jueves, 6 de enero de 2022

Coprofilia o prerrofilia, todo queda en la familia

Esto que conste que es a petición popular. 

A medio camino entre la coprofilia y la perrofilia, he sido requerida para seguir comentando cosillas sobre los hábitos cagatorios perrunos. 

Parece que el tema despierta grandes pasiones y, aunque no soy una gran experta, creo que podría ser interesante establecer una comparativa entre los dos perrillos a los que he amado y cuyas costumbres cagatorias he estudiado profundamente. 

Así que... allá voy!!

Mi Manolo, ay mi Manolillo, daba siempre cuatro vueltas sobre sí mismo antes de cagar. En ese sentido la Bimba es bastante más austera, sólo necesita dos. 

Hay que tener en cuenta que el Manolo era mucho más pequeño, prácticamente la mitad. Pesaba menos de 4 kilos, mientras que la Bimba pesa casi 8. Al lado de él es una giganta. Es probable que los perros den vueltas según su peso y tamaño.  Aunque claro, si esto fuera así, los minis que no llegan a los 2 kilos tendrían que dar como 20 vueltas. Y los perros grandes no necesitarían dar ninguna. Ufffffff, complicado! En fin, si alguien quiere aportar alguna información al respecto me encantaría ampliar mi espectro informativo.

Continuemos. 

El Manolo, después de dar sus 4 vueltas, levantaba las patitas de delante y defecaba apoyado en sus cuartos traseros. Era muy gracioso, a mí se me caía la baba mirándolo. Nunca en la vida he visto a nadie cagar con tanta gracia, la verdad.

La Bimba tampoco le iguala en este aspecto. Es una perra mucho más seria en todo. Ella da sus dos vueltas y lo que hace es que caga andando. Vamos, que caga y anda a la vez. Es una cosa muy rara. Porque además dificulta muchísimo la labor de recoger sus excrementos. Con el Manolo era fácil porque eran muy chiquitos pero estaban juntos. Con ella es casi imposible adivinar cuántos han sido y dónde están. 

Normalmente el número de truños oscila entre 2 y 4. Nunca menos y raramente más. Pero claro, nunca sabes exactamente cuántos han sido. A poco que te despistes se te puede pasar alguno.

Por las noches es especialmente difícil discernir el número. Porque la noche confunde, eso es así, ya lo dijo Dinio en su día. Y porque no se ve medio carajo.  Y tampoco puedes pegar la cara al culo de tu perro para comprobar con exactitud la cantidad de materia fecal que expulsa. 

Ahí es donde juega un importante papel tu intuición, avalada por el conocimiento de tu perro. Yo, por ejemplo, sé que la Bimba por las mañanas caga casi siempre 4 mojones y por las noches suele quedarse en 2. Que alguna vez se me ha podido quedar alguno en el tintero? Pues probablemente. Pero quiero dejar constancia de que siempre los he buscado con el máximo empeño. Lo que no puedo es garantizar que no se me hayan podido camuflar con el medio ambiente. Tampoco el color ayuda mucho, la verdad. En la naturaleza hay mucho marrón, y yo tampoco soy un lince. 

En fin, no recuerdo que el Manolo hiciera nada especial después de soltar sus truños. Era un tipo bastante pasota, creo que una vez que evacuaba le daba todo un poco igual. 

La Bimba siempre pega un saltito hacia adelante. Ella es muy particular para sus cosas. Sospecho que lo que no quiere es pisar su propia mierda. Por así decirlo, se aleja del lugar del crimen. Yo entonces, en mi ánimo de cuidar lo máximo posible el medio ambiente, tiro de la correa, la acerco y le limpio el culillo con un pañuelo de papel. El mismo que uso para recoger sus zurullos. 1, 2, 3 y 4. Los voy contando. Y si ha tenido el detallazo de cagar al lado de un contenedor de orgánica la jaleo y le doy besitos.

La verdad es que tengo muy mala memoria, como ya os he contado otras veces. Sólo recuerdo que me gustaba muchísimo mirar al Manolo cagar, y que incluso escribí algún post sobre eso. Era tan gracioso! Era como Chiquito de la Calzada, pero en perro. 

En fin, mi presente es la Bimba. Una perra asocial, antipática, chillona, asustadiza, obesa, petarda... en definitiva,  lo peor. Tengo que reconocer que en mi familia no despierta pasiones, al menos positivas. La frase más utilizada para referirse a ella es: "Coñazo de perra, hosssstiaaaaa!"

Cuando le dicen esas cosas, aunque yo reconozco que llevan razón, a mí me entra mucha ternura y mi instinto maternal se dispara. Siento que soy la única que la quiere en el mundo y que, aunque no la entienda muy bien porque es una puta loca, tengo que cuidarla y protegerla, porque... si no lo hago yo quién lo va a hacer, con lo esaboría que es? 

Joder, al final cuando hablo de mis perrillos casi siempre termino en plan moñas. Y con el klinex chorreando.

Pero bueno, esto iba de cómo cagan los perros, no? 

Joder, cómo me enrollo! 

Lavirgen, parezco la abuela Cebolletas.


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