Mi hija se ha hecho un tatu. Es un columpio colgado del signo infinito, y en él hay dos muchachas de espaldas, una agarrando a la otra por la cintura. Las muchachas representan a su prima Helena y a ella. Era un proyecto que tenían las dos. Hablaban mucho de él los días anteriores a su muerte, a Helena le hacía mucha ilusión. Ahora Julia ha hecho realidad ese deseo, y a mí me ha inspirado este post.
Vamos a hablar de tatuajes. Sé que hay gente que no les ve sentido. Conste que yo, cuando se hacen por mera estética, tampoco entiendo muy bien dónde está la gracia. Vamos, que no soy una forofa incondicional del tatu como objeto decorativo. Tengo sólo dos, y ambos tienen todo el sentido del mundo para mí. Llevo en la espalda, a modo de cadena, los nombres de mis hijos. No hace falta que diga lo que eso significa. Los llevo grabados en la piel como los llevo grabados en la vida. Simplemente.
Mi otro tatu es el de Helena. Ya conté el año pasado por qué me lo había hecho. Tenía una necesidad imperiosa de grabarme su nombre, y de que ella lo viera antes de morir. Lo conseguí por chiripa. Se fue dos días después, pero al menos me dio tiempo a enseñárselo, y de alguna manera eso me reconfortó después de su marcha.
Los que no somos creyentes y no tenemos el consuelo de un más allá en el que todos nos reencontraremos felices y comeremos perdices sabemos que las personas perduran mientras perduren en nosotros. Puede que mueran, pero ninguna muerte es definitiva mientras las recordemos y las mantengamos presentes en nuestro día a día, en nuestros pensamientos, en nuestras vidas.
Helena vive en mí de muchas maneras pero una de ellas es ese tatu. No sólo lo veo cada día y le dedico mi pensamiento; es que también lo ven los demás. Y la gente que no sabe quién es me pregunta, y entonces yo hablo de ella, la devuelvo a la vida durante un rato. Es una resucitación temporal, es el modo de vivir que tienen los muertos. El tatu de Helena es un recuerdo suyo en mi piel, y a la vez un homenaje. Me acompañará siempre y morirá solo cuando yo muera.
Mi hija también ha decidido grabársela y así ha hecho realidad ese sueño que las dos compartían. Helena ya vive también en su piel. Y siempre estará ahí. Ella también le devolverá la vida cada vez que le cuente a alguien el significado de esas dos muchachas que se abrazan en el columpio.
Helena no puede ya ver ese tatu, pero cuánto le hubiera gustado!
Mi preciosa Helena, por siempre y para siempre vives en nosotras.
Bonitas palabras como siempre, Helena con H, vivirá en nuestro corazón por siempre. Os quiero
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