sábado, 19 de marzo de 2016

Pongamos que hablo de... mi pesadilla.

- Por qué eres así? Llevo dos días diciéndote que recojas la ropa de la secadora y la dobles, y ni puto caso. Y que recojas el baño, y ni puto caso. Y que laves tus cacharros, y ni puto caso. Y que arregles tu habitación, y ni puto caso. Pero pero.... por qué eres así?

- Mamá, eres una histérica y una pesá. Y cansas. Ya es que no te escucho de lo pesá que eres.

- No sería ni la mitad de pesá si tú hicieras las cosas a la primera.  No tendría que estar todo el puto día con este triste mantra. Y tanto tú como yo seríamos mucho más felices de lo que somos.

- Mamá, estás totalmente pirada y te quejas de vicio. Tienes unos hijos que ya te puedes dar con un canto en los dientes. Yo soy buen estudiante, no me drogo, no soy un tirao, hago deporte, me caliento mi comida, recojo mis platos y los lavo, hago cosas en la casa que ninguno de mis amigos hace y que sus madres jamás les piden, y tú me hablas como si fuera uno de esos tarados de "Hermano Mayor" que son un despojo humano. Eres una histérica total.

Tengo esta conversación con el menor de mis hijos, y después de estas demoledoras palabras me retiro toda mohína y hecha polvo.

La noche de antes he tenido una pesadilla. Él es pequeño, como de unos dos años, y está colgado del balcón con un solo dedo y está a punto de caer cuando yo corro y lo salvo en el último minuto. Entonces llorando toda loca le pido que me prometa que nunca va a volver a hacerlo, y él se ríe a carcajadas y me dice que no. Y yo lo zamarreo y lo abofeteo y se lo vuelvo a pedir una y otra vez, efectivamente histérica perdida, y él sigue erre que erre riéndose y negándose.

Me despierto toda bañada en sudor y en llanto, y pienso que tengo que hablar con él porque esa pesadilla tiene mucho que ver con nuestro día a día y con nuestras peleas domésticas.

Y bueno, el resultado de esa decisión es la conversación que introduce este post. Y a la vista de los resultados es más que probable que esta noche vuelva a soñar lo mismo. Está cantao.

En fin, hecha polvo me rindo y me voy al salón. Allí está mi hija y le cuento la charla.

- Tú también crees que soy una histérica?

- Mamá, ya hemos hablado de esto un montón de veces. No, no eres una histérica. Todos tenemos el mismo problema con él. La cuestión es que él no entiende que haga nada mal porque muy probablemente es verdad que la mayoría de sus amigos no hacen ni el huevo en su casa.  Yo conozco a un montón de tíos que son igual, y muchas tías también. Que no saben lo que es cambiar el rollo de papel higiénico cuando se gasta.  Que no recogen el baño cuando se duchan y van luego sus madres a hacérselo. Que tampoco recogen su habitación, y mucho menos lavan sus platos ni doblan su ropa. Él está indignado porque tú intentas obligarlo a hacer algo que a los demás les hacen sus madres y sus padres. Y le parece que con no ser un mal estudiante ni un borracho ni un drogadicto ni un degenerao ya tienes bastante. El problema no es tuyo; es que nadie colabora contigo. Estás sola en tu lucha.

- Qué mierdaaaaaa! Pero vosotros también se lo decís y tampoco hace ni puto caso.

- Porque ni nos escucha. Le da igual. Y yo ya mismo me iré de aquí y ya me he rendido. Y cada uno tenemos nuestra vida y cada vez pasamos menos tiempo en casa y lo sufrimos menos. Y si el baño está hecho unos zorros hacemos de tripas corazón. Pero tú estás aquí y llevas toda la vida peleándote con él y no te rindes. Pero el final es que va a seguir igual hasta que se vaya, y no puedes hacer nada.

- Pues hay gente que me dice que es que no lo estoy haciendo bien, que he errado en la estrategia, que fijo que de buenas maneras y con cariño...

- Venga ya, mamá, que aquí ya sabemos lo que hay. Lo has intentado de todas las maneras posibles, con castigos, con premios, por puntos a lo supernany, con sobornos... y sencillamente no hay nada que hacer, porque él no cree que esté haciendo nada mal. Y se compara con sus amigos  y resulta que es el único pringao que recoge platos, que los lava, que tiene que arreglar su habitación y al que su madre cuando le trae unas notas estupendas le dice "Vale, pero puedes doblar y guardar tu ropa?"

Vaya, en definitiva, que tengo la batalla perdida. Muy probablemente es verdad que la mayoría de la gente por no discutir se ha rendido y recogen ellos la ropa, la mesa, los platos... Si los niños son buenos y ayudan motu proprio bien pero si pasan, como que pa qué vamos a estar todo el día en pie de guerra y encima tener la casa hecha un asco? Si luego el niño es buena gente, no roba, no mata, no vomita todos los sábados en el sofá, y es de los mejores de su clase... de qué te quejas, colega? Pos eso, date con un canto en los dientes.

Pero NOOOOOOOOOOOOO. ME NIEGOOOOOOOO!!!!!

Puede que continúe teniendo pesadillas de balconing con este niño hasta que me muera, pero no me rindo. Esto es LA PUTA GUERRA!!!!!!!!

De hecho, tengo varias ideas de guerra psicológica, y las voy a compartir.

Para quien se decida a acompañarme en esta lucha contra los déspotas que invaden nuestras casas, amparados en sus supuestos derechos filiales. Ahí van:

- No voy a tocar nada ni de su cuarto ni de su baño. A mi hija, que sufre igual que yo por su guarrez manifiesta, ya le he dicho que a partir de ahora use mi baño y solo mi baño, que por supuesto tiene un candado para que bajo ningún concepto entren ellos. Su baño, el de ellos, que se hunda de mierda. Y cuando vengan visitas las llevamos directamente al nuestro. Y ellos a sus amigos que los lleven al suyo, si es que tienen cojones.

- Voy a comprar un cesto enorrrrrrme en el que meteré toda la ropa de ellos que saque de la secadora. Si quieren ponerse algo tendrán que rebuscar en la cesta-armario, como si estuvieran en un relío del mercaíllo. Hasta que no encuentren nada, claro. Por de pronto ya uno ha venido hoy a preguntarme dónde puede encontrar unos calzoncillos. Y sencillamente me he encogido de hombros. La guerra es así, no hay tregua ni compasión. Por mí como si salen en pelotas a la calle.

- Voy a conseguir que no encuentren nada simple y llanamente por el sencillo procedimiento de pegarles una patada a sus cosas y mandarlas a tomar por culo. No descarto tirar por el balcón sus pertenencias, empezando por el móvil y terminando por su cartera, que es lo que más les duele.

- Tal vez, con toda la mala leche del mundo que como madre me avala, decida esconder algunas de sus más queridas pertenencias. En sitios en los que jamás buscarían, por ejemplo, en donde están los productos de limpieza, que no saben ni que existen.

Esto es la guerra y yo voy a muerte.

Puede que tenga pesadillas hasta que me muera. Pero no me rindo!!

Soy una tía fuerte y puedo contra todo. Me da igual que el resto de los padres del mundo les quiten a sus hijos los calzoncillos del baño. Yo no quito ya más nunca ni un puto calcetín.

A Dios pongo por testigo de que nunca volveré a...

Qué coño! A Dios pongo por testigo de que volveré fijo a rajar de lo mismo mil veces.

Cagoenlavirrrrrgensanta!! No somos nadie!!

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