viernes, 13 de octubre de 2017

Neverending story

La tensión sexual no resuelta (en adelante TSNR) entre Cataluña y España ha entrado en un período de agradable relax desde que el presidente del Gobierno le ha pedido al President de la Generalitat que le explique exactamente lo que quiso decir el pasado martes cuando hizo la solemne declaración que hizo en el Parlamento catalán, de la que al parecer no se enteró muy bien nadie,

Yo prometo que estuve muy pendiente y que no me perdí palabra del discurso de Puigdemont, y me quedé francamente preocupada cuando terminó porque me di cuenta de que no había entendido nada. En principio la sensación que tuve es que se había jiñao un poquitín y se había echado atrás en lo de la proclamación de independencia. Pero por otro lado tampoco había dicho que renunciara, sino todo lo contrario, se reafirmaba en sus pretensiones soberanistas, así que realmente no sabía qué pensar de lo que había pasado.  Para colmo a continuación se produjo esa extraña ceremonia de la firma de un documento "secreto" en el que según se dice, se rumorea y se comenta sí que se proclama oficiosamente y de modo simbólico la República Catalana. A esas alturas tristemente mi capacidad analítica ya estaba bajo mínimos, así que pensé que tendría que esperar a escuchar a opinadores y analistas profesionales para llegar a alguna conclusión sobre lo ocurrido.

Cuál no sería mi sorpresa cuando al término del discurso corro rauda a escuchar los comentarios de los distintos tertulianos, saltando ágilmente de cadena en cadena, y me doy cuenta de que tampoco ninguno de ellos se  ha enterado del contenido del mensaje y que por tanto las opiniones e interpretaciones son variopintas y a menudo contradictorias. Algunos hablan de "Independencia en diferido", como lo del finiquito de Bárcenas, pero mucho me temo que más por decir algo y no parecer unos alelados que por saber exactamente de qué estaban hablando. Total, que siento cierto respiro, parece que el problema no es sólo mío, que no he perdido por completo el oremus sino que el mensaje propiamente dista mucho de ser claro cuando a todo el mundo le ha pasado más o menos lo mismo. Ufffffffff, ya estaba por darme por difunta intelectualmente hablando.

Pero el auténtico, el verdadero consuelo lo sentí cuando el mismísimo Presidente del Gobierno, todo un estadista de pro, comparece públicamente y afirma no haber entendido tampoco nada del confuso discurso de Puigdemont y le hace un requerimiento para que le explique claramente si lo que hizo el pasado martes fue declarar la independencia o no. Porque naturalmente sin saber a ciencia cierta lo que allí se dijo no se puede tomar ninguna decisión al respecto. Bieeeennnnnnn! Rajoy se ha quedado igual que yo y que todos los comentaristas, tertulianos y opinadores mediáticos: ojiplático, boquiabierto y desmandibulado. No es que yo me haya vuelto subnormal de repente, la confusión es universal. Qué alivio, señor!

En fin, que en esas estamos, esperando la respuesta de Puigdemont a la pregunta del millón: proclamó o no proclamó la independencia en su supuesto discurso de proclamación de la independencia? Y entre pregunta y respuesta lo que sí se ha conseguido es que la TSNR, que había llegado a un punto preorgásmico explosivo insoportable, se ha apaciguado y todos hemos vuelto a recuperar el aliento aunque sea temporalmente, mientras se produce la ansiada a la par que temida respuesta.

La cuestión es: qué pasa si cuando llegue dicha respuesta seguimos in albis? O sea, hay alguna garantía de que la próxima vez que Puigdemont hable nos vayamos a enterar mejor? Y si entramos en bucle y esto se convierte en un interminable círculo de preguntas y respuestas? Algo así como:

- Honorable President, qué quiso usted decir exactamente en su discurso? Proclamó usted la independencia de Cataluña o no la proclamó?

- Señor Presidente del Gobierno, yo ni proclamé ni dejé de proclamar la independencia. Puede que sí, puede que no, todo depende de... según, lo más seguro es que quién sabe.

- Pero a ver, Honorable, lo que yo quiero saber es qué quiso usted decir exactamente en su discurso. Proclamó usted la independencia de Cataluña o no la proclamó?

- Señor Presidente, está complicado responder a esa pregunta. En realidad yo ni proclamé ni dejé de proclamar la independencia. Puede que sí, puede que no, todo depende de... según, lo más seguro es que quién sabe.

- Honorable President, yo le conmino a contestar con claridad a mi pregunta:qué quiso usted decir exactamente en su discurso? Proclamó usted la independencia de Cataluña o no la proclamó?

- Huuuuum, Señor Presidente, pues no sé qué decirle. Yo ni proclamé ni dejé de proclamar la independencia. Puede que sí, puede que no, todo depende de... según, lo más seguro es que quién sabe.

 - Por favor, Honorable, me podría decir de una vez qué quiso usted decir exactamente en su discurso? Proclamó usted la independencia de Cataluña o no la proclamó?

Y así hasta el infinito y más allá.

Y si no llegamos a enterarnos nunca de lo que realmente pasó? Y si 25 años después seguimos preguntando y obteniendo una y otra vez la misma respuesta? Y si nos instalamos para siempre en este cómodo impás en el que nadie dice nada definitivo ni irreparable? Y si al final, después de repetir una y otra vez la misma secuencia, nos acostumbramos a ella y la adoptamos como ceremonia nacional? Podríamos instaurar todos los jueves como el día de  la pregunta presidencial y todos los lunes la respuesta catalana, así amenizaríamos un montón las semanas, y los lunes no sería tan duro volver a trabajar porque tendríamos un nuevo aliciente, cada lunes un "día histórico". Planazo!

Sería una solución muy rajoyniana. Así no habría que decidir ni hacer nada, la cosa se iría diluyendo por sí sola, la TSNR se agotaría en sí misma y todo seguiría igual per secula secularum. Los independentistas contentos y felices en esta especie de limbo soberanista eterno y los no-independentistas igualmente satisfechos porque mientras no se diga algo claramente aquí no ha pasado nada.

Qué os parece? A que mola?

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