domingo, 19 de octubre de 2014

Mucho más que amigos

Últimamente no paro de dar explicaciones a diestro y siniestro. Por qué? Pues porque resulta que muchos de mis amigos no entienden la relación que tengo con mi ex.

Algunos, aunque no la terminen de comprender, me dicen que la admiran y que les parece maravillosa, pero otros directamente no pueden concebir de ninguna manera que alguien no solo se lleve bien con su ex, sino mejor incluso que cuando eran pareja. Y como he tenido que dar taaaaaantos argumentos y estoy realmente agotada de repetirme como una papagaya, he decidido escribir un post al respecto y aclarar las cosas de una vez por todas y para siempre.

De todas formas no es la primera vez que nos pasa esto. Estamos acostumbrados a ir contra corriente y a que nos miren como a extraterrestres. Hace mucho tiempo que decidimos ser diferentes y no apuntarnos a ningún carro que no nos convenciera. Y cuando todo el mundo se casaba decidimos no casarnos; y del mismo modo, decidimos tener hijos sin empapelarnos (para espanto de muchos de nuestros amigos y familiares); y decidimos también no bautizar a nuestros hijos cuando todo el mundo bautizaba a los suyos; y en unos tiempos en los que era una irregularidad y una anomalía imperdonable, pasamos olímpicamente de bodas, bautizos y comuniones. Y del mismo modo, cuando hemos decidido que había que finiquitar la historia, decidimos igualmente que no iba a ser una ruptura, sino una transición hacia otro tipo de relación.

Porque no puede ni podría ser de otra manera. Porque son más de 30 años juntos, desde que éramos unos críos. Porque lo quiero, siempre lo he querido y siempre lo voy a querer. Porque yo he compartido los momentos más terribles de mi vida con ese hombre, y no me ha fallado jamás. Porque padecimos juntos las enfermedades y las muertes precoces, extemporáneas, de mi hermano y de mis padres. Porque pasamos por algo muuuuy duro, que por suerte pocas parejas han tenido que afrontar, cuando a mí me detectaron un cáncer a los 34 años, con un niño de 1 año, otro de 3 y la mayor con 10. Y tuvimos que inventar juntos una vida sin mí, porque los dos creímos que ése era el final, y que le iba a tocar a él sacar a esa familia adelante solo. Y aunque luego hubo suerte y las cosas salieron bien, ni puedo ni quiero olvidar que durante todo ese tiempo cuidó de mí y que nunca ha dejado de cuidarme desde entonces.

Y por si todo esto no fuera bastante, hay algo que nos une por encima de todo: somos los padres de nuestros hijos. No hay nadie en el mundo que los quiera más que nosotros. Nos toca a los dos alegrarnos por cada uno de sus triunfos y sufrir como bestias por sus fracasos, sus tropezones y todos los peligros que les acechan y que a los padres nos provocan pesadillas. Ya sé que esto a mucha gente le importa un pimiento a la hora de relacionarse con sus ex, pero para mí es un factor fundamental para querer a alguien de por vida.

Que lo nuestro no es lo normal? Pues sí, desgraciadamente la gente suele terminar las historias como el culo, haciéndose el máximo daño posible, jodiéndose mutuamente a más no poder, y lo peor, usando a menudo a los hijos como moneda de cambio y venganza. Pero que eso sea lo normal no significa que sea ni lógico ni razonable ni natural ni por supuesto deseable.

Y no, no os equivoquéis. No es que sea mi amigo, ni que me lleve bien con él porque es el padre de mis hijos, que es otro topicazo estúpido de ésos que la gente suelta constantemente. Es mucho más que mi amigo o que el padre de mis hijos; es mi hermano, es mi padre, es mi confesor, es mi asesor financiero, espiritual, gastronómico  y laboral... en definitiva, es mi familia; lo es desde que tenía 16 años, no ha dejado de serlo nunca, y siempre lo será, independientemente de que vivamos en la misma casa o en casas diferentes o con diferentes personas.

Y me da igual que la gente no lo entienda y nos mire como a bichos raros. Mientras lo entendamos nosotros y nuestros hijos, el resto me importa un bledo. Y mis hijos lo entienden perfectamente; para ellos es completamente natural ver a sus padres reír, cocinar juntos, contarse chistes o darse collejas. No han tenido que sufrir lo que padecen los hijos de esas parejas que apenas se hablan o que se pasan la vida en interminables contenciosos sobre dinero, horarios de visitas, custodias y demás conflictos sin fin. Ellos no tienen que decidir si quieren más a mamá o a papá, ni de parte de quién están, porque todos estamos de la misma parte. Tampoco tienen que quedar con su padre en la calle o en cualquier otro sitio ni tienen que ir con la maleta de un lado a otro, porque pueden verse y estar juntos sin problemas en el entorno natural de todos, que es la casa familiar.

A mí lo que realmente me cuesta es comprender que a la gente esto le resulte raro y que lo flipen como algunos lo flipan. Hay incluso quien me ha dicho que no cree que a la larga pueda salir bien algo así. Ayyyy, criaturas de poca fe! Tampoco creísteis en nosotros cuando dijimos que se podía formar una familia sin firmar papeles ni pasar por vicarías ni juzgados; ni nos creísteis cuando nos empeñamos en educar a niños normales y sin traumas sin necesidad de mojarles la cabeza en pilas bautismales ni vestirlos de marineritos o princesas.

Nunca fuimos como los demás ni quisimos serlo, y ahora no va a ser distinto. Siempre hemos vivido a contrapelo, siempre nos hemos pasado los convencionalismos por el arco del triunfo, y la verdad es que nos ha ido bastante bien. Y estoy segura de que nos va a seguir yendo.

Este post tiene una intención claramente explicativa, pero también reivindicativa. Defiendo con él la posibilidad de hacer las cosas fuera de los cánones establecidos y saltándonos a la torera toda la normativa oficial u oficiosa al respecto de cómo debe ser la vida de las personas "normales".

Y por supuesto, también es una declaración de amor eterno. Y un acto de acción de gracias por todos estos años de quererme y de cuidarme, por encima de todo y de todos. Por siempre y para siempre... mucho más que amigos.

jueves, 16 de octubre de 2014

Aventuras y desventuras de una aprendiz de chef en apuros (II)


Continúan mis aventuras culinarias a la par que sigo sacando remanente del congelador.

El otro día estuve investigando esas reservas, convenientemente acompañada y asesorada por la persona que en su día introdujo y organizó la mercancía. Ambos al unísono fuimos sacando taper por taper, olisqueando y visualizando su contenido y poniéndole bonitas etiquetas de colorines a cada envase. Por fin conseguí averiguar qué es lo que tenía en el congelador! Importante avance estratégico sobre el terreno.

Pues bien, anoche decidí descongelar un envase que ponía tal que así: "arroz", que traducido para el público no iniciado, quiere decir "esto es guarnición pal arroz". Vale, pues lo saco y le doy las instrucciones a los niños, basándome en una receta tramposilla que me había proporcionado una amiga: "niños, calentáis en la cocina el sofrito con su guarnición, y aparte, calentáis en el microondas bolsitas de arroz congelado del Mercadona, 3 minutos cada una, y luego juntáis el sofrito con el arroz, que me han dicho que da el pego y que está muy bueno. Podéis usar la sartén antiadherente, que se limpia sola".

Me llama a las 3 mi hijo el del medio y el más peor:

"Mamá, entonces cómo lo hacemos? Ya he puesto esto a calentar. El arroz lo tengo que echar en la sartén también con la cosa esta o lo echo directo al plato?".

"Noooooo, a la sartén no; lo echas en el plato, primero el arroz y luego la cosa ya calentada, y lo remueves hasta que quede todo junto".

"Ok, ma. Por cierto, he sacado un 9'5 en Economía"

"Túuuuuuuuu? Es coña, no????

"Que no, ma, te lo juro"

"Madre mía, pos eso tenemos que celebrarlo. Pedazo comilona que se merece mi niño"

15'45. Mi bici y yo entramos por la puerta de mi casa dispuestos a recargar fuerzas tras nuestro arduo Tourmalet diario, y a celebrar ese inaudito 9'5 de mi pequeño gran hombre.

"Ayyyy miniññññño. Ven acá pacá y dale un besazo a tu madre. Qué pasa, cómo estaba ese arroz?'"

Careto terrorífico de la otra parte.

" Qué arroz ni arroz! Otra vez, mamá, otra veeeeeeez te has equivocao"

" Cómo que me he equivocao? Eso era pal arroz, que lo ponía muuuuuy claramente en la etiqueta."

" Pos no, que eso era pal guiso de patatas"

" Cómo que pal guiso de patatas? Pero entonces qué habéis comío?"

" Pues arroz del Mercadona con salchichas y tomate. Como siempre"

" Pero niño, si da igual; hay un principio básico de la gastronomía según el cual todo lo que se le puede echar al estofao de patatas se le puede echar igual al arroz".

" Mamá, por favor, que canta a la legua a patatas guisás. Yo paso de comerme eso con arroz"

Joer con el niño de los cojones, qué delicaíto! Y ahora qué hago? Porque yo ya el arroz creo que lo domino más o menos, pero en el tema guiso de patatas estoy aún en pañales. Qué digo pañales? Estoy en el útero materno!

Y de repente... veo la luz! Receta a lo Falsarius! Dicho y hecho: abro una lata de champiñones, otra de calamares a la americana, y arrejunto el potingue resultante con la cosa descongelada que ponía "arroz", consistente básicamente en trozos de pollo, habicholillas verdes y algo que parece panceta.

Me inspiro en un concepto básico de la cocina tradicional: malo no puede estar, porque todo está bueno por separado. Aunque también podría ser que por separado esté bueno pero todo junto no pegue. Es igual, la vida es riesgo, y hay que tirarse al barro. Mientras mi estómago esté fuerte y aguante... la cocina creativa al poder!!

Y aquí tengo el resultado. Ópticamente resulta pelín raro y poco atrayente, las cosas como son, peeeeeero lo pruebo... y oye, tú, está hasta bueno. Lo paladeo detenidamente y distingo tres sabores básicos: champiñones, calamares a la americana y pollo estofado. Bien, mi sentido del gusto funciona a la perfección. Tendría un serio problema si los 3 sabores detectados hubiesen sido queso feta, bacalao y caviar de Beluga, pero como el mejunje sabía exactamente a lo que tenía que saber... pues ahí hay un sentido por lo menos que me funciona. Algo es algo.

Los niños me miran raro, como diciendo "la hijaputa esta se lo traga todo". Pero yo no olvido que ellos fueron capaces de comerse mi primer arroz pastoso y sin sal y yo no tuve huevos de probarlo. A partir de ahora tendré que predicar con el ejemplo comiéndome yo la primera mis "creaciones". Pa eso está una madre.

Señor, señor, cuando done mi cuerpo a la ciencia y los estudiantes de Medicina vean mi estómago lo van a flipar.

domingo, 12 de octubre de 2014

Excalibur o la espada de la sinrazón

Como a estas alturas todos sabréis (si no estáis muertos o muy perjudicados), el temible y letal virus ébola ha llegado a casa. Durante meses se ha estado cargando peña a mansalva, principalmente en países africanos, sin que a nadie le preocupara demasiado el asunto, pero ha bastado que se contagie una auxiliar de enfermería en un hospital madrileño para que todo el mundo haya entrado en modo pánico y el ébola se haya convertido en el tema estrella de la semana.

No voy a hacer sangre con las declaraciones del consejero de Sanidad de la comunidad madrileña porque bastante le han dado ya por todas partes. Sus declaraciones según las cuales aprender a ponerse un traje protector no requería un máster, tendentes a culpar a la pobre auxiliar Teresa de su contagio y a quitarse él el mochuelo de encima, han tenido la respuesta que merecían en las redes y en la calle. Desgraciadamente en la agenda pepera de destituciones no, pero a eso ya estamos acostumbrados.

Dentro de la histeria colectiva en la que hemos entrado llama la atención la que se ha montado en torno al perro Excalibur, la mascota de la auxiliar infectada. Al pobre Excalibur no le han dado muchas oportunidades y, ante la duda de que pudiera haberse contagiado, se lo han cargado sin miramientos. Algunos han señalado que es bochornoso lo que se ha liado en defensa de este perrito en comparación con la indiferencia que nuestra insensibilizada sociedad ha mostrado hacia las miles de personas muertas a causa del ébola en el continente vecino. Totalmente de acuerdo.

Como yo no me he movilizado ni por los miles de muertos africanos afectados por el virus ni por la muerte de Excalibur doy por sentado que estoy libre de pecado. Así pues hablaré desde la neutralidad que he demostrado al no ponerme a chillar como una cerda en la calle para salvar a la pobre mascota.

Tenía sentido matar a Excalibur? Y si lo tenía, no habría que matar asimismo a todos los perritos con los que se haya podido cruzar desde el contagio de su dueña? Todos esos perritos con los que se habrá olisqueado los culos en el parque o en la calle. Todos los que habrán chupeteado sus meadas, todos esos amiguitos que los perros van haciendo a lo largo de sus paseos. Si Excalibur era un peligro... no lo serían igualmente todas las mascotas que tuvieron contacto con él? Y ya puestos, qué pasa con sus dueños? Si un perro ha chupeteado la orina de Excalibur y se ha contagiado de ébola, y luego su dueño ha recogido con sus propias manos las heces caninas, y se ha dejado lamer e incluso ha estado toqueteando sin precauciones al animal... no debería ser también aislado o sacrificado?

Dónde termina la histeria y la sinrazón en este tipo de historias? A mí tampoco me parece normal la que se ha montado para salvar a Excalibur. Y no entiendo que un perro consiga movilizar más a la gente que miles de personas muertas por un virus letal. Pero... sacrificarlo tenía algún sentido? No hubiera sido una oportunidad estupenda de mantenerlo aislado, tomándole muestras diarias para averiguar si es posible el contagio del ébola a animales, y si lo fuera cómo reacciona el virus en sus organismos? He oído estos días a varios expertos en enfermedades infecciosas quejarse amargamente de que se ha perdido una ocasión única para investigar sobre este mal, que es exactamente lo que se ha hecho en los USA con la mascota de la enfermera también contagiada.

Un momento! Investigar???? He dicho investigar???? Me he vuelto loca o qué???? Investigar en España???? Éste es el país del que los científicos tienen que largarse si quieren llevarse una cuchara de lentejas de vez en cuando a la boca. Éste es el país en el que si quieres dedicarte a la investigación no tienes más remedio que comprarte un billete de avión hacia el infinito y más allá. Éste es el país en el que importa una puta mierda que seas una lumbrera en lo tuyo; el país en el que resulta mucho más rentable dejarte la dignidad en "Mujeres, hombres y viceversa" o en el Gran Hermano de turno para luego poder acudir al polígrafo del Sálvame Deluxe a contar... qué fuerrrrrrrte qué fuerrrrrrte... lo que dijo Marijennifer de Lolipepi por lo bajinis en el camerino de Telecinco. Éste es el país en el que la investigación es una ordinariez.  Investigar para qué? Si tenemos Magaluf!

Lo siento sobre todo por Teresa, porque bastante mal lo estará pasando la mujer como para tener que hacer frente además a la muerte de su perrito, si es que consigue salir de ésta. Y lo siento también por el absurdo y errático país en el que me ha tocado vivir, donde todo es cortoplacismo y precipitación y donde las decisiones racionales y razonadas siempre han brillado por su ausencia y siempre brillarán. Y por supuesto, por Excalibur, que pasó los últimos días de su vida solo, sin sus dueños, y probablemente muy asustado, mirando estupefacto a todos esos desconocidos que chillaban histéricos en la calle mientras recibían palos de la policía. RIP, Excalibur, pobre víctima canina de la estupidez humana.