miércoles, 18 de marzo de 2015

Dos tíos

Yo hay cosas que no entiendo y nunca entenderé en esta vida. A ver, os cuento. Como muchos sabéis porque lo he contado mil veces, voy a trabajar todos los días en tren y, como soy una asocial declarada y amo el silencio más que ninguna otra cosa en este mundo, me recorro un duro kilómetro de andén para llegar al último vagón, en la certeza de que es el más tranquilo, el que más me puede garantizar un cómodo viaje sin ruidos indeseados y en definitiva esa paz que tanto ansío. También sabéis que desde mis conflictos bélicos con los vigilantes de la estación no puedo llegar hasta mi vagón en bici, como hacía antes, sino que tengo que caminar arduamente hasta el lugar. Es una buena caminata pero bueno, merece la pena porque mi objetivo se cumple con creces.

O más bien, se cumplía. Porque de un tiempo a esta parte, hay algo que me tiene conmocionada a la par que irritada, exaltada, confusa y espantada, y no lo puedo comprender. Hay dos tíos, DOSSSSS, que vienen juntos y se colocan en MI VAGÓNNNNN, al fondo y no paran de cascar como cotorras!!! Hosssstia, me cago en to su nación! Por qué coño esos dos tíos se recorren un puto kilómetro entero de andén para meterse en un vagón solitario en el que solo va una tía si no buscan ni paz ni silencio ni tranquilidad? Por qué no se sientan en el primer vagón o en el del centro, que es donde va todo el mundo que se pasa el viaje hasta Rabanales hablando sin parar? Por qué tienen que enturbiar mi descanso con su molesta presencia, habiendo veinte vagones por delante, si tienen que inflarse de andar para llegar hasta allí y luego a la vuelta, en el campus, tres cuartas de lo mismo? Cuáles son las razones ocultas de esos dos desaprensivos sin alma ni sentimientos?

Pues bien, después de mucho reflexionar y atormentarme con este asunto, he llegado a pensar en diversas posibilidades que paso a exponer:

1. Son amantes, pero no han salido del armario. Los dos están casados y no tienen tiempo para verse; el único ratito es el del tren de la mañana a Rabanales. Y además de cuchichear dedican el trayecto a follar desaforadamente. En realidad los asientos últimos del vagón están llenos de manchas de semen, producto de esta pasión prohibida. Como soy una romántica empedernida ésta sería mi opción favorita.

2. Son agentes secretos. Trabajan para la CIA o el MOSSAD y se dedican a espiar diversos proyectos de investigación de la Universidad. Cuando se ven en el tren por las mañanas intercambian información y se pasan documentos importantes. Tienen que esconderse en mi vagón para no despertar sospechas. Cualquier día de éstos, cuando se percaten de que lo sé todo, me matarán.

3. Pertenecen a departamentos o servicios enemigos y su relación podría ser mal vista por sus compañeros y por sus jefes. Si llegara a saberse que son amigos, como mínimo les abrirían un expediente o les harían mobbing, y hasta podrían llegar a expulsarlos. A pesar del trabajo son colegas de toda la vida y no están dispuestos a renunciar a su amistad, aunque la mantengan en secreto. Esta alternativa, como la del amor, me parece superbonita también, pero poco probable.

4. Tienen el colesterol por las nubes y el médico les ha dicho que tienen que andar un kilómetro todos los días. Se meten en mi vagón porque aprovechan el andén de la estación para hacer ejercicio caminando. Entre el recorrido de la estación y el del apeadero de Rabanales, tanto a la ida como a la vuelta, superan con creces el kilómetro que el médico les ha recetado. No es nada personal contra mí, es sólo un tema de salud.

5. Son unos hijosdeputa sin sentimientos y lo hacen para joderme. Son malas personas y no pueden soportar que la gente sea feliz y viaje apaciblemente en el tren y que incluso pueda disfrutar del trayecto. Eso les reconcome y desde que se dieron cuenta de que había una persona a la que le gustaba la soledad del último vagón se propusieron fastidiarla y amargarle su inofensiva costumbre. Que quieres silencio, perra? Pos toma parloteo!

Aunque como romántica confesa mi opción favorita era la del amor, esta última es la que me parece más plausible. Esos dos tíos son malos, pero malos de verdad, probablemente unos peligrosos psicópatas, y han convertido en objetivo primordial de sus vidas joderme a mí las mañanas.

En fin, después de mucha meditación éstas son las cinco alternativas que se me han ocurrido, aunque ya os digo que la que me parece más factible es la última. De todas formas si a vosotros se os ocurre alguna otra, por favor, no dudéis en decírmela, porque esto me tiene verdaderamente traumatizada y, ya que no puedo hacer nada para evitarlo, al menos me gustaría saber el porqué de esta violenta intromisión en mi vida.

Aunque solo sea para poder entenderlo, aceptarlo con resignación y conformarme con esta cruz que me ha tocado.

9 comentarios:

  1. Alternativa seis: hay dos tíos, Dosssss, que vienen juntos y se colocan en MI VAGÓNNNNN… Cierro los ojos, respiro profundamente y me repito el mantra “solo están en mi imaginación, solo están en mi imaginación, solo están en mi imaginación, solo están en mi imaginación, solo están en mi imaginación, solo están en mi imaginación”.

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  2. Pero entonces igual que imagino que están podría imaginar que no están. Y no puedorrrrrrrr! Los veo todos los días, y por más que intento negar esa realidad, no consigo dejar de verlos.

    Y además hoy, para más inri, han aparecido otros DOSSSSSS!!!!!! Y se han puesto justo en EL ASIENTO DE ATRÁS!!!!!! Y no han parado de cascar, no he conseguido leer ni una sola página de mi libro!!!!! Estaba tan horrorizada que a punto he estado de levantarme y pedirles de rodillas que se mudaran a otro vagón.

    Si todo esto sólo está ocurriendo en mi imaginación, me temo que estoy francamente muy mal.

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  3. Yo sé la verdad. No te la quise contar hasta ahora por no inquietarte, pero en vista de las malas explicaciones que están surgiendo creo que es una obligación moral explicarlo todo. Vayamos por partes:

    ¿Qué libro estabas intentando leer? Eso no importa para descubrir la motivaciones de esos tipos, pero a mí me interesa y por eso te lo pregunto antes de que se me olvide. Ahora vamos a lo otro:

    ¿Has leído El Club de los Suicidas, de R. L. Stevenson? Pues bien, estos dos señores que invaden tu vagón son, sin duda, miembros de un actual y secreto club de suicidas. Pero son lo que podríamos llamar "suicidas pusilánimes", del género que aun deseando su muerte pretenden que esta les acaezca de manera indirecta, sin mano homicida, dándole así una nueva vuelta de tuerca a la idea original del club que ideó Stevenson. Saben —como deberías saber tú y quizás en efecto sepas— que estadísticamente hay menos posibilidades de sobrevivir en caso de accidente ferroviario viajando en el vagón de cola, por eso lo eligen insistentemente, con el objeto de ser agraciados alguna vez por una súbita desgracia que acabe con sus vidas.

    Llegados a esta conclusión surge inevitablemente la siguiente pregunta: ¿también tú viajas en el vagón de cola porque deseas morir?

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  4. Pues me alegra que me lo preguntes porque es un libro muy divertido y pensaba recomendarlo, así que aprovecho la coyuntura. Se llama "Un trastorno propio de este país" y va de una pareja americana que se está divorciando en plena crisis del 11-S. Los dos creen que el otro ha muerto en los ataques pero se pegan el sofocón de su vida cuando comprueban que el otro ha sobrevivido. Es un poco al estilo "La guerra de los Rose" pero con el terrorismo de trasfondo, puro humor negro negrísimo. Tiene diálogos totalmente surrealistas. Anoche, sin ir más lejos, me estuve descojonando con uno. El tío, imitando a los terroristas de las torres, decide inmolarse con una bomba casera y cargarse a la mujer y los niños, y aparece en la cocina con un montón de dinamita pegada al cuerpo debajo del albornoz. Cuando se lo abre más o menos ésta es la conversación que tienen los dos:

    - Dios es grande.

    - Qué haces, qué es eso?

    - Una bomba de suicida.

    - No me digas.

    - La he hecho yo. Llevo encima dinamita suficiente para volar toda la manzana. Dios es grande.

    - Y por qué no funciona?

    - No lo sé. Lo de los cables es complicado.

    - Seguiste las instrucciones?

    - Estaban en árabe pero había un gráfico.

    - Déjame ver.

    - Puedo arreglarlo solo.

    - No seas gilipollas.

    - Demasiado tarde.

    - Quieres que le eche un vistazo o no?

    - Si quieres.

    - Ummm, el cable rojo se ha salido del borne.

    - Muy bien, sería mucho pedir que lo volvieras a enganchar?

    - Ya está.

    - Dios es grande. Mierda, no funciona.

    - No digas palabrotas. Déjame comprobar los demás cables.

    - Puedes arreglarlo?

    - No me metas prisa, eh? Tengo que mirarlo bien, no te muevas.

    - Mamá, puedo ayudar? (La hija pequeña)

    - No, cariño, ahora no.

    Es bueníiiiiiiiiiiiisimo. Lo mejor que he leído en mucho tiempo.

    Y respecto a lo de los suicidas del tren, efectivamente cabe esa posibilidad. Sería una explicación plausible porque no encuentro ninguna otra.

    Y no, Kowalski, yo no soy una suicida pasiva. Como ya expliqué en el post yo me escondo en el último vagón porque soy una asocial y me gusta viajar en completo silencio y hasta que aparecieron estos dos desaprensivos el último vagón me garantizaba eso. Incluso te diré que no me importa morir la primera en caso de accidente ferroviario si puedo conseguir mi objetivo hasta que llegue ese momento.

    De todas formas tengo que decir que hoy vengo bastante flipada porque esos dos... no han aparecido!!!!! Tal vez hayan muerto, tal vez hayan conseguido suicidarse de otra manera menos ralentizada. No sé, o tal vez han tenido un momento de lucidez y se han dado cuenta de que no tiene sentido caminar casi un kilómetro para hincharse de hablar en el último vagón cuando lo pueden hacer perfectamente en el primero.

    O también podría ser que tuviera razón La Moski y sólo estuvieran en mi imaginación, y cuando alguien me lo ha hecho notar se ha roto el maleficio y por fin los he hecho desaparecer. Chi lo sa?

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  5. Bueno, ¿qué?… ¿cómo va el asunto de TU VAGÓNNNNN, han vuelto a aparecer o se constatan las malas explicaciones?

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  6. No debiera pluralizar D. Leónidas, saber lo que se dice saber tengo la intuición que no queremos mucho. Es más divertido lo que se crea en torno al vagón de la Sra. Ruiz de Julián que el vagón en sí, sobre todo si usted fuera el maquinista.
    La Abadesa

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    1. Independientemente de quién fuera el maquinista, lo cierto es que doña Inma nos ofrece una excelente plataforma ferroviaria que, me temo, estamos desperdiciando.

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  7. Antre el clamor popular exigiendo información actualizada sobre mis avatares ferroviarios, debo decir con disgusto y estupor crecientes que los dos sujetos objeto de mi estudio no sólo no han desaparecido sino que se han multiplicado fatídicamente. Ahora ya no son dos, sino cuatro.

    Hoy, para espanto mío, ha aparecido una nueva parejita de estudiantes que se ha sentado justo dos asientos por delante del mío, con lo cual me he sentido completamente acorralada, en plan sandwich, desagradablemente escoltada tanto por delante como por detrás.

    Sinceramente estoy pensando en pasarme al vagón primero en el que seguramente habrá mucho menos populacho.

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