lunes, 3 de junio de 2019

Familias

Decía Tostoi al principio de Ana Karenina que todas las familias felices se parecen pero las desgraciadas lo son cada una a su manera.  Claro, las familias pueden ser desgraciadas por muchas causas y de esas causas dependerá la clase de infelicidad que padezcan.

Yo pertenezco a una familia azotada muy duramente por la enfermedad, por varios tipos de enfermedades pero muy especialmente por el cáncer. Somos una familia que podríamos definir como... genéticamente desgraciada. Tampoco es que seamos los campeones del mundo, ni mucho menos. Conozco a otras aún más castigadas, pero sí puedo decir que somos de los que cuando vamos a cualquier médico y relatamos nuestro historial familiar casi siempre nos miran con profundo interés y mal disimulada curiosidad, como los entomólogos miran a un insecto nuevo al que les encantaría diseccionar.

En mi entorno no son infrecuentes los términos relacionados con la oncología: quimioterapia, radioterapia, tumorectomía..., en general casi todo lo que termina en -ectomía  nos resulta léxicamente familiar.

A menudo cuando a las personas les diagnostican un cáncer suelen preguntarse aquello de "por qué a mí". Nosotros ese nivel lo superamos hace tiempo; nosotros nos preguntamos "por qué otra vez?". O ni siquiera nos lo preguntamos, porque el porqué está escrito en nuestra herencia genética, sería absurdo interrogarnos sobre eso. Más bien volvemos los ojos al cielo y exclamamos con resignación y un tanto de amargura "Coño, otra vez!!!!"

Aunque pueda parecer una frivolidad yo envidio un poco a esa gente que es diagnosticada de cáncer y se tira un mes en estado de shock preguntándose con incredulidad "por qué a mí?". Es signo de que hasta el momento no había relacionado el cáncer con su persona y le cuesta digerir esa asociación. Teniendo en cuenta que según los expertos una de cada tres personas padecerá esta enfermedad a lo largo de su vida tampoco se entiende muy bien esa pregunta. Que por qué a ti? Y por qué no a ti?  Por qué sí a tu vecina, a tu compañera de trabajo, a tu asesor financiero, al frutero o al primo de tu cuñada y no a ti?

Hombre, si se trata de niños o de personas muy jóvenes la pregunta tiene cierto sentido,  porque no es lo usual, y además es especialmente duro asimilar una enfermedad a esas edades, pero si ya has cumplido unos cuantos añitos no hay nada que indique que tú nunca vas a ser uno de esos tres a los que le va a tocar el gordo. Curiosamente las probabilidades de que te toque alguna vez la lotería o las quinielas son infinitamente menores pero sin embargo todo el mundo encuentra de lo más natural que alguna vez le pueda pasar. De ahí que los juegos de azar sean de los mayores negocios del mundo.

En fin, pertenecer a una de esas familias genéticamente desgraciadas hace que todo se vea como desde otra dimensión. No sólo no mostramos esa extrañeza que suele mostrar la mayoría de la gente ante las noticias chungas, sino que tenemos cierta habilidad en normalizar al máximo nuestras vidas tras el diagnóstico y durante el proceso, tratamientos y demás.

Además, al menos en lo que a mí respecta, siempre tenemos esa posibilidad in mente. Que te duele un poco la garganta? Pues antes de pensar que tienes anginas piensas que probablemente sea un cáncer de garganta. Que te molesta una rodilla? Ya está ahí el temido cáncer de huesos. Que tienes jaqueca? Un tumor cerebral fijo.

Sí, ya sé que de hipocondríacos está el mundo lleno. Lo que pasa es que nosotros lo somos con razón, con conocimiento de causa, con la autoridad del gato escaldado. Es que en nuestro caso es perfectamente factible que una simple llaga termine en cáncer, y si eso ya nos ha pasado a alguno qué impide que un lunar aparentemente inofensivo resulte ser un melanoma o que una leve molestia en un oído termine en cáncer de tímpano?

Bueno, tampoco es cuestión de ponerle el cuerpo malo al personal. Sé que mucha gente después de leer estas cosas empieza a comerse la olla una barbaridad y a notarse sintomatología de todo tipo. No es ésa mi intención. Más bien lo que pretendo es desahogarme un poco porque lo cierto es que pertenecer a una de estas familias genéticamente desgraciadas a menudo produce bastante hartazgo y una necesita soltar un poco de lastre. Es la única válvula de escape que tenemos, soltar de vez en cuando un contundente ME CAGO EN TO!,  y como que nos quedamos más tranquilos y más conformes. Ya no somos peligrosos, no hay riesgo de que agarremos un Kalashnikov y nos liemos a tiros como hacen los americanos, que están supertarados.

Y siempre nos quedará también el consuelo de que igual que estamos en la pole en cuanto a probabilidades de que nos toquen cosas malas quién nos dice que no lo estaremos también para las buenas? Que lo mismo que la fortuna se ha fijado especialmente en nosotros para el reparto de enfermedades se puede también fijar para repartir premios más gratificantes. O no?

Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere.

3 comentarios:

  1. Eres linda!! Mi querida sobrina pocas familias aceptamos esos diagnósticos, lo que le pido a Dios con todo mi corazón, es que, los de ahora se curen con todos los adelantos que hay. El primero fué, hace muchos años y afortunadamente las cosas han cambiado mucho. Con todo mi cariño❤️❤️❤️👍👍👍

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    1. Lo bueno que tenemos las familias genéticamente desgraciadas es que nos queremos mucho. Somos para compensar muy afortunadas en el amor.

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    2. Bueno, también tiene otra ventaja. Yo nunca me he preocupado por la jubilación ni por pensiones ni nada de eso. Con lo preocupada que anda la gente eso que me quito

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