martes, 15 de octubre de 2013

Si bebes... no conduzcas, ni andes, ni te muevas.

No sé si os habréis enterado de que el Consejo de Ministros ha aprobado ya el proyecto de reforma de la ley de Tráfico y Seguridad Vial, que incluye pruebas de drogas y alcohol a los peatones que infrinjan normas de circulación y no sólo a aquellos que sean víctimas o copartícipes de un siniestro, como sucedía hasta ahora.

Bastará que se cometa una infracción para que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado puedan someter a los peatones a los test de detección de drogas, mediante la prueba de saliva, y de alcohol, según aseguró el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

Quiere esto decir que si cruzas caminando por un paso de peatones, si el muñequito está en rojo, aunque no venga ningún coche ni provoques accidente ninguno, y pasa por allí un agente de tráfico te puede perfectamente exigir que te sometas a un test de alcoholemia y, si sale positivo, plantarte una multa de hasta 1.000 euros por todo el morro.

Que te bajas del autobús, donde te has montado porque has bebido y no quieres conducir, y cruzas por detrás, después de mirar cuidadosamente para asegurarte de que no viene ningún coche, en lugar de hacerlo por el paso de cebra que está 30 metros más allá? Infracción, otros 1.000 eurazos.

Que te has tomado unas cervezas con los compis al salir del trabajo y tu verticalidad está en entredicho? Ni se te ocurra cruzar al otro lado de la cera, mantente por el que vas y asegúrate muy bien de que no te acecha ningún agente mirando hacia todas partes antes de atravesar la calzada si no lo haces por un paso de cebra o un semáforo.

Desde luego para los amantes de la cerveza, del vino o de los destilados la cosa se está poniendo verdaderamente fea. Hasta ahora la solución era no llevarse el coche cuando uno sabía que iba a tomar unas copas, o ir con un amigo abstemio, esa rara especie solicitadísima hoy en día por cuya compañía todos nos damos tortas. Pero a partir de esta nueva reforma no servirá de nada no llevar coche o llevar amigo sobrio porque el agente al acecho sacará su test y os hará soplar a los dos, y tu amigo se librará pero tú pagarás.

Esto puede ser trágico para los amigos abstemios, un bien tan preciado últimamente y que con tanto mimo cuidamos, pero que con la nueva Ley perderá todo su encanto y utilidad. La gente volverá a pasar de ellos como de la mierda porque sólo despertarán animadversión y recelos, al estar libres por completo de las sanciones casi seguras a las que todos los demás estaremos expuestos. Terminaremos odiando a los abstemios, sin duda, tanto como ahora los queremos.

Por otra parte será la perdición también de los negocios de hostelería. Si hasta ahora la ruina había llegado tan solo a los bares y restaurantes de carretera, ya se extenderá a los locales de la ciudad que estén situados en zonas a las que para acceder no haya más remedio que cruzar alguna calzada, es decir, todos.

Eso sí, con medidas como éstas puede que el déficit se convierta en poco más de un año en claro superávit. A costa de multas a ciudadanos que osen tomarse un par de cervezas y cruzar a continuación la calzada dos metros más allá del paso de peatones, pronto este país se pondrá a la cabeza del mundo en recaudación por vía punitiva.

Curioso que haya tomado estas medidas el gobierno de un partido que cuando estaba en la oposición se quejaba de la insoportable injerencia del anterior ejecutivo en las vidas privadas de los ciudadanos. Esto no es injerencia, no; esto es directamente un atraco a mano armada. Armada con el talonario de multas.

Qué hacer, pues? Tan solo se me ocurren tres opciones: o no beber nada de alcohol y pasarnos todos al lado oscuro de la abstinencia; o beber solos en casa, a oscuras y en secreto, cuando nadie nos pueda ver, y sobre todo multar; o, llegado el caso, salir corriendo cuando el agente nos pida que soplemos, y confiar en que la falta de matrícula identificativa nos salve.

Eso hasta que se den cuenta y nos obliguen también a matricularnos.

2 comentarios:

  1. Y el "Asnar", que le gusta plimplar como al primero y chupa de la botella cuando puede, seguro que tiene un cuñao menetérico que le quita las multas cuando lo pillen.
    Creo que esa va a ser la mejor solución: echarse un amigo en cada uno de los cuerpos sancionadores del país. A saber: menetérica, municipales y cuerpos de policía autonómicos.
    Ahora sí, en descargo de cabestros he de decir que a mí me multaron hace treinta y tres años en Essen (Alemania), con 15 marcos alemanes, por cruzar una calle por donde no había un paso de peatones. Y yo no llevaba puesto nada de alcohol.

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