lunes, 9 de febrero de 2015

Efecto óptico

He observado últimamente un fenómeno extraño que me ha llamado mucho la atención y que atribuyo a una especie de efecto óptico de todo punto inexplicable para mis cortas entendederas. Y como no consigo comprenderlo he decidido comentarlo aquí por si alguien me lo puede explicar.

Veréis, yo en invierno uso con mucha frecuencia mallas. Bueno, a decir verdad, las mallas son prácticamente mi uniforme de invierno; me las planto en noviembre y ya no me las vuelvo a quitar hasta mayo por lo menos. Las uso para ir a trabajar, para salir de paseo, para ir de copas, para estar en casa, para hacer gimnasia, para correr, para dormir… en fin, para todo. Naturalmente tengo varias y las voy alternando, so mal pensaos, que una puede ser de piñón fijo pero mu limpita y mu escamondá.

Bueno, el caso es que voy yo tan agustísimo y tan calentita con mis mallas sin que nunca hasta ahora se hubiera producido ningún acontecimiento digno de mención. Nunca hasta que… introduje un nuevo elemento en esta coyuntura. 

Resulta que, ya aburrida de ir siempre con el mismo look invernal, un día se me ocurre que me puedo poner una faldita por encima, para variar de vez en cuando. Tengo por ahí unas faldas cortitas que a pelo no tengo huevos de ponérmelas pero pensé yo pa mí misma que con las mallas debajo podían quedar ideales de la muerte y así ya no tendría que ir siempre con el mismo uniforme y le echaría un poco de gracia a mi vestimenta invernal.

Bueno, pues dicho y hecho, me planto la faldita por encima de mis sempiternas mallas y cuál no será mi sorpresa cuando me monto en mi bici y a la mitad de los tíos con los que me voy cruzando se les van saliendo los ojos de las órbitas y más de uno y más de dos casi se descoyunta agachando la cabeza en el intento, por supuesto vano, de vislumbrar algo, vete tú a saber qué. Pero dónde vas, so desgraciao??? Pos no ves que llevo unas pedazo de mallas tupidas que ríete tú de los refajos de las abuelas? Qué quieres ver tú ahí debajo, alma de cántaro???

Vamos a ver, yo puedo entender que éste sea un fenómeno relativamente normal en verano cuando una va con las piernas al aire. Normalmente los tíos hacen todo tipo de contorsiones para intentar ver lo que hay debajo. Pero vale, tiene su sentido porque algo podrían ver, aunque en mi caso es completamente inútil porque siempre llevo debajo de las faldas unos pantaloncitos cortos y por mucho que estiren la cabeza jamás van a ver otra cosa que los pantaloncitos. Pero bueno, ellos son así y la imaginación masculina tiene un poder inconmensurable, eso es un hecho. Vale, lo del verano tiene un pase, pero lo que me ha dejado muerta es esto de ahora. Intentar ver unas bragas por debajo de unas mallas!!!! Hosssstia, qué nivel, Maribel!

En fin, los caminos del erotismo y la imaginación son inescrutables, pero qué me decís del efecto óptico siguiente? Resulta que me encuentro el otro día con una amiga y me suelta tal que así: “Mírala ella qué valiente, ni frío ni na, en pleno invierno con minifalda”.

Pero tía, por diossssss!!! O sea, que yo voy con las mallas solas y naturalmente, como son una prenda calentita, no tengo frío en absoluto, pero en el momento en que me planto una falda por encima pues ya las mallas no abrigan y corro peligro de congelación, no?

Vamos, que el efecto óptico de la falda en los tíos convierte a las mallas en artilugio erótico y en las tías las convierte en aparato refrigerador. En definitiva, que la falda superpuesta hace que la gente crea que voy medio desnuda. Por eso los unos intentan ver lo que hay por debajo y las otras se horrorizan por el frío. Cómo se explica este fenómeno? Pues no lo sé, la mente humana es sumamente rara, o a lo mejor la rara soy yo, vete a saber.

En fin, si alguien lo entiende o incluso participa de este fenómeno, que me lo explique, porfiplís.

15 comentarios:

  1. Yo tengo por costumbre no mirar a las tías, que ya bastante endiosadas estáis la mayoría. En cuanto a una posible explicación del fenómeno que comentas podría ser esta: a primera vista puede parecer que no llevas mallas, sino medias, y por eso miran; pero ojo, no es que quieran verte las bragas como erróneamente sospechas, ¡lo que quieren es verte el toto!

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  2. Pues todavía peor me lo pones. Pretenden ver el toto por debajo de unas bragas y de unas mallas negras tupidas como una alfombra persa??? Nivelazo, macho!

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  3. Te lo explico otra vez:

    A) Ya sé por qué estáis endiosadas, y por eso hago lo que puedo para no contribuír a ello. Te lo he dicho.

    B) Con falda las mallas dan la impresión de ser medias, por eso permanece la ilusión de ver algo. Te lo he dicho.

    Veo que la emoción de reencontrarte conmigo por estos lares te impide leer atentamente lo que escribo.

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  4. Hombre, Kowalski, qué duda cabe que la emoción por este reencuentro ha sido de una intensidad brutal y que el impacto me ha dejado fuertemente impresionada, pero te aseguro que te he leído con una atención cercana al interés científico. Y sólo puedo decirte que me sigue pareciendo alucinante, inquietante, apabullante, sorprendente, espeluznante, extraordinario, pasmoso, insólito e incomprensible que alguien pueda crearse la ilusión de que puede ver algo por debajo de unas mallas o unas medias gordas. La capacidad de los tíos de ilusionarse por cosas imposibles es verdaderamente prodigiosa y digna de estudio.

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  5. Me dan ganas de decirte "tú eres tonta, nena", pero voy a contenerme y en cambio te diré esto otro:

    Algunos blogueros gilipollas son incapaces de reconocerle a un lector que les ha desmontado la entrada. Y te hablo por experiencia, porque fui uno de esos blogueros ególatras.

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  6. Querido Kowalski, no te reprimas nunca las ganas de decirme tonta. Tú puedes decirme a mí tonta todas las veces que te apetezca en todas sus variantes: tonta, tontaelbote, tontaelculo, mema, lela, necia, estólida... Viniendo de ti siempre me parecerá un halago y me sonará a música celestial.

    Y también puedes desmontarme y volverme a montar los posts tantas veces como quieras, que te aseguro que mi ego no se verá afectado. Tengo un ego muy bien educado que jamás sufre innecesariamente por desmontamientos y cosas así. Además mi endiosamiento es tan profundo y está tan asentado tras tantos años de ser alimentado y nutrido con entusiasmo (ya sabes que mi edad es provecta y ha habido tiempo de sobra) que bajarme a mí del altar en el que estoy tan cómodamente situada es muy difícil, si no directamente imposible.

    Desmonta y monta a tu antojo que mi ego está a buen recaudo y totalmente fuera de peligro. Además tu conmovedora fidelidad como visitante a este mi ciberhogar te da derecho a esa prerrogativa y a muchas más.

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  7. Ah, bueno. Creía.

    Oye, ¿yo te he hablado alguna vez de mi gato Pergañuky?

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  8. Pues si lo has hecho no lo recuerdo. Mi memoria es inversamente proporcional al tamaño de mi ego.

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  9. Es posible que te haya hablado de Gusifluky, que es el otro. Ahora te hablaré de Pergañuky:

    Se trata de un gato manx. Los manx son conocidos por su cola corta o incluso inexistente en muchos ejemplares. Esto se debe a una mutación genética que afecta a la columna vertebral. En el caso concreto de Pergañuky hay lo que llaman cola stumpy, esto es que tiene varias vértebras móviles, pero desde luego no llega a ser una cola normal.

    Si se cruzan dos gatos manx las crías nacerán muertas o bien morirán a las pocas horas, pues heredan esa mutación por partida doble y presentan graves malformaciones en la columna. Pero volvamos al caso del Pergui:

    Lo adopté en el refugio Kimba, y ya llegó a mis manos con varios meses de vida y no ha podido ser domesticado del todo, por eso no tolera que lo tome en brazos y casi ni que lo toque, sin embargo le gusta estar cerca de mí. También es muy "hablador", y sus maullidos son sumamente expresivos (Gusifluky en cambio es bastante silencioso).

    Lo quiero mucho, y creo que a su manera él también a mí.

    Ya está. Necesitaba contártelo.

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  10. Muy interesante. Estoy segura de que tu gatito te quiere muchísimo pero si entramos en este apasionante tema me temo que me veré obligada a hablarte yo a ti de mi Manolo y te aseguro que puedo llegar a ponerme francamente plasta.

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  11. Ponte plasta si quieres. De todos modos yo nunca leo tus comentarios.

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  12. Vaya, me alegro de que no los leas porque iba a decirte que me parece que estás como una reverenda chota pero como no me lees pa qué te lo voy a decir. Eso que me quito.

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  13. Me reafirmo en lo anteriormente expresado de manera reiterada por seis veces y aunque ha sido eliminado por el autor, ahí queda dicho.

    Siempre suya,
    La Abadesa.

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