Amigos, llegan las vacaciones y no podía faltar mi post reivindicativo de costumbre sobre los placeres del verano cordobés.
Prometo que no pensaba hacerlo este año. De verdad, llegué a creer en un momento dado que después de la pandemia la gente se había relajado un poco y que quizás la humanidad tenía algún remedio. Que no volverían a repetirse las imágenes dantescas de playas abarrotadas y aeropuertos petados, de gente, gente, gente y más gente hacinándose por todas partes.
Me equivoqué, no tenemos remedio. No es que no se hayan vuelto a repetir esas imágenes... es que se repiten multiplicadas por mil. Todo el mundo se ha vuelto loco otra vez por hacer las maletas y salir pitando a aglomerarse como chinches en la costa como si no hubiera un mañana.
Nunca he comprendido cómo es posible que nadie se pueda sentir a gusto en una playa, sombrilla contra sombrilla, con cientos de personas alrededor, bañándose en ese agua turbia y asquerosa, que el que no se ha meado dentro es que se ha cagado.
Seamos sinceros. Ir a la playa es ir a emborrizarse en plan cerdícola. La mezcla crema solar-arena es muy similar a la mezcla huevo-pan rallado con la que se untan los filetes antes de echarlos a la sartén. De verdad la gente disfruta haciendo eso???? En serioooo????
La última vez que fui a la playa (por exigencias del guión, como siempre) me tiré como dos días para quitarme la arena de las orejas y del pelo. Por más que me frotaba y por más agua que me echaba no dejaba de encontrarme de vez en cuando un granito por alguna parte.
En definitiva, que nunca lo he entendido y nunca lo podré entender. Cada día tengo más claro que ésta es una especie a extinguir. Y no ya solo por todos esos gilipollas que se hacen selfies conduciendo a 200 por hora o grabando a un tigre de Bengala mientras se lo está comiendo; todo esto empezó con la gente que convirtió en algo asumible e incluso deseable ir a la costa a convertirse en tempura de carne humana. Y encima luego vuelven renegridos como conguitos, con unas pintas que... ufffffff!! Que se creerán que están bonitos y todo.
En fin, lo bueno de todo esto es que, gracias a esa tendencia colectiva al emborrizamiento playero, mis vecinos al completo se largan todo el verano y una vez más tengo la piscina y demás zonas comunes para mí solita. Mientras ellos se pegan codazos demencialmente con otros bañistas en las playas de rigor y se embadurnan de arena hasta las pestañas yo me solazo y me recreo tan ricamente tumbada en el césped, libro en mano, remojándome en aguas límpidas y refrescantes y felicitándome a mí misma por no participar en locuras colectivas de ese calibre. Ellos contentos, yo contenta. Hogar, dulce hogar!
El amor que destilas por la especie humana cada día va en aumento. Franca y llana es tu escritura.
ResponderEliminarHola, Inma. ¿Has visto 'Instinto básico'? Hoy he leído una crítica de esta peli de esas que provocan escozores y creo que te podría gustar hasta el punto, quizás, de escribir un post dando tu inefable punto de vista al respecto.
ResponderEliminarhttps://www.filmaffinity.com/es/user/rating/926231/621244.html
Perdona Roman, no había visto esta pregunta.
EliminarLa vi hace mil años y creo recordar que me aburrió bastante.