viernes, 7 de octubre de 2022

No voy a hablar de Tamara, pues la actualidad no para

La verdad es que estaba pensando en escribir un post sobre el caso Tamara-Íñigo Onieva (Íñigo Loniega, como lo llaman en la crónica rosa de JLo) cuando de repente empiezo a oír hablar por todas partes del caso de la residencia estudiantil para pijos que ha sido declarada públicamente como el horror de los horrores de la violencia machista. Y no, no me he podido resistir. 

Qué queréis? Me puede. Yo veo a Ángels Barceló o a Julia Otero terriblemente escandalizadas, con un ataque de ofendidismo feminista agudo y, lo confieso, es como si me pusieran un cohete en el culo. Allá voy como las motos.

Bueno, supongo que estaréis al tanto. Resulta que se han difundido unas imágenes de unos tíos chillando desde un colegio mayor y llamando putas y ninfómanas a las tías de la residencia de enfrente. En principio sólo sale este vídeo y, claro, es como una berrea humana. Ahí un montón de tipos más salidos que el pico una plancha soltando barbaridades, que si os vamos a follar a todas, que si tal que si cual. Da bastante repelús, la verdad.

Bueno, que salen el presidente, todas las ministras, Echenique (sí, el de "chúpame la minga Dominga"), toooooooda la fauna feminista de siempre a poner el grito en el cielo. La violencia machista, intolerable, esos potenciales violadores, esa manada de bestias pardas... en fin, lo de costumbre que suele acompañar a este tipo de historias.

Pero luego sale la segunda parte del vídeo, y ya es cuando te quedas to loquísima, porque en él aparecen las muchachas del colegio mayor de enfrente chillando ellas también a los potenciales violadores, y no parecen estar muy enfadadas ni ofendidas que digamos, sino que yo diría que están participando de la juerga bastante activamente y que se lo están pasando francamente bien.  Yo diría incluso que están burlándose de ellos y retándolos. Probablemente los niñatos estos de familias ricas que viven en residencias estudiantiles carísimas, normalmente de alguna congregación religiosa, tienen estas extrañas formas de divertirse.  Bueno, por mi parte no hay problema, yo los dejaría tranquilamente disfrutar de sus gilipollescas tradiciones hasta que se extinguieran como especie de forma natural.

En fin, de inmediato la prensa en pleno se planta en la puerta de la residencia de las pijas y éstas son interrogadas al respecto. Cómo se sienten, qué les parece que los vecinos de la residencia masculina les suelten todas esas perlas que tanto han indignado a la opinión pública y a las autoridades competentes. Las pijas, bastante flipadas por el revuelo que se ha montado, dicen que es una especie de ritual que se realiza todos los años, que los de enfrente son amigos, que se conocen y que ellas no se sienten en absoluto agredidas ni insultadas ni nada de eso. Que todo este asunto se ha salido de madre y que no entienden el follón que se ha organizado.

Por su parte el director del colegio masculino sale a dar explicaciones. Que él no sabía nada de nada, que se tomarán las medidas pertinentes y serán expulsados los responsables. Al final creo que han expulsado al que empezó la algarada y poco más. Como no podía ser menos, la fiscalía interviene de oficio y procede a investigar los hechos como... oh, cielossssss, posible delito de odio. Sí, flipad. Este tipo de actuaciones no se pueden consentir y hay que proteger a esas muchachas del salvajismo machista de esos energúmenos. Escándaloooooooo, es un escándaloooooooo!!

Escucho por la tarde en "Julia en la onda" a la susodicha afirmar que aunque las chicas no se sientan agredidas el resto de la sociedad tiene que hacerles ver la clase de violencia que han padecido sin ser ellas conscientes. Hay que abrirles los ojos para que se den cuenta de que son víctimas. No importa que ellas piensen que eso era un juego y estuvieran disfrutando tanto como ellos. Julia y toda la gente biempensante de moral intachable considera que eso es intolerable y punto.

El pobre Juan Soto Ivars, que está esa tarde en la tertulia, como siempre en franca minoría, intenta hacerle entender que un rito debe ser leído dentro de su propio código, es decir, que aunque a la gente que no participa en él le pueda parecer absurdo, incluso inmoral, quien está dentro de ese código juega con sus propias reglas. Pone como ejemplo los niños que juegan a policías y ladrones y hacen como que se pegan tiros y se matan. O a indios y vaqueros. O a médicos y enfermeras. Vamos, que no es frecuente que un chaval sea un asesino porque le guste mucho jugar a policías y se infle de disparar y "matar" a sus amigos. Nada de eso convence a Julia ni al resto de contertulios. Esto es ofensivo, esto es inmoral, esto es machista, esto es inaceptable, por muy ritual que sea. Y a esas muchachas hay que sacarlas de su grave error al admitir como normal esa clase de trato vejatorio.

Para Ivars éste es un juego acordado en el que los participantes de ambos bandos ponen sus reglas y las aceptan.  Se han puesto de acuerdo para intercambiar palabras soeces, agresivas en cualquier otro contexto, pero no en éste en el que hay un pacto entre los jugadores. Las chicas defienden a sus amigos no porque sean unas pobres víctimas alienadas sino porque estaban de acuerdo con ellos en llevar a cabo este ritual, que a mí me puede parecer y de hecho me parece de perfectos imbéciles, pero que a ellos les parece superdivertido. No creen hacer daño a nadie, y ciertamente no lo hacen, porque es algo que se repite todos los años y, que se sepa, nadie ha agredido ni violado a nadie a consecuencia de esto. Pues nada, son unas víctimas de violencia machista, tanto si quieren como si no. 

El hecho de que ellas mismas hayan grabado esos vídeos, al igual que ellos los de las chicas chillando al otro lado, y de que año tras año los cuelguen en sus redes sociales y tengan un montón de likes unos de las otras y viceversa no parece importarle a nadie.

Justamente hoy, mira por dónde, ha entrado en vigor la polémica ley conocida como del "sólo sí es sí". Ya sabéis: "hermana, yo sí te creo", mujeres empoderadas, mujeres que sabemos lo que queremos, que no admitimos que nos digan lo que tenemos o no que hacer. En fin, eso, que sólo sí es sí. Salvo que el sí sea a algo que a mí no me guste, claro. Entonces me importa un pimiento si dices sí o si dices pollas en vinagre. Me importa un huevo lo que digas, lo que repitas, lo que pienses y lo que sientas. Y si yo digo que te tienes que sentir como una víctima te callas y te sientes como una víctima. O qué coño te habías creído, so niñata de mierda??


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