lunes, 1 de julio de 2013

Sin vida

Mi hijo mediano, de 16 años, tiene de saludo en su Wasap esta bonita entrada: "Sin vida".

Piensa que no tiene vida porque le toca venirse todo el verano a la biblioteca conmigo por haberle quedado nada más y nada menos que... 8!!!! Sí, todas menos la Educación Física, lo habéis acertado. Como los listos de toda la vida de dios.

Que por qué con 8 asignaturas lo obligo a estudiar si está claro que no las va a poder aprobar? Pues porque no puedo regalarle un verano de ocio y felicidad cuando no ha dado palo al agua en todo el curso, y porque soy una pleistocena y quiero que entienda que el trabajo y el esfuerzo tienen premio y la vagancia tiene castigo.

Ahora bien, aquí entre nosotros y con la plena seguridad de que esto nunca lo va a leer él: con qué autoridad moral le pido esfuerzos en los estudios a este niño? Para qué? Sigue siendo válido ese axioma que nuestros padres nos metieron a hierro y fuego de que "el esfuerzo tiene su recompensa"?

Pensad en la gente que triunfa actualmente, los ídolos de la juventud (y de la no juventud, qué coño):

1. Deportistas cuyo principal mérito es jugar muy bien al fútbol o al tenis o a lo que sea que dé pasta y que las teles se hostien por retransmitirlo, aunque no sean capaces de articular dos palabras inteligibles seguidas.

2. Modelos cuyo principal mérito es pasear lánguidamente un cuerpo esquelético.

3. Concursantes de realities que luego se lo montan y terminan de "colaboradores" en programas tipo "Sálvame"

4. Periodistas monísimas que a duras penas terminaron la carrera (las que la terminaran) pero que tienen unos ojos preciosos y una maravillosa melena Pantene.

5. Frikis que se lo montan en youtube con alguna ocurrencia que cae en gracia y consiguen millones de visitantes. Por ejemplo tutoriales sobre cómo sacarse un moco sin que nadie se dé cuenta. O cómo maquillarse a la perfección estando borracha. O cómo encontrar tus bragas en una fiesta debajo de un montón de cuerpos en coma etílico.

Pues sí, hoy por hoy esto es lo que triunfa, y es así. Y por contra gente con una, dos o tres carreras está de becaria en alguna universidad a cambio de 500 euros mensuales o se ve obligada a emigrar para conseguir un minijob en Alemania a cambio de otros 500 euros.

Y yo le estoy pidiendo al "Sinvida" que pierda todo un verano estudiando... para qué???

Que sí, que lo voy a hacer y ése se tira todo el verano en Rabanales como que yo me llamo Inma, porque esos principios de esfuerzo y mérito me los inculcaron y me cuesta un montón deshacerme de ellos, pero... tiene algún sentido?  Realmente merecen la pena su disgusto y mis sofocones???

Bueno, para los que os compadezcáis de él, os diré que de todas formas el "Sinvida" no tiene ataero ni por el pescuezo, lo pilles por donde lo pilles. Hace tiempo que le dije tal que así:

"Ya que no das muestras de poseer talento intelectual ni creativo ninguno, y puesto que la naturaleza te ha dotado de una cara bonita, un talle esbelto y una estatura importante, al menos podrías cultivar tu cuerpo, ir al gimnasio y currarte una tabletilla apañada para buscarte la vida de guaperas. En definitiva, que por lo menos, aunque seas un gañán, te quede la opción de vivir de la imagen o de pegar un braguetazo, coñññññño."

A lo que sin el menor rubor me contestó con cara de infinito desprecio: "Mamá, no te enteras, que soy vaaaaaa-goooooo".

O dicho en wasapés: mama k ablas

3 comentarios:

  1. Lo dicho, pa mearse. Yo también he actuado como tú cuando se ha dado el caso.
    Y si no tiene arreglo pues es que estaría de dios, que dicen en mi pueblo.
    Gracias

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  2. No, si yo esto me lo tomo con bastante resignación. Si me ha salido flojo, pues me ha salido flojo, tampoco lo voy a matar.

    Y luego casi no protesta!!!!! Sólo arrastra los pies como si le pesara un huevo levantarlos y a ratos se lía a bufar: uffffff, uffffff, ufffff!

    Qué le vamos a hacer! Tiene 16 años, le vas a pedir peras al olmo?

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  3. Preciosa y feliz juventud la nuestra, yo ya lo sufrí con mis tres hijas, si bien es cuestión de tres o cuatro trienios más y todo vuelve a su cauce. Que edad tan bonita los dieciséis, y el caso es que igual no los entendemos ni ellos a nosotros.

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