martes, 28 de abril de 2015
Chinos
- Mamaaaaaá, te he cogido las pinzas de las cejas porque se me han perdido las mías.
Hossstia, mis pinzas! Noooooooooo!
- Bueno, vaaaaale, luego me paso por el chino y te compro otras.
Entro en el chino y me pongo a buscar por mi cuenta, pero nada. Al cabo del rato viene el chino y me pregunta qué busco.
- Unas pinzas. Piiiiiinzas.
- Sí sí sí, pinsa. Aquí.
Y me lleva al sitio donde tienen las pinzas para recogerse el pelo.
- No, no esas pinzas. Yo quiero pinzas de depilar. Depiiiiiiilar.
- Aaaaaah, depilal. Pol aquí.
Y me lleva donde tiene las pinzas para los rulos.
- No no no, esas pinzas tampoco. Yo no quiero pinzas para el pelo de la cabeza, yo pinzas de pelo de cejas. Ceeeeeejas.
- Aaaaaaah, seeeeja. Pol aquí pinsa seeeeeja.
Y me lleva donde están las pinzas de la ropa.
- No, no, no, tampoco. No pinzas ropa, yo pinzas cejas. Ceeeeejas.
Y acompaño mi desesperado discurso del gesto de arrancarse un pelo de las cejas con las pinzas, incluso con el rictus de dolor correspondiente.
- Tú comprendes? Arrancar pelo cejas. Uysssss! Duele.
- Aaaaah, síiiii, ya. Pelo pinsa alancal seeeeja no tenel.
- Cómo que no tener? Pero si tienes de todo, cómo no vas a tener unas pinzas, hombre?
- No tenel pinsa alancal pelo seja.
- Sí, mira, fijo que tienes pero no sabes lo que es. Déjame que voy a buscar yo, vale?
- Vale pelo no tenel pinsa alancal pelo seja, te digo.
- Vale, voy a mirar.
Me pongo a dar vueltas por toda la tienda cuan larga es pero nada, no veo las pinzas por ninguna parte. Por fin me rindo.
- Bueno, me voy, no las he encontrado.
- Yo dije. No tenel pinsa alancal pelo seja.
- Ya ya ya, bueno, vale, adiós.
Al día siguiente me voy a otros chinos y por fin consigo comprar las dichosas pinzas, pero convencida como estoy de que el chino de mi calle tiene que tenerlas seguro por alguna parte decido llevárselas para enseñarle lo que son.
Llego, aparco al Manolo en la puerta y entro. Saco las pinzas del bolso y se las muestro.
- Mira, éstas son unas pinzas de arrancar pelo de las cejas. Te las he traído para que las veas.
- Sí, sí, sí, yo sabel. Pinsa alancal pelo seja. Pelo yo no tenel, yo pedil.
- Ah!
Qué chasco.
- Bueno, pues nada, perdona. Adiós.
Desaparco al Manolo y me voy toda cabizbaja y muerta de vergüenza. Anda que vaya papelón.
Cuando estoy a punto de darle la vuelta a la esquina el chino sale de la tienda y me llama.
- Eeeeeehhhhhhhhhhhhhh!
Dios mío, ahora qué? Ahora me va a decir otra vez que sabe perfectamente lo que son unas pinzas de las cejas, ya verás.
- Glassssssia.
Jodeeeeeer!
Y luego dicen que si estamos infestados de chinos, que si nos invaden, que si tal que si cual. Ojalá. Fijo que la especie mejoraría un huevo. De qué y de cuándo te va a dar las gracias un gañán patrio por ir a enseñarle algo que no sabe, sobre todo si encima sí lo sabe?
Que nos invadan, coñññññño.
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