viernes, 15 de octubre de 2021

Un homenaje sentido a este sitio tan querido

Sé que más pronto que tarde tendré que irme de aquí. 

Y me da muchísima pena. Porque amo este lugar. Sí, aunque lleve sólo un año aquí y no me haya dado tiempo a vivir muchos momentos memorables, pero me encanta. Me encanta la gente, me encantan mis compañeros, me encantan los niños... Conozco ya a muchos de ellos y en general son educados, amables, buenos chicos. Todos muy estudiosos. Estoy segura de que entre ellos hay muchas lumbreras del futuro. Pero sobre todo... me encanta el lugar. Es una biblioteca preciosa. Cálida, acogedora, luminosa. Siempre está llena, la gente se da tortas por venir, y la verdad es que no me extraña. 

Hasta a lo que peor llevaba al principio le he terminado cogiendo el punto. Os acordáis de lo que me quejaba de los baños cuando llegué? Que había que cruzar todo el patio, y en invierno te mueres de frío. Bueno, pues una vez que he vivido la experiencia en verano me he dado cuenta de lo agradable que es ese fresquito y de lo bien que sienta ese paseo al aire libre. Es cierto que en invierno no apetece mucho, pero bueno, es un paseíto, te abrigas bien y con eso te mueves y haces algo de ejercicio. Y meas menos.

Mis baños favoritos, creo que os lo conté, son los del aula de disección. Como he donado mi cuerpo a la ciencia sé que ése será mi ultimo destino. Cuando voy a mear siempre pienso en que algún día estos niños me abrirán ahí en canal para estudiar anatomía, y aunque haya quien pueda pensar que es una idea tétrica, a mí, que siempre he sido rarita, me reconforta, porque siento que es el final perfecto para una buena vida. Terminar sirviendo para algo útil. No sé, es como quien mira un paisaje y piensa que algún día le gustaría que sus cenizas fueran echadas allí. Pues eso es lo que me pasa a mí pero con el aula de disección. Además, la de risas que se pueden echar con mis tetas de agua! Igual se las pasan como una pelota. No sé, eso me hace ilusión, que la gente se divierta conmigo hasta después de muerta.

Al principio no me gustaba hacer tantos turnos de tarde pero con el tiempo mi cuerpo se habituó y recordé algo que había olvidado a fuerza de repetir pesadas rutinas: recordé que nunca me ha gustado madrugar. Y que siempre me había prometido a mí misma que cuando mis hijos estuvieran grandes me cogería un turno fijo de tarde. Nunca os habéis dado cuenta de lo que se deteriora la gente que madruga? De las ojeras, las bolsas, la palidez cetrina de la piel... Y luego está lo otro, lo peor. Que el cuerpo se les habitúa tanto que cuando se jubilan ya son incapaces de estar en la cama más tarde de las 7. Están condenados a madrugar de por vida. Es horribleeeeee! Yo no creo que a este paso vaya a jubilarme nunca, pero no quiero que se me ponga cara de jubilada insomne, que es la cara que tiene todo el mundo que madruga. Además salir a la calle de madrugada cuando aún no ha amanecido debería de estar prohibido, es antinatura. Es una agresión que nadie tendría que soportar. No me extraña que la gente tenga tantos problemas de salud mental, la verdad.

Y luego está que en el turno de tarde el trabajo es tu feudo y tú reinas en él. Normalmente en los turnos de tarde no hay jefes, nadie te incordia, te organizas el trabajo como te da la gana sin tener a nadie encima; si además estás en un sitio precioso, un sitio que te gusta, una biblioteca, rodeada de gente joven, con ilusiones, con proyectos de vida... es la pera! Lo creáis o no, eso se transmite, se contagia, se respira en el ambiente. Claro, no será lo mismo trabajar en turno de tarde en un vertedero, en un matadero o en una UCI, pero en una biblioteca con tanto traqueteo de gente es una pasada. Palabrita.

Desde la terraza de mi casa veo mi biblio, y desde mi biblio veo mi casa.  Me tomo una cervecita a mediodía en la terraza viendo la facultad. Y al revés, cuando salgo de aquí a los cinco minutos me estoy tomando esa cervecita o en mi casa o en algún baretillo de mi barrio. En verano antes de venir a trabajar me bajo un rato a la piscina y me tomo la cerveza allí. Salgo con el tiempo justo para vestirme, coger la bici y venir a trabajar. Vengo relajada, fresquita y feliz, y me paso la tarde aquí igual de relajada, de fresquita y de feliz. Se me pasa el tiempo volando, y cuando quiero darme cuenta es la hora de salir. Cuando voy cerrando ventanas y apagando luces miro a mi casa y me digo: hogar, dulce hogar, ya mismo estoy ahí repantingada en el sofá. No sé, creo que no se puede pedir más, la verdad.

Por eso, porque estoy tan contenta me da mucha pena pensar que tendré que irme, con la ilusión que me hacía quedarme aquí ya para siempre. Cuando pedí el traslado lo hice con esa idea, y ahora, un año después, puedo decir que fue una fantástica decisión. Mi calidad de vida se multiplicó por mil, y con ella mi sensación de que había encontrado por fin mi sitio en el mundo.

No quiero hablar aquí del problema por el que seguramente me tendré que ir. La mayoría lo sabéis y no es necesario mencionarlo. Por muy feliz que yo sea aquí y por muy enamorada que esté del sitio, hay fuerzas de la naturaleza que escapan a mi control. Y además estoy segura de que también estaré bien donde vaya. Pero no querría hacerlo sin despedirme de este lugar maravilloso, sin dedicarle mi pequeño homenaje. En realidad es una declaración de amor en toda regla.

No sé cuándo será la despedida real, pero hoy me ha parecido el día perfecto para escribir esto. Un viernes por la tarde, un día precioso de otoño, disfrutando de esta soledad, de este silencio casi sagrado, de este luminoso ambiente de paz, estudio y sabiduría. Mirando con anticipada nostalgia mis dominios y despidiéndome íntimamente de ellos, con muchísima pena pero también con la sensación de haberlos disfrutado intensamente. Y de que siempre guardaré el mejor recuerdo de este lugar.

Hasta siempre, querida biblio.

Venga, Inma, a trabajar!


2 comentarios:

  1. "Además salir a la calle de madrugada cuando aún no ha amanecido debería de estar prohibido, es antinatura. Es una agresión que nadie tendría que soportar. No me extraña que la gente tenga tantos problemas de salud mental, la verdad."

    Me he acordado de Antonio Recio.

    Una curiosidad, ¿qué tiempo te lleva escribir un post estilo a este?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues concretamente éste lo escribí durante la pausa del café. Tal vez 25 minutos. Por?

      Eliminar