sábado, 29 de marzo de 2025

Es un caso de injusticia o de purita estulticia?

Bueno amigos, otra polémica en la que me he visto envuelta en el Twittex. Esto es un no parar, un sinvivir. Pero como he pillado unos días en los que dispongo de tiempo, de espacio y de ganas voy a compartir mis profundas reflexiones.

Seguramente habréis oído hablar de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre Dani Alves que revoca la sentencia de culpabilidad que tenía anteriormente por un caso de violación. Y la pregunta es: es un caso de injusticia o de purita estulticia?

Como es un caso muy conocido no hace falta poneros en antecedentes sobre todo el proceso. La cuestión es que este tribunal ha determinado que, si bien no se puede demostrar que Dani Alves diga la verdad (tengamos en cuenta que el tío ha cambiado su versión como 500 veces) tampoco se puede determinar que la diga la denunciante. Y esta es la clave. Es decir, ante la falta de pruebas y la poca fiabilidad del testimonio de la supuesta víctima, in dubio pro reo siempre.

Lo cierto es que tenía bastante curiosidad sobre el tema y como tampoco me gusta opinar sin enterarme bien de las cosas, ante la avalancha de críticas a la sentencia (que si es porque es un tipo rico y famoso, que si la justicia machista, que si blablabla... ) pues me he dicho a mí misma: vamos a las fuentes.

Para empezar, me he informado sobre el Tribunal. A los que piensan que la justicia es machista y  heteropatriarcal y facha y blablablá, les doy datos: esta sentencia la ha dictado un tribunal compuesto por tres mujeres y un hombre, la mayoría pertenecientes a la asociación "progre"sista "Juezas y jueces para la democracia", todos, todas y todes muy y mucho entrenados en perspectiva de género. Vamos, igual necesitan muchas más horas de formación, como quince mil horas más, pero entrenados ya venían a esta fiesta.

Bueno, al grano. La cuestión es que la sentencia le da un serio vaparalo a la anterior. Porque, y esto yo no lo sabía, en la sentencia en la que se condenaba a Dani Alves se reconocía verbalmente que el testimonio de la víctima era poco fiable en lo que concierne al tiempo en el que estuvieron en lugares públicos, es decir, que nada de lo que ella cuenta se corresponde con lo que las pruebas demuestran. Que las cámaras de la discoteca que los grabaron todo el tiempo fuera de los baños contradicen lo que la chica afirma que estaba pasando. Tampoco las pruebas forenses de lo que ocurrió en el baño confirman su versión.  O sea, nada verificable, y en lo que se puede verificar objetivamente ella miente. Puede ser que ni siquiera mienta, sino que ella lo recuerde así o lo viviera así, pero lo cierto es que las pruebas objetivas desmienten su testimonio.

Y aun así la sentencia que condena a Alves determina que, a pesar de la poca fiabilidad del testimonio de la víctima sobre lo ocurrido fuera de los baños, están dispuestos a creer que dice la verdad sobre lo ocurrido dentro. Y aquí es donde la sentencia actual da el varapalo, porque determina que un testimonio poco fiable lo es para todo, no solo para lo que se puede objetivar sino también para lo que no. Por tanto, si esta chica no dijo la verdad sobre lo que pasó previamente a la presunta agresión no hay por qué creer que sí la dijera para lo que ocurrió después, para lo no verificable. 

Lo que la ley determina en casos de violación, que muy a menudo suceden en la intimidad y que a veces consisten en la palabra de uno frente a la de otro, porque no hay más pruebas, es que hay que atenerse a la verosimilitud del relato. Ante la falta de otro tipo de pruebas los jueces solo pueden fiarse de lo que dicen los protagonistas. Por tanto es básico que el testimonio de la víctima sea creíble.

Ya sé que hay quien piensa que el testimonio de una mujer siempre hay que creerlo. Hermana, yo sí te creo. Pero es que por suerte todavía vivimos en un país en el que para condenar a alguien por cualquier delito hacen falta pruebas. No vale el mero testimonio de nadie. Porque si eso valiera cualquiera de nosotros podría joderle la vida a otro simple y llanamente yendo a denunciarle por algo. Y eso en un estado de derecho no puede ocurrir. Repito, afortunadamente.

Por tanto, tres juezas y un juez, casi todos ellos "progres", han determinado que a esta hermana no se la puede creer del todo porque lo que sí ha sido demostrado es que ha mentido en buena parte de su testimonio, vamos, en toda la parte que puede ser contrastada por cámaras de vigilancia. De lo que se deduce que el resto de lo que cuenta puede o no ser verdad pero que no se puede condenar a un tipo a unos cuantos años de prisión por un testimonio poco fidedigno.

Que Dani Alves dio como quinientas versiones de los hechos y su testimonio tampoco es que sea muy de fiar? Efectivamente. Pero la ley concede al condenado la ventaja de poder mentir para exculparse. Por tanto es igual lo que dijera. Que negara conocerla, que luego sí la conocía pero que no follaron, que luego sí follaron pero que fue consentido... Da igual. Él puede decir misa, porque intenta salvarse de varias quemas, empezando porque no quería que su mujer se enterara de que había follado con otra tía, pa más inri la noche de fin de año con ella cuidando de su padre enfermo. Pa matarlo sí, me apunto. Pa encerrarlo en la cárcel por violación no.

Tengo claro que si la muchacha hubiera dado un testimonio medianamente verificable, vamos, que se correspondiera con lo que las cámaras grabaron y con lo que el resto de testigos afirman, a Alves no lo salva ni Dios. 

Frente a los que afirman que la justicia es machista, heteropatriarcal y facha, decirles que cada año son condenados por violación en este país cientos de tíos. Por los mismos jueces y los mismos tribunales que otras veces exoneran al denunciado. Y que la diferencia, la gran diferencia, está en las pruebas. 

Pero bueno, que si alguien  sale declarado inocente en un juicio de estos lleva de todas formas la pena social. Habrá muchos que piensen siempre que cuando el río suena...  Y nadie te va a quitar los meses o años que has estado bajo sospecha. En el caso de Dani Alves una carrera profesional destrozada, sus negocios a tomar por culo, sus contratos publicitarios a la mierda... Eso no tiene precio ni indemnización posible si todo es un montaje. O una ida de olla en una mala noche, lo que sea.

Pensad por un momento si ese hombre es inocente quién puede restituir toda esa vida perdida. Pensad que os pudiera pasar a vosotros, o a vuestros hijos. Pensad también qué sería de la justicia si ante una denuncia random lo que hubiera que demostrar es vuestra inocencia. Pensad. 

viernes, 28 de marzo de 2025

Ellas cada vez más listas y ellos mucho más fascistas

He estado unos días enganchada a otra de esas polémicas que surgen de vez en cuando en las redes y que nos tienen a todos entretenidos durante un tiempo, permitiéndonos arreglar el mundo cómodamente sin movernos de nuestros mullidos sofás.

Creo que todo empezó por un artículo de El País en el que algunos profesores se mostraban preocupados, alarmados más bien, porque observaban que muchos chicos están empezando a descojonarse del feminismo, y además se hacen votantes de Vox a pasos agigantados. Este auge de lo que ellos llaman "ideas reaccionarias" les trae en un maltraer. Qué ha podido pasar? Estamos fallando en la educación? No estamos insistiendo suficientemente en los males que conlleva el machismo para la sociedad? Falta un relato crítico frente al de esos peligrosos youtubers que se chotean día sí y día también de los dogmas básicos de las sociedades igualitarias?

Yo tengo que decir que a mí francamente lo que me extraña es que no haya muchos más fachas. Es más, si yo hubiera sido adolescente en estos tiempos sería completamente facha, votaría muy probablemente a Alvise Pérez y me pondría en bucle todos los vídeos de Vito Quiles. De hecho esto último ya lo hago porque me parto el culo viendo a los políticos de izquierdas huir del micro de Quiles como si les hubieran puesto un petardo en el culo. Igual que hace unos años me partía cuando lo hacían los de "Caiga quien caiga" con los de derechas, que anda que no nos hemos echado risas todos viendo esos momentazos inolvidables. Menudo cachondeo!

A mí no me extraña nada, pero que nada, que la gente joven, fundamentalmente los tíos, reaccionen contra el adoctrinamiento que les han metido durante los últimos años a pico y pala, sin piedad, y sin darles la menor oportunidad de mostrar algo de pensamiento crítico. Del mismo modo que muchos de los que fuimos a colegios religiosos terminamos hasta el mismo coño o los mismos huevos de curas y monjas y no hemos vuelto a pisar una iglesia desde que hicimos la comunión. Es exactamente el mismo proceso pero con la nueva religión: el feminismo este antipático que se ha impuesto sobre la idea de igualdad, la turra permanente con la violencia de género y la constante sospecha de culpabilidad sobre el hombre por el mero hecho de ser hombre. Todo hombre es un violador en potencia, sueltan alegremente las amigas que luego se extrañan de que esos proyectos de hombre huyan como almas que lleva el diablo a buscar la papeleta de Vox.

Y todavía se andan preguntando si es que no deberían darles más la chapa. Que faltan herramientas para contrarrestar el discurso facha, que hay que enseñarles que hay que ser buenas personas y muy y mucho feministas. Claro que sí, colega, claro que sí, justo eso es lo que necesitan, triplicar el esfuerzo, más tabarra, ahí, a calzón quitao. De verdad, pocas cosas pasan pa la cantidad de capullos que dirigen el cotarro.

Es el peligro de adoctrinar a la peña, que alguna gente igual traga, pero también habrá quienes sientan un rechazo visceral hacia tu discurso reiterativo, sobre todo si luego salen a la calle y ven una realidad muy distinta a la que tú les estás pintando. Ven, por ejemplo, que el fracaso escolar es mucho mayor en varones que en chicas pero que esto no parece preocupar a nadie, ahí si no hay igualdad no pasa na. O ven que la tasa de suicidios es también mucho mayor entre ellos pero que tampoco esto es un problema que preocupe a nadie. Pos qué quieres? Es normal que se tomen a coña las matemáticas con perspectiva de género, el discurso de la opresión de la mujer o los llamamientos a la solidaridad con sus compañeras, las de los sobresalientes, las que les dan cinco mil vueltas en todas las asignaturas y se ríen por lo bajini cuando ellos salen a la pizarra y no dan pie con bola delante de una ecuación. Ellas cada vez más listas y ellos mucho más fascistas.

Y luego vienen unas profes superprogres a darte una charla sobre la deconstrucción de la masculinidad hegemónica. A decirte que es muy machista mirarle el móvil a tu novia, cuando tu novia se pasa la vida mirándote el móvil a ti porque no se fía ni un pelo de que le estés poniendo los cuernos, pero eso por lo visto no es ningún problema.

No es tan difícil entender que pasen olímpicamente de todo ese discurso y que se sientan mucho más inclinados a escuchar a aquellos que ponen en entredicho esa narrativa vacua que a ellos les suena a rancio. Me suena hasta a mí, que sí he vivido otros tiempos en los que podía tener mucho más sentido. Cómo no va a chocarles a ellos?

Y claro que votan a Vox. Del mismo modo que yo a los 17 años iba por ahí pregonando que era comunista prosoviética para escandalizar a mis padres, a mis profesores y a todo el facherío de aquellos tiempos.  Porque entonces lo rebelde, lo que molaba, lo contestatario era ser muy y mucho de izquierdas, levantar el puño bien alto en los mítines y cantar la Internacional a voz en grito como si no hubiera un mañana. Por contra ahora lo revolucionario, lo verdaderamente cool, lo que te convierte en un James Dean de la era digital es votar a Trump o a Milei o a Abascal, porque además esto no es solo un fenómeno nacional, esto está ocurriendo en todo el mundo occidental, que no somos los únicos que nos hemos vuelto gilipollas con la ideología de género, con lo queer y con la polla de las masculinidades tóxicas.

Puedes unir a esto el hecho indiscutible de que la generación Z pasa totalmente de los medios de comunicación tradicionales. No ven tele, no oyen la radio ni leen periódicos, sino que se informan a través de las redes sociales y ellos mismos deciden lo que les convence y lo que no. La sumisión plena está cada vez más difícil. Porque en las plataformas digitales hay un discurso crítico frente al pensamiento único de esos medios tradicionales que les aporta una visión de la realidad radicalmente distinta y mucho más cercana a lo que ellos viven en su día a día. Y es que la libertad es muy mala.

Llevas años llamando nazi, machista y fascista a todo el que discuta mínimamente tu discurso hegemónico, vaciando de contenido todas esas palabras que ya no significan nada a fuerza de usarlas de comodín.  Y ni siquiera te planteas que igual no son ellos los que se han ido alejando sino que fuiste tú quien los expulsó del paraíso a base de insultarlos, de cuestionarlos, de hacerles sentir como bichos extraños, feos e incómodos. Pos ahora qué coño quieres? Que te voten a ti, gilipollas?

viernes, 21 de marzo de 2025

A ver si alguien me ayuda a resolver esta duda

Hace bastante tiempo que no escribo en este blog porque la verdad es que me siento poco motivada. Ya he tratado un montón de veces casi todos los temas que me interesan y para repetirme como una lora prefiero callarme. Hay ya polémicas que me aburren de tan cansinas, y como entre lo que opinan unos y otros ya está dicho prácticamente todo no veo la necesidad de dar yo la matraca con lo mismo. Por otra parte encuentro reflejados mis pensamientos casi calcados en algunos escritores especialmente lúcidos, como Juan Soto Ivars, que parece que me lee el tío la mente sobre casi cualquier tema, y encuentro mucho más práctico reenviar sus artículos a mis amigos que ponerme yo a escribir lo mismo cambiando siete palabras. En fin, que entre unas cosas y otras, me da cada vez más pereza escribir. Aparte de que, la verdad, el tiempo de ocio que antes tenía de vez en cuando en el trabajo, en el que aprovechaba para estas cosas, pues ya no lo tengo. Ahora las horas de curro son de curro, nada de dedicar ratitos muertos a otros quehaceres.

Pero hoy me he metido en una polémica en TwitteX que realmente me ha motivado, porque además cara a la opinión pública es un caso perdido, y esos precisamente son mis favoritos. Probablemente habréis oído hablar del libro que ha escrito sobre el caso de José Bretón el escritor Luisgé Martín. Si no os cuento de qué va la cosa. Luisgé se ha tirado meses carteándose con el asesino, ganándose su confianza y consiguiendo finalmente que confiese y le cuente con pelos y señales cómo fue el proceso que le llevó a cometer el más execrable de los crímenes en las personas de sus hijos.  O para ser más exactos, la recreación mental que el filicida ha hecho a posteriori de sus abominables actos. De resultas de este intercambio epistolar y de algún que otro encuentro en persona ha nacido la polémica obra, que lleva por título "El odio". 

Leí una entrevista a Luisgé en la que más o menos cuenta el sentido que él le ve a este libro, que no es otro que indagar en la monstruosidad, en esa mente turbia, enferma, oscura cuyo funcionamiento las personas "normales" somos incapaces de comprender. Vamos, una labor muy propia de cualquier escritor, que siempre se sentirá atraído por este tipo de personalidades tormentosas. Yo misma encuentro la figura de Bretón apasionante desde un punto de vista literario, equiparable a los personajes atormentados de Dostoyevski o de los grandes dramas shakesperianos o de las tragedias griegas.  Porque sentir fascinación por un personaje no implica empatizar lo más mínimo. Puedes odiarlo, puede darte un asco tremendo, puede revolverte las tripas. Justamente de ese tipo de personajes abyectos está plagada la literatura, la gran literatura, la que nos hace estremecer. Pero claro, aquí chocamos con que éste es un personaje real y con que ha ocasionado un daño irreparable a la madre de sus hijos, un daño que además fue retransmitido en vivo y en directo durante meses a toda la sociedad, lo que provocó que se extendiera como la pólvora primero el estupor por el crimen, y después el horror generalizado.

Y aquí se confrontan estas realidades contrapuestas. Por un lado la libertad del acto creativo, por el otro el respeto al dolor de una mujer para la que esto es una vuelta más de tuerca en su ya insoportable calvario.  Y tengo que añadir que si entro en este dilema es porque siento un gran respeto literario por Luisgé Martín. Si se tratara de un periodista de estos de las vísceras cuya pretensión fuera ganar dinero a cuenta del morbo insano que estos casos despiertan tendría muchas menos dudas. Pero es que yo he leído la autobiografía novelada de Martín, "El amor del revés", y me impactó en su día muy hondamente su crudeza consigo mismo, el desnudo integral de su alma, cómo se autoflageló sin paliativos y sin compasión. Tanto me impresionó que incluso le escribí para decirle que su historia me había removido totalmente por dentro y que me había parecido muy valiente al contarla, así, tan sin reservas, tan a lo bonzo.* Y por eso, porque sé lo que él hizo literariamente con su propia vida, estoy completamente convencida de que no ha escrito un culebrón macabro tipo "true crime" sino que ha querido ahondar en cómo una persona puede llegar a convertirse en monstruo, en el peor peligro para sus propios hijos, en cómo funciona el odio puro y duro.

No sé, igual el libro finalmente se publica (ahora mismo hay una demanda de la madre de los niños y la editorial de momento ha cancelado la publicación hasta que se pronuncie la justicia) y resulta que no, que es una mierda destinada únicamente a sacar rédito económico de los más bajos instintos de la vil plebe. Pero desde luego también creo que sin haberlo leído no se debe condenar automáticamente al autor, ni a la editorial. En estos momentos hay una campaña brutal en redes llamando al boicot, no solo al libro en cuestión sino a cualquier otra obra editada por Anagrama.

Conste que entiendo la indignación de la gente y el posicionamiento del lado de la madre.  Lo entiendo porque para mí esa mujer ha sido víctima del peor de los crímenes que puede caber en mi cabeza y si yo estuviera en su lugar probablemente haría lo mismo. Mi duda está en si la justicia debe considerar que su demanda está por encima del derecho a la libertad creativa del autor. Es decir, si abrimos ese melón, si nos ponemos a prohibir libros por el posible daño que puedan hacer a terceras personas hasta dónde podemos llegar. Y qué tendríamos que hacer con las obras maestras del cine y de la literatura que están basadas en hechos reales,  que directamente penetran en la mente de asesinos, de psicópatas, de violadores, de seres repulsivos para la sociedad pero que están ahí, queramos verlo o no.

Desde luego es complicado, no es fácil saber qué es lo correcto. Ya digo que mi postura dubitativa es claramente minoritaria. El clamor popular está por prohibir el libro, matar a Bretón y a Luisgé Martín, y arruinar a la editorial por el sencillo método de no volver a comprar nunca jamás nadie ninguno de sus libros. Luego algunas voces, muy muy muy bajitas, se atreven a decir poco más o menos lo que yo he dicho aquí, y automáticamente son fulminadas por la masa enfurecida. La jauría humana siempre al acecho.

En fin, yo aquí lo dejo. Desde mi mayor respeto hacia Ruth Ortiz y su familia, invito a la reflexión sobre este asunto. Oye, que tampoco hay que tener una opinión diáfana al respecto. Yo misma lo que principalmente tengo son muchísimas dudas, un montón de preguntas, una empatía absoluta hacia las víctimas y por otro lado un respeto creo que legítimo por la labor del escritor que se sumerge en lo más profundo de ese infierno que es la psique de un ser miserable como Bretón.

A ver si alguien me ayuda a resolver esta duda.

* Por si alguien siente curiosidad dejo aquí el post que en su día escribí sobre la biografía de Luisgé:

https://arfondoalaizquierda.blogspot.com/2017/01/el-amor-del-reves-by-luisge-martin.html