jueves, 6 de septiembre de 2018

La frase

Leo toda emocionada (y por qué no decirlo, un tanto asqueada por el exceso de almíbar que derrocha) el mensaje de Pablo Iglesias e Irene Montero agradeciendo a todo el mundo su apoyo durante estos meses de dura lucha por la vida de sus dos pequeños mellizos.

Me conmueve porque me imagino que lo han tenido que pasar fatal viéndolos agarrados a la vida por un delgado hilo que en cualquier momento se podía romper. No creo que haya nada peor que les pueda pasar a unos padres. Por eso me alegré mucho de la buena nueva, de que los  bebés hayan salido adelante y de que los felices papás puedan por fin respirar tranquilos viendo crecer a sus retoños sanos y dichosos en su flamante chalet de Galapagar.

De entre todas las cosas que en el mensaje de agradecimiento se dicen me llamó especialmente la atención una frase que me parece llena de sabiduría y sentido común, cualidades ambas de las que la pareja, en mi opinión, no suele estar muy sobrada por lo general.

La frase es la siguiente, literal:

"Enseñaremos a nuestros hijos que sean siempre respetuosos con el que piensa distinto porque la humanidad, la decencia y la amistad no son el patrimonio exclusivo de ninguna causa".

Ojiplática me quedé porque supone un cambio sustancial en la actitud de estas personas, que suelen hacer gala normalmente de una superioridad moral con respecto al resto del mundo que resulta bastante repulsiva, y que además traspasan con frecuencia a sus seguidores. Ya sabéis, esa altanería, ese arrugamiento de nariz, esa mirada de suficiencia, esa carita de "huummmm, aquí huele raro, huele a facha".

Diríase que Iglesias y Montero, Montero e Iglesias, tanto monta monta tanto, han descubierto durante estos difíciles meses de sufrimiento que pudiera darse el caso de que una persona de derechas, pongamos por caso, sea decente y humana. Quién sabe? Tal vez algunos de los miembros del personal sanitario que ha estado atendiendo a sus pequeñines han resultado ser votantes del PP o de Ciudadanos, y la pareja se ha sorprendido gratamente al ver que trataban a sus niños con la misma delicadeza e igual cariño que a otros niños hijos de sus correligionarios.

O peor aún, que algunas de las madres que han donado su leche para alimentar a los bebés podrían ser incluso simpatizantes o militantes de Vox. Esto implicaría algo realmente inquietante: que los hijos de la pareja dirigente del partido más a la izquierda del panorama político patrio podrían haber mamado... leche facha!!

En fin, la cuestión es que me parecieron unas palabras sumamente sabias, como de alguien que ha hecho un gran descubrimiento y que quiere compartirlo con el mundo. Y como ya sabéis que ando con frecuencia batiéndome el cobre por esas redes de dios con ingentes ejércitos podemitas, he creído oportuno apropiarme de la sentencia del líder carismático para usarla a modo de escudo antimisiles.

Y así, cada vez que me lanzan algunos de sus dardos envenenados (que ellos creen envenenados, vamos, porque realmente dan más risa que otra cosa) y me ponen de puta parriba, ahí saco yo mi escudo y respondo con la mejor arma defensiva de la que dispongo:

" Te contesto con las palabras de tu propio líder, sobre las que tal vez deberías reflexionar seriamente: Enseñaremos a nuestros hijos que sean siempre respetuosos con el que piensa distinto porque la humanidad, la decencia y la amistad no son el patrimonio exclusivo de ninguna causa".

Ahí queda eso.

Claro, de momento se quedan un poco kao, porque a un tipo que te está diciendo todo exaltado asquerosa falangista tú le sueltas de sopetón eso y lo dejas to traspuesto. Tened en cuenta que son palabras de su amado líder, al que la mayoría venera con auténtica devoción.

Si esto ocurriera cara a cara probablemente muchos de ellos se pondrían a tartamudear pero como el trato es virtual no puedo tener la satisfacción de presenciar su azoramiento. Así que las reacciones que he observado ante mi escudo defensivo han sido básicamente dos:

1. La callada por respuesta. Lo que equivale a darse media vuelta y salir con el rabo entre las piernas. Éstos son los menos, la verdad.

2. Bloquearme si es en Twitter o pedir a los moderadores que oculten mis mensajes si es en foros. Esto es lo que hace la inmensa mayoría. Es leer la sabia frase del amado líder y darle ipso facto al botón de bloquear o de protestar.

Podrían contestarme, pero claro, si me contestan a mí en realidad estarían poniendo en cuestión el verbo sagrado, y esa arma mortífera lógicamente no la quieren poner en mis manos. Ni que decir tiene que yo haría buen uso de ella porque dialécticamente en el momento en el que el miembro de una secta se descoloca con respecto a su guía espiritual y moral, se queda completamente en pelotas. Y yo, que soy cualquier cosa menos tonta, aprovecharía esa desnudez neuronal para atacar y, como diría la ministra Valerio, colar un golazo por to la escuadra.

No se lo pueden permitir. Por eso acuden a los moderadores para silenciarme o directamente me bloquean. Como los nenes chicos que se tapan los ojos y dicen "no te veo no te veo".

En el mundo de la guerrilla virtual hay que estar muy al loro y cualquier elemento que se te ponga por delante cazarlo al vuelo y esperar la ocasión adecuada para hacer uso de él.

Harían bien los contrincantes políticos de Iglesias y Montero en tomar buena nota de esa emblemática frase porque mucho me temo que en el debate político tendrán más de dos ocasiones en las que  arrojárselas directamente a la faz.

El respeto por el adversario político y, sobre todo, el abandono de esa inquietante superioridad moral de la que con frecuencia hace gala la pareja presidencial podemita, serían dos buenas noticias para empezar el nuevo curso político. El reconocimiento de que tu contrincante, por muy distinto a ti que sea y que piense, podría ser una persona honesta y decente, incluso alguien de cuyos pechos tus hijos perfectamente podrían mamar en un momento dado, me parece un gran paso para la humanidad, por lo menos para la humanidad política.

Una frase tan generosa y tan conciliadora deberían grabarla a fuego con letra grande y clara a la entrada de las Cortes. Yo por lo pronto ya me la he grabado en el blog para copipegarla cuantas veces sea necesario y soltarla en los momentos oportunos.

Os recomiendo que hagáis lo mismo. Nunca se sabe cuándo la váis a poder necesitar.

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