miércoles, 1 de septiembre de 2021

Afganistán

A estas alturas supongo que el que más y el que menos está al tanto de la gran cagada con la que ha terminado la prolongada intervención occidental en Afganistán. Tras 21 años de ocupación, miles y miles y miles de millones invertidos en el intento de crear una especie de alternativa de sociedad medianamente "democrática", ingentes esfuerzos en formar un ejército, organizar instituciones, regular una legislación mínimamente civilizada... al final los talibán han recuperado el poder y todo el mundo ha tenido que salir de allí cagando leches. Este fracaso sin paliativos tendría que hacer que nos planteáramos muy seriamente hasta qué punto es posible intervenir en culturas tan diferentes e intentar inocular la democracia en países no preparados como si fuera una vacuna.

Por lo pronto lo que más parece horrorizar al mundo occidental de todo este desaguisado es el tema de las mujeres afganas. No es ningún secreto en qué condiciones vivían durante el dominio talibán y hay pocas esperanzas de que su situación pase a ser mucho mejor ahora que han recuperado el poder. Surge en nuestros civilizados países un afán desesperado por "salvar" a las mujeres afganas. Como si esa situación de opresión insoportable fuera exclusiva de ellas. Nos olvidamos de las iraníes, las saudíes, las sirias... Los países del mundo en los que las mujeres están oprimidas son incontables.  La cuestión que debemos plantearnos es: estamos en condiciones de salvar a todas esas mujeres cuyos países se rigen por la sharía y en los que se violan sistemáticamente los derechos humanos, no sólo de las mujeres, también de homosexuales, niños, etc.? Por si todo esto fuera poco tenemos las delirantes declaraciones de la aún más delirante ministra de Igualdad acerca de la opresión heteropatriarcal que sufrimos las féminas tanto en Afganistán como en nuestros países. En fin, esta mujer siempre me deja sin palabras.

Pero cucha, al Islam ni tocarlo! El problema de fondo aquí es el puto heteropatriarcado de los cojones. El hecho de que haya países que se rigen por el derecho islámico, en los que las leyes vienen determinadas por unos principios religiosos que se remontan a siglos atrás, en los que los tribunales de justicia son tribunales islámicos... eso no es ningún problema. Eso hay que respetarlo porque hay que ser tolerantes con el multiculturalismo, las costumbres de los pueblos y la diversidad de formas de entender el mundo, oye. El heteropatriarcado, ése es el culpable de todo. 

Y luego está el espinoso asunto de los refugiados. Ya he hablado de este tema en otras ocasiones. Claro que cualquier persona de bien quiere salvar a cuanta más gente posible de ese desastre. Pero podríamos hacerlo con un poquito de sentido común, por favor? Podríamos analizar seriamente a cuántos refugiados estamos en condiciones de acoger en cada país? En qué condiciones? Quiénes tendrían prioridad? Cómo se selecciona a quién sí y a quién no? Podríamos dejarnos un ratito de demagogias para enfrentarnos a la realidad de un país en crisis, con muchísima gente que no tiene trabajo, ni vivienda, ni futuro? En el que los servicios sociales no dan abasto. Colas del hambre, pensiones en riesgo, pobreza energética tutiplén... Estamos en condiciones de garantizar una vida digna a esas personas a las que nos traemos? Un trabajo, una vivienda, una integración. O nos los traemos sin más, y ya si eso los dejamos que se busquen la vida? Presiento que nada de esto es tan sencillo como decir "venga, que donde caben 500 caben 500.000, qué coño"! Y presiento también graves conflictos sociales que no sabemos por dónde pueden salir ni en qué manos con pocos escrúpulos pueden terminar. 

En fin, parece que todos tenemos muchas ganas de arreglar el mundo, pero en algún momento alguien va a poner el dedo en la llaga? El problema somos nosotros o son los regímenes radicales, totalitarios y fanáticos en los que se desarrollan estos sistemas? Cómo pueden convivir nuestros países, con sus más y sus menos en cuanto a calidad democrática, pero democrática a fin de cuentas, con esos otros regímenes basados en leyes medievales, incapaces de reconocer ni uno solo de los derechos universales por los que se rigen nuestras sociedades? Creo que ésta es la primera cuestión que tenemos que resolver. En este planeta coexisten sociedades plurales, abiertas y basadas en los derechos humanos y sociedades que no sólo no viven bajo esos principios, sino que pretenden acabar con ellos y expandir su particular modo de entender el mundo, bajo los designios de una religión concreta que para ellos es la única y verdadera.  Cómo pensamos afrontar esta realidad? Desde el respeto y el tratamiento de tú a tú? Desde la confrontación irreconciliable? La respuesta a esta pregunta es la que determinará el futuro de la humanidad. Vamos a dejarnos de tonterías, de flowerpolladas y de flipes y a poner las cartas sobre la mesa.

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