Queridos lectores, ya otras veces he hablado en este blog de mis problemas de ecoansiedad. No sé si recordaréis aquel post del día en el que me equivoqué y tiré una botella al contenedor de orgánica y me dio tal angustia que me quería meter de cabeza en el contenedor a rescatar el vidrio para tirarlo a su sitio.
Pues bien, no sé si será una percepción mía o es la realidad, pero no habéis notado que últimamente las calles están mucho más sucias? No sabría decir desde cuándo, porque es algo que he ido notando poco a poco, y no sé si es una obsesión personal o es que los servicios municipales de limpieza han ido relajando su celo profesional o es que la gente está cada día más guarra, pero el caso es que voy por la calle y veo basura tirada por todas partes. Pañuelos, mascarillas, cascos de botellas, latas de cerveza o de refrescos, bolsas de patatas, papeles de todo tamaño, folletos de propaganda... ya de mierdas de perro para qué vamos a hablar? Es que pasear es tener que ir sorteando obstáculos asquerosos como si de una gincana se tratara.
La cuestión es que saco a mi perra y me paso el rato refunfuñando para mí con una mala hostia impresionante, más o menos así: "pero qué guarrísima que es la gente, quién coño habrá dejado ahí tirada la lata esa, con un contenedor al lado. Y la bolsita de gusanitos, otro guarro. Y blablablablabla". Así desde que salgo hasta que entro. Voy indignada, escandalizada y cabreada. Y en este estado ecoangustioso no puedo evitar ir recogiendo cosas por aquí y por allá para tirarlas a los contenedores. Intento pasar pero es que no puedo. A veces no me agacho porque me da vergüenza, cuando a quien debería dársela es a quien tira las cosas al suelo. Pero dudo mucho que la gente que lo hace tenga el más mínimo sentido del pundonor, me he quedado yo con el pack completo.
Total, que voy de paseo y me paso todo el tiempo recogiendo mierdas ajenas para tirarlas a los contenedores correspondientes. Bueno, todo el rato no, porque empiezo a hacerlo, pero al cabo del rato me doy cuenta de que son tantas cosas tiradas que prácticamente tendría que ir reptando para poder recogerlo todo, y ya me rindo y mando la tarea a tomar por culo. Pero además con un asquito que te cagas, porque desde que en la pandemia nos metieron el miedo en el cuerpo de no tocar nada porque podías pillar de todo, pues la verdad es que una coge las porquerías de la calle con cierta aprensión, no lo voy a negar. Así como con las puntitas de los dedos y alejando el objeto en cuestión a una distancia prudencial. Mayormente porque ya sabéis que encima soy alérgica y voy siempre con un klinex en la mano, un klinex con el que me sueno la nariz constantemente, y esto después de haber cogido un montón de guarrerías tiradas a la buena de Dios por vete a saber qué clase de cerdícolas. Al final terminaré pillando algo, ya veréis.
No me puedo explicar cómo es posible que la gente sea tan rematadamente marrana. Hay papeleras por todas partes medio vacías, pero se ve que debe de ser mucho más cómodo tirar los desperdicios al suelo. Y claro, de perdidos al río, se produce un efecto imitación. Si tú no ves basura en el suelo, si la calle está limpia, te cortas un pelín de tirar tú la primera cosa que la ensucie. Pero si miras a tu alrededor y ves un estercolero qué más te da poner tu granito de arena tirando alguna cosita más? Cuanta más mierda, más gente tirando más mierda. Esto es un hecho.
En fin, necesitaba desahogarme un poco. Sé que algunos de los que lean esto serán unos de esos asquerosos que van tirando basura por la calle a cascoporro. Me conformaría con que sintieran un mínimo de vergüenza al verse retratados en mi post. Pero confío en que la mayoría sois gente normal que espera a llegar a una papelera o a un contenedor para tirar los desperdicios. Incluso podría haber alguno que sienta la misma repugnancia que yo al ver las calles hechas una pocilga por obra y gracia de la cantidad de desaprensivos que por ellas deambulan. Si es el caso, si eres así y me acompañas en el sentimiento de angustia, desesperación y profunda decepción con nuestros cochinos congéneres, querido amigo, te mando un enooooooorme abrazo.
Nos vemos por ahí recogiendo porquerías.