sábado, 16 de octubre de 2021

Hoy me he puesto un nuevo reto, revelaré mi secreto

No sé si habré hablado de esto alguna vez aquí. Son ya tantos años contando cosas que igual sí lo he hecho, pero como no me acuerdo hago como si lo revelara ahora de nuevas. Ahí va:

Yo bailo todos los días una hora.

Sí, amigos, como os lo cuento. Mucha gente me pregunta qué hago para mantenerme en forma, si tengo un pacto con el diablo o qué. Bueno, pues ni pacto ni pollas. Una hora de baile al día. Algo que recomiendo a todo el mundo porque es una receta fantástica tanto para el cuerpo como para el alma. A la par que se hace ejercicio es un subidón de moral de la hostia. Os animo a que lo probéis.

Sé que mucha gente se apunta al gimnasio y al cabo del tiempo se terminan cansando y dejando de ir. Lo entiendo, ir al gimnasio es un coñazo, salvo que te guste socializar mientras haces ejercicio y sudas, claro. A mí ni me gusta hacer deporte ni me gusta sudar ni me gusta socializar, porque como sabéis soy de naturaleza asocial. Hacer ejercicio y tener que interactuar al mismo tiempo con otra gente me parece un esfuerzo tremendo, sobrehumano y totalmente inadecuado para mí.

En cambio mi rutina de una hora diaria de baile es ideal para alguien como yo. Además, a quién no le gusta bailar? A lo mejor  hay gente a la que no le gusta hacerlo públicamente porque es tímida, pero quién no se ha puesto a bailar en su casa escuchando su música favorita? Yo no conozco a nadie.

En fin, por si os animáis a seguir mis consejos os diré cómo es mi rutina dancing.

Primero seleccionar la música. Yo me pongo la radio a veces y otras cojo algún disco de grandes éxitos del Spotify. Soy muy ecléctica en cuanto a gustos musicales, pero para bailar mis favoritos son Abba, Raffaella y los Bee Gees. Me pongo muy loquísima con ellos. 

Luego otra cosa importante. Hacerlo frente a un espejo. Esto da un subidón del copón. Un espejo a cierta distancia, claro. No vale ponerse ante el del armario a un metro. Eso puede ser demoledor, ni se os ocurra.  Tampoco valen gafas ni lentillas.  Esto es de importancia vital. Yo al espejo de mi habitación le hago luz de gas, lo ignoro por completo. Mi referente visual es el espejo del baño, a unos cinco metros de distancia desde mi posición de baile. Y también hay que estudiar el tema de la luz. Por ejemplo, yo tengo justo la ventana detrás, lo cual favorece una barbaridad. Ese trasluz es pura magia visual. Como ya he dicho, aparte del ejercicio físico la elevación de la autoestima es fundamental.

Tema vestuario. En verano bailo en bikini y en invierno tiro de licra: mallas y camiseta. También me embadurno de aceite de oliva virgen extra, porque así se ve la piel brillante y mola más todavía. 

(Hago un inciso para contar otro de mis secretos de belleza: el aceite de oliva virgen extra como hidratante corporal, facial y manual.  Hoy lo estoy dando todo contando secretos, eh? En fin, antes usaba cremas como todo el mundo, pero dejé de hacerlo porque ni me gustan los envases de plasticuchi ni los productos tóxicos que llevan ni la experimentación con animales para conseguirlas. Puedo admitir que se experimente con seres vivos por cuestiones de salud pero no para la industria cosmética. Que experimenten con su abuela. Por eso prefiero un producto totalmente natural y además de la tierra. De ahí mi elección del aceite de oliva virgen extra. Además sólo compro los envasados en vidrio, que es mi tipo de envase favorito. Ya sé que es carillo, pero oye, la gente se gasta auténticos pastizales en potingues para la cara, en gimnasios o en tratamientos de belleza. Por que yo me compre una botella de aceite de vez en cuando para uso cosmético tampoco estoy cometiendo ningún crimen. Y además apoyo a la industria local. Qué coño!)

Y una vez terminado este inciso, continúo con mi rutina de baile. 

Estábamos en que a una prudente distancia del espejo enchufas el Spotify y te lanzas a darlo todo. Y como te estás viendo a esa prudente distancia, con esa luz favorecedora y escuchando de fondo tu música favorita, empiezas a flipar contigo misma. Tal que si te hubieras metido entre pecho y espalda cinco whiskazos.  Eres una dancing queen total. Ya no te ves a ti en ese espejo, ves a la mismísima Beyoncé. Y claro, te vienes arriba: 

Japuta, qué buena estás. Pedazo cuerpo. Brutal. Te sales, te rompes, lo petas. Ole la madre que te parió!

Tú te lo guisas, tú te lo comes. No hay mejor piropo que el que se echa una a sí misma, con absoluto convencimiento autenticidad y entrega.

Y esto al mismo tiempo que te contorsionas toda enloquecida y chillas, por ejemplo:

MORE THAN A WOMAAAAAAAAN, UUUUUUUUUUUUUUH, MORE THAN A WOMAN TO MEEEEEEEEE!

Olvidad depresiones, ansiedades, bajonazos. Ésta es la medicina, la auténtica, la mejor. Música, aceite y baile.

Y nada, luego te duchas, y como nueva.

Mano de santo. Palabrita.


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