martes, 28 de noviembre de 2017

Hablar por hablar

Yo hablo muy poco. Puedo pasarme horas y horas sin hablar y hasta días y días. De todas las minusvalías que se pueden tener en este mundo la que sin duda mejor llevaría sería la mudez, no me costaría ningún trabajo. Secretamente siempre le pido al destino que si me tiene que pasar algo malo, que sea eso.

Precisamente por ello no me explico de qué coño habla tanto la gente. A mi alrededor la gente habla constantemente, sin parar. Algunos parecen hasta estar angustiados si no encuentran a alguien con quien hablar. En el tren, mientras algunos buscamos afanosamente el silencio, hay otros que no descansan hasta que no encuentran a algún conocido en un vagón para pegar la hebra. Hossstia, se recorren todo el tren buscando a gente!!!!!!! En alguna otra ocasión ya he comentado el profundo estupor que me causa esto.

Aparte de que no me explico de qué hablan, es que creo que tienen que tener agotadas todas las conversaciones. Si tú te ves todos los días con la misma gente durante años y años... de qué coño puedes hablar? Y luego la otra gran pregunta: para qué? O sea, para qué tienen que hablar tanto? Qué satisfacción obtienen?

En fin, es algo que escapa por completo a mi entendimiento.

Mi compañera de trabajo, la que está en mi mismo Servicio, es todo lo contrario a mí, mi antítesis exacta. A ella le encanta hablar, es dicharachera a más no poder. Como también le gustan mucho los libros yo siempre he pensado que en lugar de currar en una biblioteca, donde el silencio es prácticamente de obligado cumplimiento, debería haber trabajado en una librería, donde habría podido comentar con los clientes todo el rato las últimas novedades, críticas literarias, etc. Pero en fin, los designios del señor son inescrutables y la vida no la ha llevado por ahí.

La pobre conmigo tiene poco entretenimiento. Probablemente le habría gustado tener una compañera algo menos silenciosa que yo, por no decir directamente menos rancia. Pero bueno, tampoco puede quejarse del todo porque tiene otras compensaciones. Al ser ella propensa al parloteo nuestra biblioteca es lugar frecuente de visitas de otras compañeras también aficionadas como ella al intercambio de impresiones.

A mí personalmente me da igual porque así ella se desahoga de tanto silencio y a mí, mientras no me intenten meter en la conversación, no me molesta. Incluso algunas veces he llegado a intervenir si la charla versa sobre algún asunto de mi interés, pero vamos, generalmente no tengo ninguna curiosidad, la verdad. Yo sigo a lo mío y ellas a lo suyo. Como además estoy un poco teniente (un poco bastante, vamos) no tengo que esforzarme nada para no escuchar ni palabra.

Pero una cosa que sí que me pone de los nervios es el susurreo. No es el caso de mi compi porque ella habla en un tono más o menos normal, bajito porque está en la biblio, pero normal. Sin embargo algunas de sus visitantes hablan en murmullos como viejas de confesonario; no es ya que no se las oiga, porque ya digo que a mí no me interesa nada de su conversación; es que bisbisean todo el tiempo. Ya sabéis, ese horripilante sonido de Beatas Reunidas Geyper: bsbsbsbsbsbsbsbsbsbs...

Cielossssss!  Algunas de ellas prácticamente sólo mueven los labios sin emitir casi sonido alguno, sólo ese murmullo incomprensible, lo cual tiene un efecto hipnótico en mí. Las veo articular los labios muy rápido y me quedo embobada, con la mandíbula colgante, mirándolas. Y pienso que mi compañera tiene dotes auditivas de murciélago porque no entiendo cómo se puede enterar de nada. Vale que yo estoy pelín sorda pero coññño, es que es imposible!

Ayer vino una que estuvo más de media hora así: bsbsbsbsbsbsbsbsbsbsbsbs. Hosssstia! Me tenía fascinada, perpleja total. Y mi compi daba muestras de estar oyéndola perfectamente, incluso le contestaba de vez en cuando. Y la otra dale que te pego en el mismo tono susurrante. Media horaaaaaaaa!! Cuando por fin se fue era como cuando se va una mosca, igual.

En fin, es esa clase de cosas que me intrigan muchísimo de la gente.

Habrá quien diga: claro, tú para qué vas a hablar si ya bastante hablas aquí en tu blog. Y lleva razón. Lo que pasa es que hablar sin hacer ruído ninguno es como no hablar, es más como pensar. En realidad yo estoy todo el tiempo hablando, pero conmigo misma, porque antes de escribir estas cosas me las he dicho a mí miles de veces en forma de pensamientos. Yo le doy vueltas a estos fenómenos en mi cabeza y luego llega un momento en el que siento la necesidad de comunicarlos pero en lugar de hacerlo hablando, como soy básicamente silenciosa, pues los escribo. Y así creo que soy una persona mucho menos molesta porque si escribo la gente no tiene por qué leerme si no quiere pero si te están hablando no tienes más remedio que escuchar, a no ser que estés como una tapia, como yo más o menos, o bien que hagas como los nenes chicos y te tapes los oídos y digas: cartucho que no te escucho.

Por eso yo, si puede ser, prefiero seguir escribiendo, y quien quiera que me lea y quien no que no me lea. Y además si alguien quiere contestarme que lo haga pero si no tiene nada que decir pues puede callar tranquilamente. No como cuando la gente habla que casi siempre espera que le respondan y si no lo haces y pasas te tachan en seguida de maleducada o de autista o de algo así.

En fin, que no sé qué chiste le ve la gente a eso de hablar, de verdad. No os parece un verdadero coñazo?

4 comentarios:

  1. Algo parecido me suena haberte leído, pero tu descripción es muy concreta para una sensación que puede ser complicada de transmitir con palabras.

    Creo que muchas veces es inevitable el impulso de entablar conversación con alguien aunque en realidad no tengas nada interesante que decirle a esa persona, lo hacemos como acto reflejo y en buena parte de esos casos yo por ejemplo me siento algo idiota o poco realizado, pues esa conversación no me ha aportado nada. Por otro lado abstraerse del todo tampoco es la solución, tiene que haber un término medio por ahí que dé en el clavo.

    Imagino que alguna vez habrás oído lo de que "la gente más callada es la que más siente". ¿Qué opinas respecto a esa frase?

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    1. No puedo opinar; no sé lo que siente la gente porque no estoy dentro.

      Pero sí sé que quien habla constantemente por los codos tiene poco tiempo para pensar lo que dice. Eso seguro.

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  2. Me pasa igual, cada vez hablo menos y la mayoría de las cosas que escucho son totalmente prescindibles. Lo que no sabía es lo de tu falta de audición. Supongo que te pasará como a mí cuando escucho a la mayoría de políticos hablar y hablar sin decir nada o directamente sandeces. Me ponen de los nervios. No obstante, serías de las personas que me gustaría mantener una buena conversación contigo. Siempre me has parecido muy inteligente e interesante, salvo por tus gustos cinematográficos. Un saludo

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    1. Mis gustos cinematográficos son lo mejor de mí, Martínez.

      Como chocan con los de casi todo el mundo dan muchísimo juego para discutir horas y horas. Y ya sabes que a mí me encantan las trifulcas. es para lo único que me gusta hablar, jejejejeje, para pelearme.

      Lo de mi falta de audición lo sé porque me lo dicen en las revisiones del curro pero yo no me he dado cuenta nunca. Por lo general cuando la gente habla en un volumen normal la escucho sin problemas.

      Demasiado oigo para mi gusto. Si no oyera tanto no me pillaría los mosqueos que me pillo en el tren cuando la gente enturbia mi silencio. No los oiría y sería mucho más feliz.

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