jueves, 4 de abril de 2019

Maricón de España

En estos días ha saltado la noticia de que el Obispado de Alcalá imparte terapias para gente que padece algo llamado PMS o AMS (proyección o atracción hacia el mismo sexo), el eufemismo que han encontrado para no llamar homosexualidad o lesbianismo a lo que viene siendo de toda la vida homosexualidad o lesbianismo.

Esto ha provocado oleadas de indignación, fueraparte de la cuestión legal, ya que en la Comunidad de Madrid está terminantemente prohibido aplicar este tipo de pseudoterapias consideradas homófobas.

Estuve leyendo ayer con gran curiosidad una serie de cartas que habían escrito a eldiario.es diversas personas que se habían sometido voluntariamente a estas terapias para volverse "normales". Las cartas eran sospechosamente parecidas entre sí en cuanto a vocabulario, sintaxis y contenido, únicamente variaban las historias personales que relataban, todas ellas por supuesto plagadas de violencia infantil, desamor paterno, trastornos emocionales, soledad, acoso escolar, etc. Las supuestas personas que defendían estos talleres de "normalización" se indignaban grandemente por el escándalo que la noticia había provocado y clamaban por un respeto hacia su opción de rechazar lo que ellos llaman una "vida gay" para adaptarse a lo que entienden como una buena vida, afianzando su masculinidad o feminidad según los casos.

En fin, las cartas no tenían desperdicio, y tal era el parecido de unas y otras que me jugaría mi conexión a Internet a que habían sido escritas todas ellas por una misma mano, o al menos dictadas por el propietario de esa mano. Pero bueno, obviemos esto y vayamos al grano: hace este tipo de cosas algún daño al movimiento LGTBI?

Pues en mi opinión no. Más bien al revés, estas personas parecen sacadas de una de esas sectas americanas que viven apartadas del mundo, disfrazados sus miembros de personajes de "La casa de la pradera", que no han visto en su vida una televisión ni un móvil ni un ordenador, que tienen tropecientos hijos y sólo se relacionan entre ellos para no contaminarse de los males de la sociedad. En fin, este tipo de gente es vista desde fuera con curiosidad entomológica. Se hacen programas monográficos sobre su modo de vida como se pueden hacer sobre alguna tribu amazónica en extinción; son rarezas que despiertan interés en cuanto que sus peculiaridades nos llaman la atención, pero a nadie se le ocurriría entrar en una de esas comunidades para vivir a su manera. A nadie en su sano juicio, me refiero. Siempre hay algún pirao por ahí que se apunta a un bombardeo.

A mí me preocuparía por ejemplo que desde las administraciones, cualquiera de ellas, se organizaran este tipo de pseudoterapias. Como me preocupa que haya medicinas alternativas sufragadas desde la Sanidad Pública. Pero oye, si hay gente que quiere someterse a estos cursillos privadamente es asunto suyo. Yo lejos de prohibirlos y de darles publicidad, los ignoraría sin más. Mientras que desde instancias públicas se combatan enérgicamente los comportamientos homófobos y se busque la integración a través de leyes igualitarias, que haya personas que no quieran ser homosexuales y se sometan a "curas" espirituales de éstas para dejar de serlo, y que en lugar de homosexualidad lo llamen AMS o PMS o XYZ a mí ni me va ni me viene. Mientras ellos no se metan en mi vida yo tampoco me meto en la suya. Como si se quieren tirar de un quinto piso, allá ellos.

Hace unos días en una entrevista con Jordi Évole el Papa Francisco, tan alabado por buena parte de la izquierda que roza la subnormalidad con la absurda creencia de que es un Papa renovador,  el pontífice pontificó, como no podía ser menos, y afirmó que ser homosexual no es pecado, siempre y cuando no lleves tu condición a la práctica. Y que los padres al más mínimo signo de mariconeo (no lo dijo así pero vamos, se entendió perfectamente) deberían llevar inmediatamente a sus niños al psicólogo para ver qué es lo que está pasando ahí. Esto, amigos, lo dijo un Papa que muchos consideran la hostia de progresista. Y luego esos mismos se escandalizan de lo del Obispo de Alcalá, que a fin de cuentas no hace sino llevar a la práctica las recomendaciones de su jefe.

No creo que este tipo de cosas tuvieran que importarnos un pimiento a los no católicos, la verdad. Ni siquiera sé qué interés tenía una entrevista con este pollo ni el bombo y platillo que se le ha dado desde todos los medios. No era de esperar que el Papa dijera algo que se saliera de la doctrina vaticana ni en éste ni en ningún otro asunto.  La única particularidad de este señor con respecto a sus antecesores es que habla en argentino; por lo demás no ha variado ni una coma de lo que la Iglesia viene diciendo desde el principio de los tiempos. El Papa de los pobres, lo llaman algunos de esos progres abducidos. Qué pobres ni qué pollas? Mucho clamar por los pobres y los desheredados y mucha penita por los refugiados pero que no le toquen ni un pelo a la banca vaticana ni a una sola de las infinitas riquezas materiales del chiringuito que tienen montado.

En fin, siempre me sulfuro un poco cuando oigo hablar a memos como Pablo Iglesias con rendida admiración de Francisco. Además lo llaman así, Francisco, como si fuera su primo, su colega o su vecino, en todo caso un tío muy de izquierdas. La Iglesia es lo que es, sigue siendo la que siempre ha sido, y quien siga sus preceptos, dogmas y doctrina que apechugue. Y si eres homosexual y católico cómete el marrón como puedas. Yo como no soy catolica ni practico ninguna religión no tengo ese tipo de problemas y me resbala lo que digan o piensen el Papa, el Obispo de Alcalá o el Imán de la M-30. Y además tampoco me meto en lo que digan o piensen o hagan los católicos, siempre y cuando ellos tampoco se metan conmigo. Y lo mismo digo de los musulmanes, los budistas o los mormones. Me parece fundamental el respeto mutuo, así que si quieren ir a talleres de éstos o flagelarse a cascoporro o ponerse cinturones de castidad llenos de pinchos para controlar sus pulsiones sexuales es asunto suyo y solo suyo, y no seré yo la que se lo prohiba. Como si se quieren cortar la polla y hacerse con ella un collar.

Siempre lo digo: si de verdad creemos en la libertad y en el respeto a todo tipo de creencias e ideas tenemos que admitir que muchas de ellas nos parecerán aberrantes, disparatadas o bárbaras, pero que, siempre y cuando no crucen la línea de la legalidad y del respeto a las normas básicas que la sociedad se ha impuesto para convivir, tenemos que aceptarlas y punto.

Prohibiciones las justas, por favor, que ya vivimos durante muchos años bajo una dictadura en la que te teledirigían la vida desde el minuto 1 y no te podías desviar del caminito ni medio centímetro.  Que cada cual haga con su vida, con su mente y con su cuerpo lo que le dé la reverenda gana.

He dicho.

2 comentarios:

  1. Lo principal es el respeto mutuo y cada uno que haga lo que le salga las narices, pero respetando a los demás

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, así es. Yo respeto totalmente que esos muchachos se sometan a todas las terapias que les dé la gana para volverse viriles machotes, pero si yo me quiero vestir de lagarterana el día del Orgullo Gay que ellos me respeten también a mí. Y todos tan contentos.

      Eliminar