1. Yo también soy Charlie Hebdo.
2. Yo no soy Charlie Hebdo.
3. Me importa un pimiento Charlie Hebdo.
Y todos, en mayor o menor medida, ante el desafío creciente del terrorismo yihadista, tenemos que tomar partido por una de estas tres opciones. Y aquí está la mía: yo sí soy Charlie Hebdo.
Y lo soy porque, aunque modestamente, en este pequeño blog que sólo leen cuatro gatos (con todo mi respeto para los mininos que aún me leéis), sé perfectamente lo que es la censura. Sí, aunque os parezca mentira, con mi reducido número de lectores, también yo tengo mi miniclub de ofendidos, afectados y agraviados por mi afilada pluma.
En realidad hace tiempo que me di cuenta de que es prácticamente imposible escribir, hacer cine, fotos, dibujos o cualquier otra forma de expresión artística o literaria sin ofender a nadie... Hasta un blog prácticamente familiar como éste tiene ese inconveniente. Yo sé de gente que ha dejado de leerme porque se siente atacada en sus ideas políticas, o porque no le ha gustado el tono de algún post o porque se ha visto retratada en algún otro y el retrato le ha molestado... En fin, que entre mi reducido club de fans también ha habido bajas que han mermado considerablemente el escaso número de visitantes que ya de por sí tenía.
Es igual, el caso es que, a poco que sientas la necesidad de expresar tus opiniones de una u otra manera, siempre habrá alguien que se sienta aludido, ofendido, víctima... No se puede satisfacer a todo el mundo. Salvo que no te impliques en nada y siempre seas políticamente ultracorrecto y te limites a tratar de cosas totalmente inofensivas que no pueden molestar a nadie, lo cual es sumamente difícil, al menos para mí.
Y si esto es así, imaginad a otros niveles. Todos los periódicos de gran tirada en el mundo tienen su correspondiente "Defensor del lector" al que le escriben constantemente cartas protestando airadamente por un titular, por un comentario, por una foto o por un pie de foto... Son miles las personas que envían a diario sus mensajes de indignación. Pero es que cada decisión que toma quien edita un periódico puede molestar a alguien: si publicar o no una foto, si poner en portada esta noticia o aquella, si titular así o asá... No hay nada completamente inocuo; cualquier decisión, por nimia que parezca, puede ser objeto de crítica, puede herir determinadas sensibilidades o puede dar lugar a interminables polémicas.
Bueno, es que hasta la Real Academia tiene sus detractores, aunque no es una institución que tome decisiones sobre el uso de las palabras sino que se limita a certificar ese uso en la calle. Y así hace poco se montó tremendo pifostio porque el colectivo calé puso el grito en el cielo por una acepción ofensiva que recogía la RAE del término "gitano". Ya me contarás qué culpa tiene la RAE de que en la calle o en la literatura ese vocablo se use con el significado de"trapacero". Bueno, pues hubo concentraciones, protestas y un sentimiento de profunda indignación por la inclusión de esta acepción. Y esto es sólo un ejemplo; con la RAE está cabreado medio mundo porque el que no se siente ofendido por una definición se siente por otra pero raro es el que lee el diccionario sin pillarse un berrinche de narices.
Con esto lo que quiero decir es que escribir, dibujar, hacer fotos o pelis es siempre un deporte de riesgo porque es muy raro que no te busques problemas con alguien. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es que te juegues literalmente el pellejo, como le pasó en su día al escritor Salman Rushdie, o al cineasta Theo van Gogh o más recientemente, estos últimos días, a los humoristas del semanario satírico "Charlie Hebdo". Para eso sí que hay que tener muchos cojones y una vocación libertaria totalmente por encima de miedos, chantajes y amenazas de muerte.
Los dibujantes de "Charlie Hebdo" habían sufrido todo esto y más. Hace un par de años ya la sede de la revista fue atacada brutalmente y, aunque en aquel momento no hubo víctimas personales, tuvieron que ser asilados temporalmente en la sede del diario "Liberation". los mismos que han vuelto a acogerlos ahora, mostrando una vez más una solidaridad y un compañerismo que van mucho más allá del mero palabrerío vacuo y que también implica un considerable riesgo para ellos.
Me da igual si era de mejor o peor gusto el humor de "Charlie Hebdo", me da igual que miles de musulmanes se sintieran ofendidos por sus caricaturas, me importa un bledo si le tocaron las pelotas a un montón de barbudos fanáticos y hediondos con las mismas neuronas que una ameba... Yo sólo sé que esta gente es lo que a mí me gustaría llegar a ser, que tienen los cojones que a mí me gustaría tener y que, como de algo hay que morir, prefiero mil veces morir en defensa de mis ideas como lo han hecho ellos que derrotada por un cáncer o por un infarto o por un derrame cerebral o por cualquier otra mierda de ésas de las que se muere casi todo el mundo y de la que es muy probable que también termine muriéndome yo.
Por eso, porque creo que lo que ellos han hecho y por lo que los han asesinado merece la pena hasta el punto de perder la vida, el día de la masacre desde mi twitter me dediqué a retuitear todas las caricaturas de Mahoma que encontré por la red. Sí, ya sé que el riesgo que corro es mínimo porque una tía que tiene escasamente 30 seguidores difícilmente se está poniendo en el centro de la diana por colgar unas caricaturas, pero ésas son mis posibilidades, y además esos tarados están todo el día por ahí buscando enemigos. Pueden dar conmigo como pueden dar con miles de personas que hicieron aquel día lo mismo que yo. De todas formas ya el mismo hecho de vivir, de respirar y de ser una habitante más de su añorada Al-Andalus es motivo suficiente para que cualquier día te mate algún mamarracho de éstos, poniendo una bomba en el tren en el que vas, o en el autobús, o en el supermercado en el que compras o en tu centro de trabajo.
Y por eso, aunque este blog lo leáis solamente esos queridos cuatro gatos de los que hablaba al principio, y así sea muy difícil ser subversiva y valiente como los dibujantes de "Charlie Hebdo", a mí me gustaría colgar también en este pequeño espacio cuasi familiar esas caricaturas por las que ellos han pagado con su vida.
Es mi modesto homenaje a una gente que ha muerto por la causa más grande, por defender la libertad frente al fanatismo y la sinrazón.







Gracias por vuestra valentía y por no rendiros nunca. Siempre seréis mis héroes.