domingo, 30 de noviembre de 2014

Historia de unos ojos

Algunos tal vez recordaréis un post que escribí hace unos años en el que contaba las aventuras y desventuras de mis sufridas tetas. "Historia de unas tetas", titulé aquel relato de mis desgracias mamarias. La verdad es que en su momento obtuvo bastante éxito e incluso llegó a tener repercusión fuera del ámbito de mis lectores habituales, que, como ya sabéis, sois cuatro o cinco. Pues bien, hoy he decidido que le ha tocado el turno a los otros dos grandes perjudicados de mis maltrechas hechuras, mis ojos, una historia casi tan truculenta como la de las tetas pero que transcurre un poco más arriba. Advierto que el post es largo, así que os recomiendo que no lo leáis del tirón sino que os lo dosifiquéis convenientemente.

Puede que algunos de los que me conocéis en persona aunque no íntimamente os hayáis dado cuenta de que con frecuencia paso por vuestro lado y no os digo ni mu; es posible que incluso hayáis llegado a pensar que soy una estúpida de tomo y lomo. Bueno, pues independientemente de que pueda serlo en efecto, no es que no os salude por ser estúpida ni antipática (que ya digo que puede que lo sea) sino porque no os veo. Simple y llanamente.

Y vosotros diréis: bueno, tía, y por qué no te pones unas gafas para ir por ahí? Y yo os contesto: porque no me da la gana. Y es aquí donde viene la explicación y para ello es necesario que conozcáis la historia completa de mis ojos, incluso remontándonos a mis ancestros, de los que obviamente he heredado estos dos torpes luceros.

Mi fobia a las gafas se remonta a la niñez. Mi madre, que era una mujer muuuuy guapa, tenía más de 20 dioptrías de miopía en cada ojo. Yo siempre he identificado las gafas con la fealdad porque mi hermosa mamá cuando se ponía las suyas pasaba de ser la bella dama que realmente era a convertirse en una mezcla de Rompetechos y señor Barragán de escaso atractivo. La transformación era espectacular; tan es así que una vez que se puso a llover de sopetón y tuvo que bajar a prisa y corriendo a recogernos a la guardería a mis hermanos y a mí y no le dio tiempo a ponerse las lentillas, nuestra profesora no la reconoció, y cuando por fin se dio cuenta de quién era le espetó tal que así: "Juanita, por Diosss, está usted irreconocible. Haga el favor de no volver a ponerse esas gafas nunca, que no parece ni usted". Sí, amigos, se lo dijo con ese tacto y esa sensibilidad que algunas personas tienen para decir ciertas cosas. Vamos, como si Juanita fuera lady Gaga y llevara esas gafas por gusto y no por las 24 dioptrías con las que la naturaleza la había obsequiado.

Muchas veces recordó mi madre esa anécdota a lo largo de su vida, y siempre que lo hacía nos contaba cómo había llorado amargamente al llegar a casa, después de haber escuchado las "delicadas" palabras de aquella sutil profesora.

Yo heredé de mi madre, junto con su propensión a la ceguera, la fobia a las gafas como complemento infernal. En realidad yo he sido la heredera universal de todos los males de mi madre, al menos los referidos a tetas y ojos (espero sinceramente que la herencia se reduzca a eso porque la pobre tuvo que pasar en su vida por otros trances todavía peores que a mí me gustaría ahorrarme, si fuera posible).

Pues bien, como os iba contando, yo heredé esa fobia, tanto más porque cada año en la revisión del oculista cuando no me había subido una dioptría era que me habían subido dos. La visita anual al oculista era para mí una gran pesadilla porque veía de qué manera la miopía progresiva de mi madre, de sus tres herederos había decidido dejármela en exclusiva a mí. Y mientras mis hermanos, que también llevaban gafas, lucían unos cristales de un grosor prácticamente inamovible, los míos año tras año iban aumentando a velocidades ultrasónicas. De todas formas al menos pude librarme del temido parche en el ojo, que ése le tocó a mi hermano pequeño por mor de un ojo que le salió vago al chaval. Los míos, como eran igual de vagos los dos, no tenían problema en conjuntarse perfectamente.

En fin, las gafas y yo, yo y las gafas. A lo largo de mi vida, he tenido gafas de todos los tamaños y colores y con todas ellas me he visto siempre igual de espantosa y de adefesio. Por suerte a los 13 años ya consideró el oculista que tenía edad de ponerme lentillas y entonces fue cuando decidí que con gafas no volvería a salir a la calle nunca mais. Punto y pelota. Mis lentillas eran de las duras, en realidad era como tener dos chinos metidos en los ojos todo el día. Tanto me dolían que en cuanto entraba por la puerta de mi casa lo primero que hacía era correr a quitármelas, pero bueno, estaba dispuesta a soportar cualquier tormento con tal de no ponerme las gafas, y así lo hice durante todos los años del instituto y luego de la Universidad. Y no era sólo que la gente no me viera con gafas; era que no quería ni que supieran que era miope y llevaba lentillas, tal era la aversión que le tenía yo al tema. Claro, si se enteraban de que era miope podrían suponer que usaba gafas, y de ahí a imaginarme con ellas puestas iba un paso, así que prefería que nadie supiera lo cegatona que yo realmente estaba.

Con los años la cosa se fue suavizando y ya no me importaba que la gente lo supiera pero seguía empeñada en no ponerme las gafas delante de nadie. Sólo lo hice delante de mi novio cuando ya llevábamos un montón de años juntos y pensaba que nuestra relación podría superar ese duro trance. Y de hecho lo superó.

Hubo un momento difícil cuando me quedé embarazada de mi hijo el del medio porque no sé qué les pasó a mis ojos que desarrollaron una especie de alergia a las lentillas que hacía que no pudiera soportarlas ni un minuto puestas. El ojo me empezaba a arder y no tenía más remedio que quitármelas. Así que durante esos nueve meses empecé a ir a pelo por la calle y me acostumbré a desarrollar mis otros sentidos, igual que hacen los ciegos totales.

Por aquel entonces trabajaba de becaria en una biblioteca y normalmente estaba en el depósito de libros, así que cuando alguien venía y me entregaba la papeleta para que le sacara sus libros, yo me metía entre las estanterías y allí me colocaba las gafas para buscarlos y cuando ya los tenía me las volvía a quitar y llegaba hasta el usuario totalmente cegata con sus libros pero con una sonrisa radiante y más monísima que la mar. Y las gafas para salir a la calle no me las ponía ni muerta. Recuerdo que mi compi becaria me decía "hijaputa, ponte las gafas, aunque no sea por ti, por esa criatura que llevas dentro, que te vas a pegar una hostia por ahí y la vas a matar". Y yo contestaba, agarrada a ella como una garrapata: "Paso, no me las pienso poner. Mientras alguien pueda hacerme de lazarillo, yo sólo tengo que fijarme dónde pone los pies y ponerlos yo luego en el mismo sitio. Calla y ve pendiente de los escalones, no nos vayamos a pegar un cifostio".

Pero la verdad es que sí que me he pegado porrazos, y algunos de antología. He chocado contra farolas, contra árboles, contra señales de tráfico... he tropezado con escalones, bordillos, piedras, y todo tipo de obstáculos, he pisoteado a todo tipo de animalitos domésticos o callejeros... En fin, en pocas palabras, sí que era un peligro público y siempre lo he sido. Pero por ridículo que todo esto parezca, para mí ponerme las gafas era mil veces peor.

Recuerdo una vez, trabajando de becaria en Medicina, una mañana, antes de amanecer, iba yo tan orgullosa, con mi cabeza bien alta y feliz de la vida, cuando de repente me di un mamporrazo contra una farola que vi las estrellas y la nariz se me puso como un pimiento morrón. Lo peor es que detrás de mí venía una pandilla de cuatro o cinco tíos que se empezaron a descojonar, como no es para menos, y yo para disimular dije "Ufffff, es que viene una medio dormía a estas horas". Sí, sí, medio dormía! Que no veía un carajo, y mucho menos de madrugada, que no ven un pijo ni siquiera los que ven.

En fin, como digo, fui desarrollando poco a poco otros sentidos, entre ellos el de la intuición; naturalmente siempre he procurado moverme por los mismos sitios, las mismas calles, aquéllas con las que estoy familiarizada, con sus escalones, farolas y demás mobiliario urbano. Y si por estricta necesidad tengo que salir de mi habitat intento ir acompañada por alguien que me guíe sabiamente, bien agarrada de la manita, por territorio enemigo.

También, para no parecer una antipática de manual, he desarrollado otras técnicas de despiste y camuflaje. Por ejemplo, como está muy feo quedarse mirando a alguien fijamente y luego, si le conoces, no saludarle, procuro no mirar nunca a la gente directamente cuando ando. Suelo ir mirando al suelo o al cielo o a los lados, pero nunca al frente. Más de una vez he evitado pisar una mierda por este sencillo sistema, no porque vea la mierda propiamente sino porque veo una mancha y ante la posibilidad de que pueda ser una mierda, pues la esquivo. Igualmente habré evitado pisar todo tipo de cosas, pero seguro que alguna mierda había entre todas esas manchas.

Bueno, a lo que iba, que como creo que es mejor pecar por exceso que por defecto, en algunos sitios en los que es poco probable que me cruce con gente totalmente desconocida, como son mi calle o mi trabajo, lo que hago es saludar a todo el mundo indiscriminadamente confiando en que la mayoría me conozca de algo, o en el peor de los casos, que crea que le he confundido con otra persona. De todas formas habéis de saber que aunque os saludo yo no sé que os he saludado; sé que he saludado a alguien pero no a quién. Cuando iba por la calle con mi marido y él saludaba a alguien yo siempre lo hacía también, por si acaso, y luego él me decía: "Es Periquito, o Fulanito, o te has colao, a ése no lo conoces", pero cuando voy sola no me entero de a quién le digo ni hola ni adiós ni nada.

Mucha gente no sabe cómo puedo ir así por la vida y me comen la cabeza para que me ponga las gafas. Pero yo no pienso hacerlo, no lo he hecho nunca y ahora no lo voy a empezar a hacer. Y te dicen: "Pero si estás muy guapa con gafas". Y un huevo! Guapa ni guapa, estoy pa matarme. De hecho la única gente que está guapa con gafas es la que tiene una o dos dioptrías como mucho; nadie con seis ni siete ni ocho dioptrías está bonito con gafas; nadie. Y yo no soy una excepción.

En fin, mis ojos, después del embarazo aquel en el que empecé a moverme a tientas por la calle, han pasado por múltiples avatares. Después de nacer mi segundo hijo me operé de miopía (tenía entonces 10 dioptrías, astigmatismo aparte), y de momento me quedé más o menos bien, pero luego por diversas circunstancias (una anemia de caballo, otro embarazo inesperado, etc.) al final fui otra vez perdiendo visión poco a poco y recuperé una parte de las dioptrías que me había conseguido quitar.

De todas formas, si cuando veía menos que Pepeleches nunca me había puesto las gafas para salir  no iba a empezar a hacerlo ahora, que la cosa era pecata minuta, porque para mí cuatro o cinco dioptrías es una mariconaílla sin importancia. Lo que pasa es que a la miopía y al astigmatismo con los años se unieron otras cosas. Aparte de la presbicia (que afortunadamente me afecta poco debido a mi miopía, por lo que de cerca veo bastante bien) y de incidencias varias, como cuando me salió el huevo frito en el ojo (por si tenéis curiosidad lo cuento en otro post de los de la etiqueta "anecdotario"), un buen día de repente me di cuenta de que con un ojo no veía casi nada. Al principio pensé que tenía las gafas sucias pero por más que las limpiaba con agua y jabón no conseguía ver mejor, hasta que me di cuenta de que no eran las gafas sino el ojo. Cuando fui de urgencias a la clínica me dijeron que había sufrido un derrame en la retina y que tenía una mancha en el centro del ojo que me quitaba prácticamente toda la visión frontal. Vamos, que por los lados aún veía algo, pero había perdido casi el 90% de capacidad visual.

La solución era operarme pero el médico no podía asegurarme que fuera a recuperar algo más del 50%, y luego, cuando leí los efectos secundarios posibles que podía tener la operación, que si desprendimiento de retina, que si glaucoma, que si tal que si cual, estaba a punto de firmar mi consentimiento cuando tiré los papeles al suelo, salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo y me dije "Virgencita virgencita, que me quede como estoy". Y aunque no veía tres en un burro decidí que ya me acostumbraría. Y oye, poco a poco lo hice y empecé a ver algo mejor y a defenderme bien en mi trabajo. Y lo que son las cosas, no era sólo que me hubiera acostumbrado sino que efectivamente la mancha estaba remitiendo milagrosamente por sí sola. No del todo, por supuesto, pero sí lo que el médico me había asegurado que remitiría con la operación. Vamos, que me curé yo solita, y recuperé bastante visión. Chula que es una.

Cuando habían pasado unos años de este percance, otro buen día de repente estaba trabajando y se me aparecen unas moscas danzando delante. Yo no podía concentrarme porque las dichosas moscas no paraban de moverse pero cuando las quería atrapar desaparecían. En fin, abreviando, que las moscas no eran reales sino que eran otra invención de mis peculiares atributos oculares. Haaala, oooootra vez salí corriendo para la clínica y allí me dijeron que tranquila, que no tenía mayor importancia, que esto le pasa a mucha gente, sobre todo a los miopes, y que no tiene cura pero con el tiempo te acostumbras y casi dejas de ver las moscas. Y así es; efectivamente, pasado un tiempo las ignoras y casi te olvidas de que están ahí y tienes que esforzarte y concentrarte para verlas. Puedes leer y trabajar perfectamente sin que te molesten.

En fin, teniendo en cuenta todas estas vicisitudes, podréis entender que no me sorprendiera mucho cuando en mi última revisión ocular, me dice el oftalmólogo: "tú no te has dado cuenta de que no ves prácticamente nada con el ojo derecho?". Y yo: "Pues la verdad, no". "Pues sí, sólo tienes un 10% de visión en ese ojo". Yo creí que sería porque la mancha se había vuelto a extender, pero no; me hizo algunas pruebas y resultó que era una catarata; no de las causadas por la edad (sí, Kowalski, que soy vieja pero no tanto), sino una catarata miópica. No me extrañó tampoco porque mi madre también la tuvo a los 40 años y la pobre, después de toda una vida con sus veintitantas dioptrías, por fin consiguió en la madurez quitarse las gafas y poder ir por la vida bella y radiante como era ella de por sí. Anda que no estaba contenta!

La realidad es que cuando ves tan poco como yo he visto toda la vida es que si te pasa algo gordo en los ojos no te enteras como el resto de las personas. A lo mejor te das cuenta de que no guindas un huevo pero no te extrañas porque tampoco has guindado nunca, así que no le das mayor importancia. Vamos, que te dice un tío que ves un 10% de lo que deberías de ver, y piensas: "Y cuando he visto yo lo que debería de ver?" Y como con el otro ojo más o menos me defiendo bien lo cierto es que no me había percatado de la catarata.

Ahora estoy en capilla, esta semana me opero. Un poco acojonada porque odio que me toqueteen los ojos y me hagan pupa, pero esta vez no tengo más remedio. Y aunque teniendo en cuenta las particularidades de mis ojos las posibles secuelas se multiplican en mi caso, sé que tengo que hacerlo y punto. Vamos, que no voy a salir corriendo de nuevo, en plan paciente a la fuga.

Lo que voy a decir ahora no es por dramatizar; sé que a algunos les puede parecer muy fuerte pero para mí es un pensamiento habitual con el que estoy familiarizada desde hace muchos años y no lo veo especialmente terrible. Yo sé que mi final es la ceguera. Está dentro de la herencia que me dejó mi madre, que también terminó ciega los últimos años de su vida (murió a los 56). A ella también le gustaba escribir y llevaba un diario en el que contaba las cosas que pensaba o sentía pero en los últimos tiempos ya veía tan poco que tuvo que seguir con el diario grabando cintas de cassette. Yo he tenido mucha más suerte que ella, porque hoy en día con las nuevas tecnologías, yo podría seguir escribiendo perfectamente aun estando ciega. Y también puedo seguir leyendo, que es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida.

Este porvenir mío tan oscuro (sí, amigos, un poco de humor negro nunca está de más) es algo que tengo asimilado hace años y estoy psicológicamente preparada para ello. Estoy muy contenta de vivir cerca de la ONCE, creo que es una feliz circunstancia, porque sé que más tarde o más temprano ése será mi lugar de trabajo y de estudio, tendré que aprender a valerme por mí misma y a usar las tecnologías para ciegos y luego me dedicaré a ayudar a otras personas a las que les pase lo mismo. Lo único que me gustaría es por lo menos seguir viendo los colores. Puedo concebir no ver las formas pero un mundo sin colores me parece horrible.

Cuando tienes claro que eso es algo que va a pasar sí o sí tarde o temprano porque lo llevas inscrito en tu ADN, lo único que esperas es que sea cuanto más tarde mejor, pero siempre piensas cuando te pasa algo nuevo en los ojos que el momento puede estar ya ahí. Yo ahora lo pienso con lo de la catarata, pero bueno, también lo pensé cuando lo de la mancha en la retina y luego no fue. No sé, el momento llegará pero no sé cuando.

Sí os digo desde ya que cuando ocurra os ahorraré la horrible visión de mis ojos ciegos, que es algo muy desagradable para los interlocutores, porque me plantificaré unas gafas de sol de ésas de espejo y no me las quitaré ni para dormir (con las gafas de sol nunca he tenido problema, al revés, me encantan; en realidad mi fobia nunca ha sido a las gafas sino a los cristales de las gafas). Igual que si me quedo tuerta, que también tengo pensadas varias soluciones estéticas para evitar el penoso espectáculo a mis seres queridos y a todo el mundo en general. Hace unos años vi una telenovela en la que salía una tía tuerta que se ponía unos parches de colores superchulos, incluso estampados, animal print y todo eso, y siempre los llevaba conjuntados con la ropa y demás complementos. Ésa podría ser una buena solución.

En fin, lo que peor llevo es que me pase algo que me provoque dolor. Yo para el dolor soy muy cagada, la verdad. Si eso me pasara tendría que estar drogada todo el día al más puro estilo doctor House. Pero "en no doliéndome", con lo demás cuento y creo que podría sobrellevarlo más o menos bien. Pienso que puedo ser muy útil en el futuro en la ONCE, sinceramente.

Bueno, pues aquí termina la historia de mis ojos hasta el día de hoy. Sé que puede haber resultado algo larga y pesada pero ya advertí que la podíais leer en plan fascículos. No os digo que recéis por mis ojos porque sé que la mayoría sois tan ateos como yo, pero sí que me mandéis energía positiva a raudales, o mejor que a mí, al cirujano que me operará, que espero por lo menos que no sea alcohólico ni tenga Parkinson.

Si alguien me quiere mal y me desea algo negativo debe de saber y le aviso desde ya que yo me hago siempre la pirámide mental y todo lo malo que me deseen choca contra mi pirámide, rebota y recae sobre el cabronazo que me lo ha deseado. Éste es el principal motivo por el que yo nunca le deseo tampoco mal a nadie, no sea que también se haga la pirámide y la cosa pueda terminar como el rosario de la Aurora.

En resumidas cuentas, no sé si la próxima vez que escriba por aquí veré con un ojo, con los dos o con ninguno... De todas formas, sea como fuere, seguiré dando la murga porque yo he nacido básicamente para incordiar y no pienso renunciar a ello, ni ciega ni sorda ni muda ni coja ni manca, y si me apuras, ni muerta.

Queridos todos, probablemente... continuará.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Fuera ya de la enseñanza pública la puta clase de Religión!

Me llama la jefa de estudios del insti:

“Su hijo no ha venido a clase a primera hora, lo sabe usted?”

“Pues sí, me ha dicho que no tenía clase”

“Pues sí que tiene, lo que pasa es que no viene ningún miércoles porque no le da la gana”.

“ Cómo que no va porque no le da la gana?”

“Pues porque hay clase de Religión y los que no dan tienen hora de Alternativa, que es una hora libre para estudiar”.

“Entonces es verdad que no tiene clase”.

“No, porque es hora de Alternativa”.

Y ahí me callo por no liarme a despotricarle a esta señora en plan cabra suiza.

Pero señora mía, qué coño es “Hora de Alternativa"? Eso lo da algún profesor? Qué clase de clase es ésa? Cuál es el objeto de estudio de esa materia?

Madre mía, estoy de la puta clase de Religión y su “alternativa” hasta el mismo moñamen.

Por qué mis hijos tienen que perder dos horas a la semana con una asignatura “fantasma” para que otros niños estudien una cosa que deberían enseñarles en sus casas o en sus parroquias? Qué coño pasa en este país que no hay manera de quitarse de encima en la escuela pública esa reliquia infame que es la asignatura de Religión?

Llevo toda la vida con la misma historia y al final me moriré con las ganas. Han pasado unos cuantos gobiernos y unas poquitas leyes de educación desde que mis hijos empezaron a ir al cole y absolutamente nadie ha tenido cojones para resolver este asunto por la vía más sencilla, lógica y razonable, la de quitar de una puñetera vez la dichosa clase de Religión y mandar a los niños a sus casitas y a sus templos a aprender los rezos y las costumbres de la fe que profesen sus papás. Necesitamos a Podemos ya!!!!!

Estoy en esta guerra desde que mi hija era pequeña, en los primeros cursos de primaria, cuando en clase de Religión, como ella era la única niña que no la daba, la ponían al final del aula, como si estuviera castigada, mientras los otros niños rezaban y entonaban sus abominables y melífluos cánticos. Cuando me enteré de que ésa era la famosa “alternativa” monté tremendo pollo en el colegio y exigí que a mi hija se la sacara de la clase esa hora y que algún profesor se hiciera cargo de ella, que era a lo más que podía aspirar.

Después con los otros dos he pasado por distintas etapas. En sus clases ya había más niños que no daban Religión y en esa hora o aprovechaban para estudiar y hacer deberes o daban la famosa asignatura llamada “Alternativa a la Religión”, que venía a ser como una especie de educación en valores que, supuestamente, deberían sustituir en los niños ateos a los valores religiosos de los niños católicos. Y esta asignatura nos la colaron de estrangis porque los papis meapilas protestaron por que los niños ateos tenian dos horas más para hacer tareas y eso les parecía discriminatorio para sus retoños.

Y ahora viene la tía esta a decirme que mi hijo de 18 años se tiene que pegar un madrugón para perder una hora en el instituto mientras cuatro beatillos granulentos (porque ya en el bachillerato la proporción se invierte y son cuatro o cinco los que se apuntan a esta patochada) aprenden a practicar un culto religioso en una institución educativa de titularidad pública!!!

Y encima los responsables del instituto son tan sumamente torrrrrpes que, en lugar de poner la clase de religión a media mañana para que así los niños “malos” tengan que permanecer en el centro sí o sí, tanto si quieren como si no, van y la ponen a primera hora o a última. Panda de mataos! Menudas lumbreras!

Pues no, no voy a pedirle a mi hijo que se levante y vaya a primera hora al instituto. Lo que voy a hacer es escribir un justificante diciendo que no puede asistir los miércoles a primera hora por "asuntos familiares". Y sacaré una copia cada miércoles, la firmaré y se la daré para que se la plante en las mismas narices a quien quiera obligarlo a perder su tiempo de esa estúpida manera.

Sí, me subo por las paredes, qué passsssa? 20 años ya batallando contra este despropósito dan para eso y para más. Ya está bien, coññññño!!!!

domingo, 16 de noviembre de 2014

Enamorarse

Una amiga me enseña unas fotos de María Teresa Campos en una revista del cuore: "Mira lo que le ha hecho el amor a ésta".

Efectivamente Campos aparece junto a su novio Bigote Arrocet y parece que el amor le haya quitado lo menos lo menos 25 años de encima. Quiero creer que algún arreglillo de quirófano también puede haber por ahí, pero vamos, que es verdad que la tía a sus casi 70 años está hecha un pincel.

- Pues sí - contesto yo - lo suyo es enamorarse de vez en cuando porque está visto y demostrao que es lo mejor para el cutis. El problema es que solo favorece los primeros tiempos, luego ya la gente se abandona y se pone hecha un adefesio, así que hay que estar constantemente enamorándose y desenamorándose para poder enamorarse otra vez, como dice la coplilla. Qué pereza! Me canso solo de pensarlo.

Sí, me canso, me canso, pero lo de la Campos me ha dado qué pensar. Joder, porque yo por mi cutis estoy dispuesta a cualquier cosa, bien lo sabe Dios. Y también las cajeras del Mercadona, que están jartitas de pasarme los códigos de barra de sus productos de belleza, justo para lo que da mi exigua economía. Y enamorarse sale mucho más barato que comprar todos esos cremajos milagrosos o que someterse a tratamientos de cabina de los que te anuncian en todas las revistas y que cuestan un pastizal. Enamorarse solo es una cuestión de buena voluntad y empeño, y si todo el mundo puede hacerlo yo también tengo que poder.

Vale, decidido, tengo un proyecto de vida: voy a ver si me enamoro. Ahora bien, de quién coño me enamoro.

Analizo un poco mi entorno y la cosa está... difícil no, lo siguiente. En mi trabajo hay nada más que tías y los pocos tíos que hay o están supertarados o felizmente casados, que viene a ser lo mismo a efectos de enamoramiento. Además, que donde tengas la olla no metas la polla, y ese principio es sagrado para mí.

También podría meterme en una página de ésas de contactos. Conozco a una que se separó y al día siguiente ya estaba apuntada al Meetic, y al mes con novio y a punto de volver a casarse. Me imagino que lo habrá hecho también por el cutis porque no creo que después de un divorcio le queden a una tantas ganas de tío, pero bueno, tiene que haber gente pa to.

En fin, el caso es que a mí las páginas de contactos no terminan de convencerme para los fines que busco. Porque realmente no quiero un novio propiamente dicho; lo que quiero es enamorarme un poco para que eso repercuta positivamente en la tersura de mi piel pero ni de coña estoy dispuesta a ponerme a salir y a entrar con un desconocido ni a adaptarme a sus usos y costumbres, probablemente muy distintos a los míos.

Uffff, la cosa está  muy complicada, la verdad. He pensado también que podría enamorarme de una tía; he visto a mucha gente que ha cambiado de tercio a mitad de la vida y no pasa nada. Pero es que tampoco conozco a ninguna tía que me atraiga lo bastante. Algunas de mis amigas están muy bien pero les tengo demasiada confianza, no me veo enamorándome de ellas, sinceramente.

Lo ideal es ir sobre seguro. Ya he dejado recado por ahí a todo el mundo de que si conocen a alguien que me pueda gustar y a la viceversa que me den un toque. Pero claro, hay unas condiciones sine qua non que la persona en cuestión tiene que cumplir y, hosssstia, lo encuentro francamente difícil. Abreviando:

1. Tiene que querer más o menos lo mismo que yo, o sea, enamorarse un poco para estar favorecido o por cualquier otra causa noble, pero no un noviazgo de darse mucho por culo y estar todo el día enganchados al móvil o a la Internet, o todavía peor, a la cama. Esto es supercomplicado de encontrar porque los tíos básicamente lo que quieren es follar y cuanto más mejor, y la mayoría no se conforman con verse una vez al mes y echar un polvo. No, ellos quieren asiduidad y calentamiento global y a ser posible permanente, lo cual es un puto coñazo.

2. Pongamos que encuentro un mirlo blanco que cumple el primer requisito. Ahora tampoco quiero que beba como un cosaco. Quiero que sea aficionado al buen vino y a la buena mesa pero con moderación. No quiero ni pensar en pasar de vestir santos a desnudar borrachos. Esto es también muy difícil de encontrar porque lo más normal es que o te encuentres con un abstemio radical, que son tela de aburridos, o con un destroyer de ésos a los que tienes que acabar acostando a cuatro patas después de una noche de juerga. Ni pensarlo.

3. Suponiendo que tuviera una buena suerte de la hostia y encontrara a alguien que cumpliera los dos requisitos anteriores... Ahora viene lo más difícil: que el tío me guste como para conseguir enamorarme, aunque solo sea un poco. Y ahí ya sí que prácticamente necesito un milagro. Porque yo, que en mi juventud fui enamoradiza a más no poder, incluso hasta lo patológico, con el tiempo he ido desarrollando una curiosidad cuasi científica por los tíos. Vamos, que los veo un poco en plan entomóloga; que me gusta observarlos y estudiarlos y clasificarlos pero que no me veo yo enamorándome de ninguno. Sería como si Marie Curie se hubiera enamorado del Radio o Alexander Fleming de la Penicilina.

Por favor, que ningún tío que lea esto se sienta molesto. De verdad, no tiene nada que ver con ellos, porque con las tías me pasa exactamente lo mismo. Probablemente es una tara mía, que a fuerza de observar y observar comportamientos que me resultan extraños, he terminado por convertirme en una especie de Observatorio, en una apasionada del vouyerismo científico, en una estudiosa de las rarezas humanas. Y claro, intentar enamorarte de tu objeto de estudio es algo que roza lo paranormal.

Y no es que esté cerrada al amor, como por ejemplo dice Campos que ella estaba hasta que empezó a guasapearse con Bigote Arrocet. Que estoy abierta y bien abierta, qué más quisiera yo, que estoy ahí to entregá a la causa; pero claro, con esta problemática que tengo a ver cómo consigo enamorarme para conseguir esa tez resplandeciente que luce nuestra querida María Teresa la tersa, incluso cinco años después de empezar a presentar esa momiada que es "Qué tiempo tan feliz".

Madre mía, no gano para problemas. Ahora que estaba yo tan bien y tan a gusto se me presenta esta tesitura cosmética. En qué cochina hora me enseñó mi amiga esas fotos de la Campos. Qué hija de puta!

Ps. Ah, se me olvidaba deciros que si conocéis a alguien que cumpla con mis requisitos para enamorarme me informéis de inmediato, por favor.

Y otra cosa, ya de paso si supiera hacer cosas de mantenimiento del hogar, como arreglar enchufes, colgar cuadros, algo de fontanería a nivel usuario, albañilería básica y asuntos de ésos ya sería ideal porque mataría dos pájaros de un tiro, que tengo la casa que se me cae a pedazos y me vendría genial. Hay que optimizar recursos.

Ah, y si también sabe pintar, no de fino, sino de brocha gorda ya es que me moriría de gusto.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Te lo juro por mi facebook

Una amiga desesperada me enseña el facebook de otra de sus amigas, al parecer adicta al idem. Por lo visto esta muchacha desde que se levanta hasta que se acuesta se pasa el día colgando fotos, comentarios, canciones y todo tipo de morralla en su página, y para demostrármelo mi amiga me da un paseíto por un día en la vida de esta chica.

Y no llegamos al día entero porque a partir de las 3 de la tarde en que la muchacha cuelga un selfie comiéndose un plato de lentejas me quedo tan traspuesta y estresada que le pido por favor que pare porque no puedo más.

Y como la cosa me ha impresionado tanto voy a compartir yo aquí con mi público lo que podría perfectamente ser un día en la vida de... pongamos Mariló.

- 7 de la mañana. Mariló se levanta y se hace un selfie que cuelga inmediatamente en su facebook con el siguiente comentario: "Mirad qué carita".

25 megustas.

No hay comentarios.

-7'15. Mariló se lava los dientes y se hace un selfie que cuelga inmediatamente. "Lavándome los dientes".

33 megustas.

1 comentario: "Estás guapa hasta lavándote los dientes".

- 7'30. Mariló tomando café, se hace un selfie y lo cuelga. "Mmmmm, qué rico este cafelito. Y después directa al baño, jajajaja"

35 megustas.

No hay comentarios.

(Inciso: Mariló tiene compasión de sus seguidores y amigos y les ahorra un selfie cagando. O quizás esté estreñida y el café no haya hecho efecto, vete tú a saber)

- 7'45. Mariló en el ascensor de su casa se hace un selfie mientras se pone máscara de pestañas en un ojo. "Maquillándome en el ascensor".

35 megustas.

Varios comentarios: "Nena, qué vicio", "Cómo puedes echarte rimmel a la vez que te haces un selfie", "Eso es, ponte guapa y sal al mundo", etc.

- 7'50. Mariló en un taxi camino de su trabajo. Selfie con el taxista. "Qué os parece, chicas, el taxista tan mono que me he buscado, jajajaja"

43 megustas.

Comentarios: "Vaya que está bueno el muchacho". "Le habrás pedido el teléfono? Jajaja", "Qué suertuda, yo nunca pillo esos taxistas", etc.

500 selfies después con sus correspondientes megustas y comentarios de sus amigas…

- 10'00. Foto de una montaña de papeles. "Ordenando mi mesa. Uffff, qué mañana llevo, chicas"

45 megustas.

Comentarios: "Chica, eso sí que es trabajar", "A ver, hay que ganarse el pan, jajajajaja", "Pa que luego digan que en este país no se da palo al agua", etc.

- 11'00. "Chicas, qué feliz me siento. Mi vida es maravillosa". Y cuelga un selfie con carita soñadora y una canción de India Martínez.

43 megustas.

Comentarios: "Claro que sí, guapa, tú te lo mereces todo", "Me encanta que seas feliz", "Es maravilloso que la vida te sonría, felicidades, corazón", etc.

- 11'15. Una canción de Merche. "Para mi chico". Y una foto de ella con un chaval.

51 megustas.

Comentarios: "Gracias, preciosa, te quiero", "Me encanta esa canción, dice tantas verdades", "Te puedes creer que me he puesto a llorar y todo?", etc.

- 11' 25. Su chico contesta con una canción del Arrebato. Mariló comenta "No es un amor?"

77 megustas.

Comentarios: "Qué suerte que tu chico te diga esas cosas", "Tú te mereces eso y más", "Uyyyy, El Arrebato, me encantaaaaaa", etc...

Y así tooooooooodo el día, incensantemente, sin tregua. No os voy a cansar más porque es realmente agotador seguir el minuto a minuto de la vida de esta criatura y los interesantísimos y megaingeniosos comentarios de sus amigas.

En fin, llegados al punto de las 11'25 horas de un día en la vida de la "desinquieta" Mariló es muy difícil poder seguir soportando por mucho tiempo más su palpitante actualidad. Yo aguanté sin embargo como una jabata hasta las lentejas. Definitivamente, me reafirmo una vez más en mi decisión de pasar del facebook.

Mi amiga me pregunta: “Qué te parece?

“Pues me parece un puto coñazo. Esa tía está muy enferma, pero tú más por tragarte todas las gilipolleces que cuelga al cabo del día. Por qué no borras a esta pesadilla de mujer de tu facebook?”

Me contesta que no puede porque se daría cuenta de que la ha borrado.

"Bueno, y qué? Para qué coño quieres tener una amiga tan sumamente coñazo?"

Se queda un rato pensando antes de contestar:

"Y si le pasa alguna vez algo interesante y no me entero?"

Socorroooooooooooo!

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Amigas

Tengo una amiga que se ha echado un novio malagueño recientemente. Le pregunto por él:

- Qué tal tu romance?

- Ah, pues muy bien, el martes viene a verme.

- Qué bien!

Un momento!!!! Rayos, truenos y centellas!

- El martes????? El martes es mi cumple!!!!!!

- Ah, bueno, pues celebramos tu cumple la semana siguiente.

- Comooooorrrrrr? Retrasar mi cumple? Pero es que tu novio, que viene a verte una vez al mes, no puede venir otro día? Tiene que ser forzosamente el día de mi cumple? Que yo solo cumplo años una vez al idem, por el amor de Diosss!

- Mujer, pero es que él no sabe que es tu cumple.

- Él no, pero tú sí. Cómo es que no le dijiste que el martes no podías?

- Bueno, mujer, no te sulfures, que yo lo llamo y le digo que venga otro día.

- Ah, bueno, vale, eso ya es otra cosa. Vamos!

El martes salimos a celebrar mi cumple, ella, otras amigas y yo. Bueno, pues no veas la que me montaron las otras dos arpías, pedazo de suripantas; me querían comer viva! Y las muy ladinas esperaron a después del almuerzo, no empezaron a despotricar hasta las copas.

- Una buena amiga no hace eso. Eres una egoísta, porque tú lo que deberías es querer que tu amiga sea feliz.

- Un momento!!! Yo quiero que mis amigas sean felices todo el año. Pero el día de mi cumple quiero que sean felices celebrando mi cumple!

En fin, dadas las circunstancias, creo que ha llegado el momento de dar rienda suelta a mi filosofía personal sobre la amistad. He aquí:

Según mis principios, las personas se dividen por estricto orden de prioridades del siguiente modo:

1º. Familia.

2º. Amigos.

3º. Tíos.

La familia es siempre lo primero, porque está ahí para lo bueno y para lo malo, aunque a veces pueda ser un poco coñazo y un incordio, pero siempre puedes contar con ella cuando la necesitas.

En segundo lugar están los amigos, que si son buenos y apañados, también suelen estar ahí cuando echas mano de ellos.

Y en tercer lugar están los tíos con los que sales, que hoy pueden estar y mañana no estar, que entran y salen de tu vida y son perfectamente intercambiables unos por otros.

La única manera de modificar estas prioridades es que con un tío las cosas vayan a más y formes una familia con él, con lo cual ya no es un tío sino que es parte de tu familia y pasa automáticamente al primer puesto en tu orden de prioridades, junto con el resto del clan.

Por tanto, dejar tirada a una amiga el día de su cumple para salir con un tío es MORALMENTE REPROBABLE E INADMISIBLE, y no al revés, como pretendían estas muchachas.

Otra cosa es que tu amiga sea una pelmaza que requiera tus atenciones permanentemente y no te deje nunca en paz. En ese caso es admisible de vez en cuando mandarla a la mierda para follar, para hacer puenting o para cualquier otra actividad que quieras hacer con un tío. Pero si tu amiga, como es concretamente mi caso, sólo te pide lealtad institucional hacia vuestra amistad, dos días al año, el de su cumple y el de su santo, tú nunca puedes hacerle eso.

Bueno, existen unas cuantas excepciones, que paso a enumerar:

1. Que el novio sea un marino mercante, lleve meses en el mar, y su barco atraque justamente, mira tú por dónde, el día del cumple de tu amiga. Entonces está justificado aplazar la celebración un par de días o tres a lo sumo. Y quien dice marino mercante dice soldado en Afganistán, por ejemplo.

2. Que el novio sea un señor casado o fuertemente comprometido. Esta clase de novios disponen del tiempo justo y hay que respetar rigurosamente los ratos en los que pueden hacerle la pirula a sus señoras o sus novias.

3. Que el novio sea impotente y precisamente ese día, qué casualidad, le haya dado su médico la receta de la Viagra. Eso justificaría también un breve retraso en la celebración del cumple de tu amiga. Pero breve, lo justo para un par de polvos y pare usted de contar.

4. Que el novio esté en la cárcel y el día del vis a vis coincida con el cumple. Bueno, un vis a vis también es una buena excusa.

5. Que el novio sea un enfermo terminal y tenga los días contados. En fin, esto ya sería cuestión de simple compasión.

En todas las demás situaciones NO ESTÁ JUSTIFICADO DE NINGUNA MANERA RETRASAR EL CUMPLEAÑOS DE UNA AMIGA PARA VERTE CON UN NOVIO!!!!!! Y punto.

Así pienso,  así soy y así os lo he contado.

Y quien piense que soy una hijadeputa… igual lleva razón.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Sé lo que hicísteis, panda de gusanos

Estamos contemplando en vivo y en directo una auténtica película de miedo. Sí, amigos, el espíritu de Halloween ha llegado hasta las esferas del poder y el pánico ha invadido las sedes de los grandes partidos. Niñoooooos, que viene el cocooooooo!

Tenemos a nuestro Freddy Krueger particular, que en esta peli se llama Pablo Iglesias; un peligroso terrorista, etarra, chavista, bolivariano, bolchevique, melenudo... lo peor de lo peor; y luego está el grupito de ingenuos y bondadosos muchachotes que van cayendo uno a uno a manos de Freddy, que son nuestros queridos próceres de toda la vida de Dios.

De repente, los vemos pidiendo perdón, muy compungidos, dándose golpes de pecho y diciendo aquello que puso en su día de moda nuestro insigne jefe del estado: "No volverá a ocurrir". Y así nos ha pedido perdón la inefable Esperanza Aguirre, toda ella contrita y solidaria con el ciudadano de a pie... Y también nos ha pedido perdón el aún más inefable Mariano Rajoy, el mismo que se refiere a sus antiguos amigos del alma ahora como "esa persona por la que usted me pregunta"...

Sí sí sí sí. El miedo se huele a la legua.  Pablo Krueger les pisa los talones; según algunas encuestas (Metroscopia, CIS) ya les ha adelantado y está sentado tan ricamente esperando a ver cómo van cayendo uno por uno, y no por lo que haga o diga él mismo, sino por la propia ineptitud y sinvergonzonería de los futuros finados.

Por cierto, respecto al tema de la corrupción me gustaría recomendar un artículo de José Manuel Atencia en El País, donde hace memoria y cuenta la película muy clarito. Se titula "La corrupción y los hechos". Para que flipéis os copio el enlace y algunos párrafos la mar de contundentes:

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/10/31/andalucia/1414766799_386382.html

"Fue en julio de 2007 cuando el Congreso de los Diputados instó al Gobierno de Zapatero a liderar un pacto de Estado contra la Corrupción urbanística, con un paquete de medidas que incluía un código ético que debían suscribir todas las formaciones políticas. Dos años después, en 2009, en un conclave del PP en Barcelona, la entonces portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, reclamaba a todos los partidos otro pacto de Estado contra la corrupción, con el que sacar del “sistema a los que vienen a vivir de él y no a servir”. Ocho días después, fue Rajoy el que anunciaba en Sevilla, en la 15ª Unión Intermunicipal del PP, el siguiente decálogo de medidas para “recuperar el prestigio de la política”. Y decía: “No tenemos nada que ocultar”.
No debieron tener mucho éxito las medidas, ya que tres años después, en otro Congreso del PP, Rajoy volvía a anunciar el siguiente paquete de acciones para endurecer los controles internos sobre la corrupción política, apelando a la necesidad de mantener “conductas ejemplares y controles rigurosos” del dinero público.

Como el PSOE no iba a ser menos, al mes siguiente, la por entonces vicesecretaria general, Elena Valenciano, hacía un anuncio de impacto: los socialistas iban a crear una comisión de expertos independientes para que les aconsejaran sobre cómo luchar contra la corrupción. “Que nos miren desde fuera”, dijo Valenciano.
Se olvidó todo y en 2013 Rajoy aprovechó el debate sobre el Estado de la Nación, en plena efervescencia del caso Bárcenas, para anunciar otra vez medidas contra la corrupción. Cinco meses después, la comisión que se creó al efecto solo se había reunido una vez. Como eran pocas las medidas, la nueva presidenta de la Junta, Susana Díaz, tomó posesión del cargo reclamando a Rajoy que liderara un gran pacto contra la corrupción y anunciaba las suyas propias. A los once días, el Gobierno de Rajoy presentaba por cuarta vez su oferta de pacto para la regeneración democrática."

Pues sí, amigos, esto es lo que hay. Y aunque muchos teníamos la percepción de que esto de la lucha contra la corrupción nos sonaba de algo y ya no les hacemos ni puto caso cuando discursean sobre este asunto, Atencia se ha molestado en buscar la información para traernos exactamente las fechas y los datos que demuestran la tomadura de pelo y la desfachatez de estos gusanos abyectos e impresentables.

En el fondo yo lo que creo es que estas encuestas de Metroscopia o el CIS no sé si reflejarán los resultados de las próximas elecciones, probablemente no; lo que sí reflejan es un hartazgo claro. En definitiva, que la gente está loca por ir a las urnas y mandar a toda esta panda a la puta calle.

Puede que ya no salgamos a manifestarnos, dada la evidente inutilidad de nuestras protestas, pero creo que la inmensa mayoría tenemos claro que a estos antisistema no los queremos, porque son ellos y solo ellos los que han socavado no solo el sistema en sí mismo sino, sobre todo, la confianza de la gente en ese sistema y en sus instituciones. Y para eso no hay perdón que valga.

Que les quede claro que los que dan verdaderamente miedo son ellos y que aquí la única peli de terror que hay es la que estos cabronazos han estado rodando durante los últimos 30 años. Que lo que la gente está diciendo en esas encuestas es: "Sé lo que hicísteis los últimos 30 años, panda de gusanos". Y lo vais a pagar donde estas cosas se pagan, en las urnas. Ésa es mi esperanza y ése es mi deseo.

De lo que siembres recogerás... por los huevos

Tengo una amiga que ha puesto en su estado del whatsapp lo siguiente: "El boomerang de la vida... devuelve lo que das".

Reconozco que desde la primera vez que lo leí me quedé pasmada porque tengo a esta amiga por una persona bastante inteligente y no me puedo creer que realmente haya escrito algo así, ni mucho menos que se lo crea ni de coña.

En fin, pensaba comentárselo a ella personalmente pero creo que es una reflexión lo suficientemente interesante como para compartirla con más gente. Espero que no se lo tome a mal.

Vamos a ver, Mari. Si no he entendido mal, esa frase viene a significar poco más o menos lo que ese tópico que circula por ahí "De lo que siembres recogerás". Es un dicho popular que manifiesta cierta confianza en una especie de justicia natural según la cual si eres bueno y repartes amor, recibirás más amor, y si eres mala persona y siembras violencia, odio, rencor, etc., todo ello te será devuelto con creces. Por favoooooooor, no me digas que crees eso de verdad.

Conozco padres que han dado palizas de muerte a sus hijos, dejándoles verdugones como casas. Concretamente conozco a una que cada vez que agarraba la correa todos temblaban a su alrededor; la he visto aterrorizar a sus hijos, golpearlos sin piedad, humillarlos públicamente, insultarlos, sembrar el odio y la discordia entre ellos... y siempre había pensado lo mismo que tú: esta persona algún día morirá en la más absoluta soledad. Pues noooooooo, ni de coña.

Hoy me quedo pasmá viendo cómo los hijos de esa persona se pelean entre sí por el amor de su madre, y le costean fantásticas vacaciones tutiplén y regalos estupendos para ganarse el puesto de hijo favorito, y besan el suelo por donde pisa esa misma madre que en otro tiempo los maltrató con toda la saña del mundo y les mostró el mismo amor que se puede mostrar a un molesto mosquito antes de rociarlo con el bote de Raid.

Por contra he visto a otros muchos padres dejarse el pellejo por sus hijos, trabajar como mulas por ellos, darles todo el amor del mundo, intentar cubrir todas sus necesidades y tratarlos con cariño infinito, y recibir a cambio o bien el desprecio de esos mismos hijos o bien su total indiferencia. No conoces ningún caso de hijos desagradecidos que pasan olímpicamente de sus padres, que en su día lo dieron todo por ellos?

Pero esto no es lo que haya visto yo; es lo que puede ver cualquiera. Cuántos dictadores hijosdeputa que han asesinado a miles de personas y han convertido en un infierno las vidas de otras tantas han terminado muriendo tranquilamente en sus camas, rodeados de todos sus hijos y nietos, calentitos, con todas las comodidades, sin faltarles absolutamente de nada? Y cuántas buenas personas que no han hecho daño a nadie en su vida reciben como recompensa enfermedades terribles, ruinas económicas, paro, desahucios y desgracias de todo tipo? De verdad alguien puede creer a estas alturas que el boomerang de la vida devuelve lo que das?

Qué le devolvió el boomerang de la vida a Franco o a Pinochet? Qué le ha devuelto a esos abuelillos que invirtieron los ahorros de toda su vida en preferentes creyendo que era una forma de ahorro como otra cualquiera y que podrían disponer de su dinero cuando quisieran, y ahora se mueren de hambre y a algunos hasta los han echado de sus casas por hipotecarlas para ayudar a sus hijos? Qué le ha devuelto el boomerang de la vida a todos esos estudiantes que se han partido los cuernos sacando buenas notas y alcanzando la excelencia para terminar en el mejor de los casos de becarios cobrando 400 euros o de camareros en un pub inglés?

Nunca he creído en la justicia divina, pero es verdad que sí hubo una vez, hace muuuuuuucho tiempo, en que sí que creí que todo lo bueno que hicieras obtenía su recompensa en vida, e igualmente lo malo recibiría su castigo. Y una mierrrrrda!!!!

Después de haber visto a tanto cabrón pegarse la vida padre y luego morir de viejo tan ricamente en su cama rodeado de seres queridos que le ahuecan la almohada para que esté cómodo; y por contra a tanta gente buena, que no ha hecho mal a nadie, que no ha jodido a ninguna persona en su vida, morir en soledad o en la pobreza más absoluta o pasando por terribles enfermedades, con dolores insoportables, o padeciendo la pérdida de sus hijos en accidentes o cualquier desgracia de éstas que a algunas personas se les van encadenando inexplicablemente... Venga ya, justicia natural!

Y curiosamente no suele ser a la mala gente a la que le pasan estas cosas, o muy raramente. No sé cómo funciona el tema, pero la mayoría de las desgracias les pasan con mucha frecuencia a esas otras personas que en el boomerang de la vida han dado lo mejor de sí mismas.

Mi querida e ingenua amiga, de verdad tú crees en esos boomerangs justicieros que, cual superhéroes americanos, devuelven a cada cual lo que se haya merecido con su comportamiento? Mira un poco a tu alrededor y cuéntame luego qué les ha devuelto la vida a las personas que conoces.

Que por mucho que ahora te puedan estar pasando cosas buenas que creas que te mereces, no te están pasando porque te las merezcas. Como tampoco te mereciste nunca todas las malas que te pasaron, que han sido muchas, como yo sé muy bien.

Anda, cambia ese estado del Whatsapp, mujer, que no te pega.