Os acordáis de una película preciosa de James Ivory que se llamaba "Una habitación con vistas"?
Pues bien, estos días de confinamiento obligado pienso mucho en lo importantes que se han convertido de repente cosas que hasta ahora eran puramente accesorias. Por ejemplo, se convierte en un lujo algo tan sencillo como disponer en tu casa de eso, de una habitación con vistas. No te digo ya si además tienes una buena terraza en la que hacer vida al aire libre, y ni hablemos de un jardín o un patio propio, que ya sería el summum.
No sé si habréis visto la multipremiada película "Parásitos". A mí no es que me hiciera mucha gracia, pero sí recuerdo una imagen que me impresionó. En la peli se incidía mucho en las abismales diferencias entre las vidas de las personas ricas y las de las pobres. En ese aspecto la fotografía era totalmente descriptiva. Hay una escena de un diluvio visto desde los amplios ventanales de una casa maravillosa, de ésas que salen en las revistas de diseño. Una escena preciosa, cualquiera querría estar en esa casa, a salvo de todo, contemplando el espectáculo de la lluvia torrencial cayendo sobre el jardín. Justo a continuación ese mismo diluvio visto desde un sótano completamente inundado en el que vive la familia pobre. De verdad, es lo mejor de la película, ese contraste brutal entre una imagen y la otra.
Bueno, pues estos días pienso mucho en esa escena y también en las enormes diferencias entre pasar una larga temporada de confinamiento como ésta en una vivienda amplia, perfectamente acondicionada y con ese lujo que suponen las habitaciones con vistas, las terrazas, las azoteas, los patios... o pasarla en un sótano sin apenas luz, en un bajo, en una casa húmeda, fría, oscura, pequeña.
Por imperativo canino, paseo dos veces al día con mi perrita por las calles vacías, y voy observando las casas, las terrazas, pensando en las personas que viven detrás de esas paredes. Es algo que me ha gustado hacer siempre pero ahora mucho más, porque sé con toda seguridad que detrás de esas moles de ladrillo cientos de personas respiran y viven a diario pequeñas alegrías y tragedias íntimas a las que los demás somos ajenos.
Mi barrio es alegre y luminoso, hay amplios espacios entre los bloques de pisos. La mayoría tiene buenas vistas, zonas verdes... pero siempre me han llamado la atención algunos pisos, por suerte los menos, que quedan encajonados en zonas sin apenas luz. A menudo he pensado qué clase de gente viviría en ellos. También he meditado mucho sobre los arquitectos que idean ese tipo de edificios tan "injustos", con unas viviendas privilegiadamente luminosas y otras terriblemente condenadas a la negrura. Los considero sádicos; ellos saben perfectamente, mejor que nadie, la diferencia que hay entre una vida con vistas y otra que da a un callejón sombrío. Me pregunto si debería ser legal diseñar bloques así sólo para apurar unos cuantos metros cuadrados; permitir que un montón de personas pasen sus vidas en un mundo en el que el sol no existe.
Me consuela pensar que sean pisos de estudiantes, en los que la vida está más en el exterior que dentro. A los estudiantes les importa un pimiento la oscuridad porque se pasan la vida en la calle, y cuando están dentro de las viviendas es para estudiar, así que cuanto menos se distraigan mejor. Pero si pienso, sobre todo, en abuelillos que podrían vivir en esas casas me da una pena terrible. Personas mayores o dependientes, con su movilidad limitada, que apenas pueden pisar la calle, viviendo en un sitio horrible, sin poder mirar tras las ventanas la vida exterior, sin ver la luz del día, sin distinguir entra la mañana y la noche.... Uffffff, entonces cogería a esos arquitectos y les condenaría a una vida eterna infernal en uno de esos pisos que ellos mismos han diseñado para torturar a otros.
En fin, hablaba de las habitaciones con vistas y de las terrazas. Cuando paseo veo a mucha gente que antes no pisaban apenas esas zonas de sus casas y que ahora las han adaptado para hacer la poca vida exterior que se puede. Familias charlando, tomándose una cerveza, haciendo manualidades, jugando a las cartas.... Hay quien mantiene largas conversaciones con el vecino de al lado o con el de enfrente. Me encanta verlos, están deseosos de saludar a todo el que pasa. He oído por ahí que algunos increpan a los que van andando por la calle, pero yo nunca me he encontrado con ninguno, la verdad. Llevo mi salvoconducto perruno y mis paseos son todos lo breves que me lo permite el tránsito intestinal de la Bimba, aunque la hijaputa algunas veces se remolonea un montón. Supongo que sabe que cuanto antes clave su pica antes subimos a casa y por eso se demora todo lo que puede.
Yo tengo la suerte de contar en mi casa con una terraza soleada y con vistas. Es pequeñita pero no tengo vecinos enfrente y veo un horizonte bastante amplio. Hombre, no es como el de una prima mía que vive en un pueblecito de Granada con unas vistas a la Sierra que te mueres. De vez en cuando me manda fotos de atardeceres desde su casa, que sabe que me encantan, y son flipantes. Tampoco tengo las vistas de una compañera que tiene una casa que da justo a los jardines del Alcázar de Córdoba. Desde su baño se ven tooooodos los jardines. Guaauuuuuu, una pasada!!
Bueno, mis vistas son menos espectaculares sin duda, pero a mí me encantan. Y más en estos días. Porque desde mi terraza lo que se ve en la distancia son los dos principales hospitales de la ciudad, donde ahora mismo se debaten entre la vida y la muerte muchas personas y donde esos héroes contemporáneos de la era del Coronavirus que son los sanitarios están luchando día a día por salvar esas vidas, probablemente en unas condiciones no del todo seguras para su propia integridad. Así que cuando salgo cada tarde a aplaudirles, como hacen miles de personas en todo el país y en todo el mundo, los tengo justo enfrente. Todo el barrio les ovaciona, les canta, los anima, les manda señales luminosas con el móvil.... Es emocionante. Estoy segura de que nos escuchan. Me gusta tenerlos cerca, saber que ahí, justo delante de mis narices, se está librando la batalla más dura, y que yo soy testigo privilegiado y animadora entusiasta.
Siempre me ha gustado sentarme en mi terraza y mirar los hospitales al fondo. Imaginar esas luchas y esos sufrimientos que allí acontecen, mandar íntimamente fuerza a esas personas. Porque yo a veces también he estado ahí, y sé lo que se siente al otro lado. Ahí, en el Hospital Provincial, murió hace muy pocos meses mi querida sobrina Helena; ahí también agonizó y murió mi padre hace años; y mi madre pasó largas temporadas de su enfermedad. Y un poco más a la derecha, en el otro hospital, en Reina Sofía, también murieron muchas personas queridas, pero igualmente nacieron mis hijos, mis sobrinas, muchos niños queridos.... Esos hospitales no son sólo signo de dolor y muerte; también en ellos surge la vida, y mucha gente encuentra la cura a sus males. En esos hospitales cada día se da el alta a decenas de personas a las que les espera una buena y larga vida gracias a los cuidados que les dieron en ellos.
Por eso no se me ocurren ahora mismo ningunas vistas mejores. No puedo imaginar otro horizonte mejor mientras paso estas semanas confinada con mi familia, esperando que algún día no muy lejano todo esto se convierta en historia.
Ánimo y fuerza a todos. Ah, y que nunca os falte una buena habitación con vistas
Que me lo digan a mi, que la ventana de mi habitación da al 'patio'. Diseñar estructuras con vistas así debería estar penado como delito de cárcel, es prácticamente infrahumano, ni luz solar, ni intimidad ni silencio ni nada, es como si estuvieras expuesto a todo, y luego se oye todo... Rueda la litrona vacía por el suelo a las cinco de la mañana y se entera todo el bloque. Al menos vivo en el último piso, sino esto parecería una caverna. Yo tengo edad de estudiante pero valoro mucho la luminosidad, me gusta.
ResponderEliminar'Parasitos' me pareció infumable, y eso que 'Mother' y 'Memorias de un asesino en serie', del mismo director me encantan y le dan los premios por ese mojón que no sé como puede haber alguien con dos dedos de frente que se lo crea.
Lo que más echo de menos es la estabilidad económica que me daba el laburo, de buena gana iría a trabajar a un hospital o de lo que sea, lo están vendiendo como "oh, pobres, les toca trabajar" cuando yo pienso que son unos afortunados por poder garantizarse el poder permitirse tener algo que llevarse a la boca. Observo con pasmo el pánico tremendo que origina, la neurosis que produce en la gente, ver esos rostros con mascarillas que dejan ver una expresión de terror nunca visto previamente. No en vano es el papel higiénico lo que más se está agotando, una metáfora bastante ilustrativa, a mi modo de ver.
Como si todo eso fuera el problema y no la precariedad a la que está empujando a las personas esta situación. Porque lo grave es no tener dinero para pagar el alquiler y no ver muy claro todavía de donde sacarás el dinero para seguir subsistiendo dentro de tres semanas y no un virus que te enteras a los doce días que lo tienes solo porque de repente han dicho que el perder unos días el sentido del olfato de repente se considera síntoma, que si no no te hubieras ni enterado.
Yo lo siento mucho pero la orden de confinamiento me la paso un poco por ahí. Casi todas las mañanas voy a un parque a las afueras de la ciudad en el que no hay nadie, ahora menos, y estoy ahí el tiempo que me da la gana sin molestar a nadie ni contagiar, y sin ningún cargo de conciencia ni culpabilidad, al igual que los incompetentes de nuestros dirigentes, que han visto frustrados sus planes de estar cuatro años cobrando plácidamente verdaderas fortunas por no hacer nada. ¡Con lo que les había costado llegar a los sillones!
Pues ten cuidado, están poniendo multas importantes a los que se saltan el confinamiento, y por lo que cuentas tú no estás para muchas alegrías monetarias.
EliminarMe parece muy poco solidaria tu postura de saltarse el confinamiento. Sí todos hiciéramos igual todos los esfuerzos se irían a tomar por culo.
Y conste que yo no creo que estas medidas sean las mejores. En otros países se ha aislado sobre todo a lan población de riesgo y ha ido mucho mejor. El caso de Suecia por ejemplo. O Alemania, con tests masivos.
Vale que esto es un desastre, y lo económico nos vamos a cagar cuando todo pase.... Pero si hay unas medidas lo suyo es que todos las respetemos y no que cada cual vaya a su puta bola. Muy mal Román, muy mal
Sí, es cierto. Todo el mundo me decía que hacía mal pero curiosamente nadie me lo había proyectado desde esa perspectiva. Como trato de leer lo menos posible sobre el tema pues tampoco lo había pensado. Creo que mis salidas eran fruto de un deseo irracional de manifestar de alguna forma mi profundo rechazo a toda esta situación.
ResponderEliminarAyer cuando volvía del super vi como la gente desde sus terrazas gritaban e insultaban con saña a una pareja de personas de una edad considerable por estar sentados en un banco situado dentro de una urbanización, con sus respectivos perros mostrando una actitud cariñosa. Pensé que los que insultaban necesitaban desahogarse de algún modo del malestar que les produce esta situación y de esa forma le daban salida. Se podría decir que casi se alegraban de que se les hubiera presentado la oportunidad de poder escupir su bilis, siendo la concienciación en realidad una excusa.
La verdad es que él fenómeno de la Policía de balcón es verdaderamente fascinante y dice más bien poco de la naturaleza humana.
EliminarEsta situación está sacando lo mejor y lo peor de las personas. Hay cosas que resultan edificantes y hacen que una tenga fe en la humanidad pero hay otras que dan tanta vergüenza ajena.... Esa gente chillando a sus vecinos.... Esa otra gente que pone cartelitos para que los sanitarios o los cajeros se miden a otro sitio.... Qué asco!!!!