domingo, 16 de noviembre de 2014

Enamorarse

Una amiga me enseña unas fotos de María Teresa Campos en una revista del cuore: "Mira lo que le ha hecho el amor a ésta".

Efectivamente Campos aparece junto a su novio Bigote Arrocet y parece que el amor le haya quitado lo menos lo menos 25 años de encima. Quiero creer que algún arreglillo de quirófano también puede haber por ahí, pero vamos, que es verdad que la tía a sus casi 70 años está hecha un pincel.

- Pues sí - contesto yo - lo suyo es enamorarse de vez en cuando porque está visto y demostrao que es lo mejor para el cutis. El problema es que solo favorece los primeros tiempos, luego ya la gente se abandona y se pone hecha un adefesio, así que hay que estar constantemente enamorándose y desenamorándose para poder enamorarse otra vez, como dice la coplilla. Qué pereza! Me canso solo de pensarlo.

Sí, me canso, me canso, pero lo de la Campos me ha dado qué pensar. Joder, porque yo por mi cutis estoy dispuesta a cualquier cosa, bien lo sabe Dios. Y también las cajeras del Mercadona, que están jartitas de pasarme los códigos de barra de sus productos de belleza, justo para lo que da mi exigua economía. Y enamorarse sale mucho más barato que comprar todos esos cremajos milagrosos o que someterse a tratamientos de cabina de los que te anuncian en todas las revistas y que cuestan un pastizal. Enamorarse solo es una cuestión de buena voluntad y empeño, y si todo el mundo puede hacerlo yo también tengo que poder.

Vale, decidido, tengo un proyecto de vida: voy a ver si me enamoro. Ahora bien, de quién coño me enamoro.

Analizo un poco mi entorno y la cosa está... difícil no, lo siguiente. En mi trabajo hay nada más que tías y los pocos tíos que hay o están supertarados o felizmente casados, que viene a ser lo mismo a efectos de enamoramiento. Además, que donde tengas la olla no metas la polla, y ese principio es sagrado para mí.

También podría meterme en una página de ésas de contactos. Conozco a una que se separó y al día siguiente ya estaba apuntada al Meetic, y al mes con novio y a punto de volver a casarse. Me imagino que lo habrá hecho también por el cutis porque no creo que después de un divorcio le queden a una tantas ganas de tío, pero bueno, tiene que haber gente pa to.

En fin, el caso es que a mí las páginas de contactos no terminan de convencerme para los fines que busco. Porque realmente no quiero un novio propiamente dicho; lo que quiero es enamorarme un poco para que eso repercuta positivamente en la tersura de mi piel pero ni de coña estoy dispuesta a ponerme a salir y a entrar con un desconocido ni a adaptarme a sus usos y costumbres, probablemente muy distintos a los míos.

Uffff, la cosa está  muy complicada, la verdad. He pensado también que podría enamorarme de una tía; he visto a mucha gente que ha cambiado de tercio a mitad de la vida y no pasa nada. Pero es que tampoco conozco a ninguna tía que me atraiga lo bastante. Algunas de mis amigas están muy bien pero les tengo demasiada confianza, no me veo enamorándome de ellas, sinceramente.

Lo ideal es ir sobre seguro. Ya he dejado recado por ahí a todo el mundo de que si conocen a alguien que me pueda gustar y a la viceversa que me den un toque. Pero claro, hay unas condiciones sine qua non que la persona en cuestión tiene que cumplir y, hosssstia, lo encuentro francamente difícil. Abreviando:

1. Tiene que querer más o menos lo mismo que yo, o sea, enamorarse un poco para estar favorecido o por cualquier otra causa noble, pero no un noviazgo de darse mucho por culo y estar todo el día enganchados al móvil o a la Internet, o todavía peor, a la cama. Esto es supercomplicado de encontrar porque los tíos básicamente lo que quieren es follar y cuanto más mejor, y la mayoría no se conforman con verse una vez al mes y echar un polvo. No, ellos quieren asiduidad y calentamiento global y a ser posible permanente, lo cual es un puto coñazo.

2. Pongamos que encuentro un mirlo blanco que cumple el primer requisito. Ahora tampoco quiero que beba como un cosaco. Quiero que sea aficionado al buen vino y a la buena mesa pero con moderación. No quiero ni pensar en pasar de vestir santos a desnudar borrachos. Esto es también muy difícil de encontrar porque lo más normal es que o te encuentres con un abstemio radical, que son tela de aburridos, o con un destroyer de ésos a los que tienes que acabar acostando a cuatro patas después de una noche de juerga. Ni pensarlo.

3. Suponiendo que tuviera una buena suerte de la hostia y encontrara a alguien que cumpliera los dos requisitos anteriores... Ahora viene lo más difícil: que el tío me guste como para conseguir enamorarme, aunque solo sea un poco. Y ahí ya sí que prácticamente necesito un milagro. Porque yo, que en mi juventud fui enamoradiza a más no poder, incluso hasta lo patológico, con el tiempo he ido desarrollando una curiosidad cuasi científica por los tíos. Vamos, que los veo un poco en plan entomóloga; que me gusta observarlos y estudiarlos y clasificarlos pero que no me veo yo enamorándome de ninguno. Sería como si Marie Curie se hubiera enamorado del Radio o Alexander Fleming de la Penicilina.

Por favor, que ningún tío que lea esto se sienta molesto. De verdad, no tiene nada que ver con ellos, porque con las tías me pasa exactamente lo mismo. Probablemente es una tara mía, que a fuerza de observar y observar comportamientos que me resultan extraños, he terminado por convertirme en una especie de Observatorio, en una apasionada del vouyerismo científico, en una estudiosa de las rarezas humanas. Y claro, intentar enamorarte de tu objeto de estudio es algo que roza lo paranormal.

Y no es que esté cerrada al amor, como por ejemplo dice Campos que ella estaba hasta que empezó a guasapearse con Bigote Arrocet. Que estoy abierta y bien abierta, qué más quisiera yo, que estoy ahí to entregá a la causa; pero claro, con esta problemática que tengo a ver cómo consigo enamorarme para conseguir esa tez resplandeciente que luce nuestra querida María Teresa la tersa, incluso cinco años después de empezar a presentar esa momiada que es "Qué tiempo tan feliz".

Madre mía, no gano para problemas. Ahora que estaba yo tan bien y tan a gusto se me presenta esta tesitura cosmética. En qué cochina hora me enseñó mi amiga esas fotos de la Campos. Qué hija de puta!

Ps. Ah, se me olvidaba deciros que si conocéis a alguien que cumpla con mis requisitos para enamorarme me informéis de inmediato, por favor.

Y otra cosa, ya de paso si supiera hacer cosas de mantenimiento del hogar, como arreglar enchufes, colgar cuadros, algo de fontanería a nivel usuario, albañilería básica y asuntos de ésos ya sería ideal porque mataría dos pájaros de un tiro, que tengo la casa que se me cae a pedazos y me vendría genial. Hay que optimizar recursos.

Ah, y si también sabe pintar, no de fino, sino de brocha gorda ya es que me moriría de gusto.

2 comentarios:

  1. Lo siento por vos, nena; soy del género borrachuzo, no sé nada de bricolaje y para colmo eres demasiado viejuna para mi gusto. Y tengo una novia que... Wow, es que no tiene precio.

    Y sobre esa curiosidad entomológica que padeces acerca de los hombres, yo te voy a recomendar que leas algo de Oliver Sacks como Un Antropólogo en Marte, o El Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero. Con esas lecturas no vas a encontrar un novio que te mejore el cutis, pero vas a darle mucho gustazo a tu curiosidad sobre rarezas humanas.

    ¿Sabes cómo un hombre puede ayudarte también a mejorar el cutis? Je je je, calla, cochinilla, no digas nada.

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    1. Kowalski, no tienes palabra ninguna ni pundonor ni nada. Tú no decías que me ibas a castigar con tu dolorosa ausencia por una larga temporada? Pos vaya larga temporada! Si es que no me ha dado tiempo ni a echarte de menos una mijilla, hombre!

      Menos mal que tú mismo te has autodescartado como novio porque como tú comprenderás yo con un hombre de tan poca palabra no me puedo comprometer de ninguna manera.

      Y respecto a lo de esa novia Wowwwwww... sabes aquél que diu "Dime de qué presumes y te diré..."? Pos eso. Fantasmóoooon!

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