martes, 30 de abril de 2013

Juegos de palabras


Estaba yo el otro día pensando en hacer una serie de reformas estructurales en mi cabellera cuando sentí un momento déficit-de-ponderación-fiscal, que aunque no sé lo que es, me impactó profundamente.

De repente me apremió la urgente necesidad de liberalizar mis activos capilares y hacer una serie de reajustes con el suavizante doble acción y la mascarilla reparadora-reafirmante. Total, que utilicé un vehículo sustitutorio para regularizar mis rentas y mis activos, que aunque escasos y poco voluminosos, les tengo cariño.

Me fijé en que la movilidad exterior de mi melena funcionaba poco más o menos y pensé que si le aplicaba una indemnización simulada en diferido podía evitar que se produjera un procedimiento de ejecución hipotecaria capilar, quién sabe si con indexación incluída.

Y dicho y hecho,  lo que hice fue incentivar la tributación de rentas pilosas no declaradas y evitar así llegar a un crecimiento negativo de nefastas consecuencias estéticas. Claro que me costó un gravamen adicional al no ser mi pelo de titularidad indirecta, sino profundamente directa.

En resumidas, cuentas, qué me aconsejáis?

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