Ahora bien, otros asuntos complejos y polémicos como los temas de género, la ideología queer, la gestación subrogada, la eutanasia, el aborto, etc.... eso, por favor, dejemos que sean las familias las que se encarguen de darles respuestas. Que yo sea partidaria del aborto o la eutanasia no quiere decir que tengan que serlo todas las personas, independientemente de lo que digan las leyes, así que dejemos esas cuestiones fuera de la escuela. En todo caso, se pueden plantear seminarios fuera de las horas lectivas a los que los padres podrían o no apuntar a sus hijos, de forma totalmente voluntaria. Pero nunca intentar imponer un criterio contrario a las familias.

Ésa es la escuela en la que yo creo. Libre y de calidad, ajena a ideologías de todo pelaje, en la que nadie imponga a nadie sus creencias, sus dogmas de fe, su ideología política. Una escuela a la que pueda asistir por igual un niño de padres ateos, católicos, judíos, musulmanes o budistas, sin sentirse aislado o juzgado o cuestionado porque nadie va a discutirle los valores de su familia. Una escuela en la que da igual que seas votante de Podemos, del PP o de Vox, que tu lengua materna sea el castellano, el catalán o el vasco, que te vas a sentir igualmente cómodo en ella. Que los niños van a aprender y a formarse para ser personas preparadas, capaces de vivir en sociedad respetando a todo el mundo, con los conocimientos precisos para pasar a la Universidad o a algún ciclo de Formación Profesional, y punto.

Bueno, pues al parecer esto es un imposible en este país. Entre los curas y las monjas que llevan siglos viviendo del chollo de la concertada y antes muertos que perder esos privilegios, y entre nacionalistas e indepes y sus neuras con el castellano, de este bucle no salimos en la vida. 

Éste es el cuento de nunca acabar nonainonainonainona.